En el corazón del abastecimiento de gas en España: "El suministro está garantizado para al menos 20 días"
- RTVE accede al almacén subterráneo de Yela, parte de la reserva estratégica de gas española
- España ha llenado sus depósitos a más del 90% de su capacidad para asegurar el suministro durante este invierno
Entre los famosos campos de lavanda de Brihuega, en Guadalajara, se esconde un lugar desconocido para la gran mayoría, pero de vital importancia para España en plena tormenta energética. Aquí, a más de dos kilómetros bajo tierra, se encuentra el almacén subterráneo de gas de Yela, uno de los tres que hay en el país, y en los que se guarda combustible para garantizar el abastecimiento durante al menos 20 días en caso de una situación de emergencia.
El escenario de un corte de suministro del gas ruso a largo plazo parece cada vez más probable, y las recientes fugas en el gasoducto Nord Stream en el Báltico han llevado a Europa a acelerar su preparación ante un invierno duro. Los países miembros deben mantener sus reservas de gas por encima del 80%, un hito que España cumplió en julio, y que ahora ha elevado hasta más del 92%. El almacén de Guadalajara es una pieza fundamental para llegar a estas cotas: aquí jamás se había guardado tanto gas a estas alturas del año.
RTVE ha entrado en este almacén clave para garantizar el suministro en el centro de España. Cerca de Yela, una pedanía de 11 habitantes a poco más de una hora de Madrid, confluyen tres gasoductos por los que circula el gas procedente del gasoducto argelino y de las seis plantas de regasificación que reciben el gas natural licuado (GNL) por vía marítima. Junto al almacén Gaviota (frente a la costa de Vizcaya) y Serrablo (en Huesca), contiene la reserva estratégica española de un combustible que ha adquirido un protagonismo inédito desde el estallido de la guerra de Ucrania.
A diferencia de los otros dos, el de Yela no es un antiguo yacimiento reconvertido en almacén, sino que es una reserva de nueva creación donde se inyecta el gas en un acuífero situado a 2.400 metros de profundidad. Es, además, el depósito con mayor capacidad de los tres. Tiene una capacidad de 2.000 millones de metros cúbicos, de los cuales la mitad corresponde a gas colchón, aquel que no se puede extraer, ya que sirve para el mantenimiento de la infraestructura. A través de diez pozos se inyecta el gas en los meses de menos demanda, de abril a octubre, mientras que se extrae entre noviembre y marzo, cuanto más energía requiere el sistema.
"Este año la previsión es empezar a extraer también a principios de noviembre, pero dependerá de las necesidades del sistema", explica durante la visita Claudio Rodríguez, director general de infraestructura de Enagás, el operador que gestiona el transporte y almacenamiento subterráneo de gas en España. Detalla que en esta instalación se puede pasar de inyectar a extraer gas y viceversa en pocas horas para poder hacer frente así a cualquier situación de emergencia.
Máxima seguridad en una infraestructura estratégica
La visita comienza con estrictas medidas de seguridad. Hay que dejar en la entrada cualquier objeto electrónico y es obligatorio llevar casco, calzado y ropa que evite descargas de energía estática. Se trata de una infraestructura estratégica, por lo que los controles de ingreso son exhaustivos. Una vez dentro, siempre hay que ir acompañados del personal de la planta. Aquí trabajan en el día a día 14 personas en distintos turnos.
El recorrido empieza por el punto exacto en el que confluyen los tres gasoductos. Que lo hagan aquí es una de las razones por las que se construyó en Yela el almacén, inaugurado en 2012. También influyó su cercanía a la capital y las condiciones geológicas, propicias para poder almacenar gas. Como los flujos van por lo general de sur a norte, a este punto llega el gas de los gasoductos de Marruecos y Argelia y de las plantas regasificadoras del sur y el Levante.
El gas pasa después por una unidad de medida en el que se controla su estado y su presión. Después, en verano, se comprime el gas y se inyecta en un área inundada de cerca de 14 kilómetros cuadrados. Para hacerlo se utiliza un gran motor de compresión de un tamaño similar al de un coche.
Cuando llega el invierno se invierte el proceso. El gas se extrae a través de los mismos conductos, se separa del agua, y se devuelve a los gasoductos, desde donde se reparte a los hogares y empresas en España y se exporta al extranjero a través de las dos conexiones con Francia o de los barcos metaneros.
España tiene una capacidad de exportación total de 20 bcm (miles de millones de metros cúbicos), de los cuales siete se canalizan a través de las dos interconexiones con Francia. Por la situación actual, con Europa buscando gas a la desesperada de otros orígenes, nuestro país ha llegado a estar exportando a Francia un 75% de los días desde marzo. Aunque antes del verano primó la exportación, desde agosto España ha vuelto a importar para continuar con el llenado de sus almacenes de cara al invierno.
Además de los repositorios subterráneos como este, el gas también se guarda en las seis plantas de regasificación repartidas por la costa de la Península, y lo hará también en una séptima, la de El Musel, en Asturias, que tiene previsto estar operativa en los próximos meses. En total, estas plantas "representan el 45% de la capacidad de almacenamiento de gas natural licuado de toda Europa", señala el directivo de Enagás.
Un almacén estable ajeno a picos de demanda
La alta capacidad de regasificación y las conexiones internacionales han convertido a España en un actor energético de primer orden para Europa desde que el conflicto en Ucrania obligó al continente a buscar a toda velocidad nuevas fuentes de gas que no procedieran de Rusia. Antiguos proyectos que habían quedado enterrados, como el gasoducto Midcat entre Cataluña y el sur de Francia, vuelven con fuerza al debate público, mientras que el gas agita nuevas tensiones geopolíticas, de Argelia al Báltico.
En medio de las turbulencias, este almacén apenas sufre cambios. Aquí no se notan especialmente picos de demanda como el del temporal Filomena, en invierno de 2021, ya que "estas son infraestructuras que tienen un carácter estratégico y estacional, por lo que operan en un régimen bastante estable", asegura Rodríguez. Las plantas de regasificación, en cambio, sí que varían más su producción y almacenamiento según el contexto.
El directivo del operador gasista insiste en que el suministro está garantizado este invierno en España, un país con poca dependencia histórica del gas ruso, gracias a un "sistema rico" en el que entra gas natural licuado desde 14 orígenes diferentes. Ante el hipotético caso de que se interrumpiera el suministro, en España es obligatorio desde 2004 mantener una reserva equivalente a 20 días de ventas o consumos firmes en el año natural anterior, un plazo que desde el pasado marzo, tras el estallido del conflicto en Ucrania, se amplió a 27,5 días a partir del próximo 1 de noviembre. El Ministerio de Transición Ecológica podría liberar el 50% de esta cantidad en una situación de emergencia, incluso antes de que se reúna el Consejo de Ministros.
Aunque por las condiciones geológicas nuestro país tiene menos posibilidad de almacenar gas bajo tierra, lo compensa con la gran cantidad de plantas de gas natural licuado, más que cualquiera de los países vecinos.
La promesa del hidrógeno verde
Aunque el gas se ha convertido en un elemento fundamental para garantizar la calefacción de los hogares europeos y el funcionamiento de la industria en este incierto invierno, sigue siendo un combustible fósil que la Unión Europea se ha comprometido a dejar de utilizar en el futuro.
Cuando esto ocurra, ¿qué pasará con un almacén como el de Yela? Enagás está analizando la posibilidad de reconvertir en un futuro estas infraestructuras en repositorios de hidrógeno verde una prometedora energía que se obtiene de las renovables y que se podría transportar como el gas, a diferencia de lo que ocurre con la electricidad que producen la solar o la eólica.
"Estamos analizando los tres almacenamientos subterráneos. En función de la tipología de almacenamiento geológico es más o menos susceptible de convertirse en un almacén de hidrógeno renovable. En este caso, al ser un acuífero, lo es al 100%", explica el responsable de Enagás. De momento, no hay fecha prevista para una transición hacia esta energía, que se encuentra todavía en una fase de desarrollo.
España, como Europa, seguirá necesitando gas en los próximos años, y ante unas turbulencias internacionales en el mercado energético inéditas en los últimos años, el papel de esta infraestructura prácticamente desconocida en medio de la Alcarria se demuestra más crucial que nunca.