Roberto Canessa, superviviente del accidente de los Andes: "Con tus amigos muertos allí, te sentías en lista de espera"
- Los 16 supervivientes pasaron 72 días en la montaña y tuvieron que alimentarse de la carne de sus compañeros muertos
- Roberto Canessa fue, junto a Nando Parrado, uno de los encargados de cruzar la montaña en busca de ayuda
Hace 50 años un avión se estrelló en la cordillera de los Andes con 45 personas a bordo. Un equipo de rugby completo quedó atrapado a 30 grados bajo cero sin alimento y sin agua, lo que les llevó a tener que tomar ciertas medidas extremas. Tras 72 días en la montaña solo sobrevivieron 16 que, para lograrlo, tuvieron que llegar incluso a comerse la carne de sus compañeros muertos. Una realidad a la que se enfrentaron al volver a la civilización.
“Hay una transición de la sociedad de la nieve a la sociedad del llano”, ha explicado en Las Mañanas de RNE Roberto Canessa, uno de los pocos supervivientes de la tragedia aérea. “Una transición de la comida que teníamos a la que había que darle sepultura”, ha añadido en referencia a estos actos que tuvieron que cometer.
Este fue, probablemente, el paso más difícil de su vuelta a lo que llama la “sociedad civilizada entre comillas”, puesto que, por primera vez, hacían frente a las decisiones que habían tenido que tomar en una situación completamente extrema. “Yo sí tenía ganas de decirle a la familia de nuestros amigos lo que había pasado. Ni siquiera pretendiendo que lo entendieran, pero dando la cara”, indica. Pero, en efecto, este entendimiento no llegó. “Era lógico. Cada cual sufre a su manera y su manera era no entendernos. Pero era respetable”, ha indicado.
“Era lógico. Cada cual sufre a su manera y su manera era no entendernos“
Ahora, con 69 años, recuerda el accidente y lo mira desde lejos. Lo revive a través de las historias que cuenta a sus nietos quienes, indica, “desde su perspectiva van creciendo con la historia”. Dice estar “agradecido” por haber tenido las oportunidades que no tuvieron sus compañeros, y destaca las ganas que tenían de “reconstruir el equipo de rugby y la familia de los que no volvieron”.
72 días en la montaña
A pesar de no tener ni agua ni comida, el mayor miedo era el de no contar con la seguridad de un techo firme sobre su cabeza. “Lo peor son las noches siguientes a la luz”, señala Canessa. Un momento en el que tenían que refugiarse en el fuselaje del avión, la pieza principal en la que se sitúa la cabina de mando, y el espacio que fue “su casita adorada”, pero que en cualquier momento podía convertirse “en una trampa mortal donde podía meterse la nieve nuevamente”. Morir sepultados era el más grande de los temores, pero la posibilidad de salir al exterior era completamente inviable. "Era un campo de concentración maquiavélico", recuerda.
Así, las noches pasaban mientras ellos cantaban “a voz en cuello los cantos de religión del colegio”, dice, con la única esperanza de que Dios les escuchara. "Con tus amigos muertos alrededor tuyo, te sentías en lista de espera", indica el superviviente, que señala también que algo que les ayudó mucho a superar los días fue el humor de Carlos Paez, que facilitaba que pudieran poner "la meta en el horizonte".
“Con tus amigos muertos alrededor tuyo, te sentías en lista de espera“
Canessa fue uno de los encargados de cruzar la montaña en busca de ayuda. Una decisión que tomaron voluntariamente y que, aunque originalmente iba a ser una misión de tres, finalmente quedó en sus manos y en la de su compañero Fernando Parrado. “Llevábamos muy poca comida (…) le dijimos a Tintín que volviera y les dijera que nos dirigíamos al oeste”, explica, para que si les rescataban supieran dónde estaban.
Durante esos días comenta que la montaña se convirtió para él en un elemento “inmutable”, de “una belleza orgánica” y que se reía de ellos y de sus “pobres ilusiones de poder conquistarla”. Pero gracias a que finalmente pudieron repartir solo entre dos esta comida de la que habla, y que constaba de medias de rugby, grasa y carne de sus propios compañeros, fue que lograron llegar hasta un valle en el que había población y que pudieron rescatar al resto de supervivientes.
Cómo le ha cambiado la vida
Roberto ya no habla de civilización o sociedad como un término generalizado, sino que diferencia claramente entre “la sociedad del llano”, en la que nacemos y nos criamos hasta finalmente morir, y la “sociedad de la nieve”, una realidad en la que tuvo que vivir durante más de dos meses y en torno a la que se creó un universo alternativo al nuestro.
“Roberto Canessa: "No es necesario que se me caiga el avión de vuelta para saber que de un momento a otro puedes pasarlo muy mal"“
“No es necesario que se me caiga el avión de vuelta para saber que de un momento a otro puedes pasarlo muy mal”, opina el doctor, licenciado en cardiología tras lo ocurrido. Y es que Canessa se ha vuelto más consciente de la futilidad de lo bueno, por lo que ahora mira a la vida “de una manera positiva”.
Cree que la experiencia le ayudó a bajar las ambiciones y a redimensionar el contexto de la realidad. “Cuanto más te da la vida, más ambicionas”, indica, pero en el accidente la vida le puso “contra el suelo” y le golpeó contra la tierra, como él mismo opina. Por lo que sus ambiciones pasaron a ser “el mañana”.