David Rubín: "'Cosmic detective' es una carta de amor a Jack Kirby"
- El dibujante gallego vuelve a colaborar con los guionistas Jeff Lemire y Matt Kindt
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David Rubín (Orense, 1977) es uno de los dibujantes españoles más populares en Estados Unidos, donde ha recibido varias nominaciones a los Premios Eisner. Destacan sus colaboraciones con dos de los mejores guionistas actuales: Jeff Lemire (Black Hammer) y Matt Kindt (Ether). Ahora los tres se reúnen en un espectacular cómic: Cosmic detective (Astiberri).
Un cómic que narra la historia de un detective que tiene que descubrir al asesino de un dios, cuya muerte amenaza al tejido mismo de la realidad. “La idea surgió de Jeff y Matt –asegura Rubín-, y contactaron conmigo para que lo dibujara. Es un tebeo de género negro con altas dosis de ciencia ficción”.
“Y también –añade-, es una carta de amor a Jack Kirby (1942-1994) y a su legado. Por eso he intentado ser muy fiel a la esencia de ese legado, pero sin copiar ninguno de sus trucos. Lo importante cuando quieres hacer este tipo de homenajes no es intentar clonar a Kirby (creador de Los Cuatro Fantásticos, Los Vengadores, Los X-Men…) sino hacerlo tuyo. Kirby es mi autor favorito, lo he estudiado muchísimo y lo tengo casi en mi ADN, por lo que fue muy fácil, y muy divertido, hacer esta aproximación a Kirby, que es 100 por 100 mía”.
“Creo que es un tebeo muy divertido y que reivindica los tebeos de aventuras y de escapismo, de pasártelo bien. Como cuando eras un chaval y leías esos cómics que parecía que lo que te contaban era más grande que la vida misma. Además me vino genial porque lo dibujé a la par que El fuego, mi obra más personal y compleja, que es completamente diferente, muy íntima y con una carga dramática muy fuerte. Por eso, después del drama de El fuego, para mí Cosmic detective era como un parque de atracciones”.
“Kirby, Cronenberg y David Lynch”
Pero… ¿Qué hay exactamente de Kirby en este cómic? “Sobre todo ese sentido de maravilla de sus cómics, pero muy retorcido, porque he intentado mezclar su esencia con la de Cronenberg y la de David Lynch. Es una cosa rara pero que creo que funciona”
“Hay muchísimos diseños kirbyanos –añade-. Páginas enteras dedicadas a naves, a planetas raros, a civilizaciones de mundos extrañas donde se amasa maquinaria loca… Es recrear esa ilusión que me produjeron los cómics de Kirby, pero sin copiarme. Como cuando a un artista le gusta la técnica de Lou Reed y hace una versión a su rollo, pero no una cosa descafeinada, sino que le dan su propia personalidad. Es lo que he intentado, mi propia versión de Kirby”.
Aunque el cómic parezca ambientado en una ciudad norteamericana de los años 50, los humanos conviven con esos dioses a los que, en el primer borrador, Jeff y Matt denominaban Eternos y Desviantes, otro homenaje a Kirby. ”Usaron esos nombres a nivel interno,cuando empezábamos el proyecto, aunque también hay mucho de su 4º Mundo –asegura Rubín-. Pero enseguida les dije que había que quitarlo porque una cosa es hacer un homenaje y otra usar los mismos nombres. Además, al principio iban a ser dos razas de dioses y al final nos quedamos solo con una”.
Un detective que trabaja para una cábala secreta
El protagonista es un detective, casado y con hijos, que trabaja para una cábala secreta que le encarga resolver los asuntos más delicados. “Es un tipo del que nunca descubrimos el nombre –asegura Rubín-. Siempre se refieren a él como detective. Es un trasunto del típico detective de género de Dashiell Hammett. Aunque le hemos dado la vuelta, manteniendo también esa esencia, pero llevándolo a terrenos inexplorados”.
“Es un tipo duro, concienzudo, luchador –añade-. No se le caen los anillos por meterse en una pelea, pero, al mismo tiempo, tiene una serie de matices, tanto trágicos como cómicos. Algo que agradezco mucho, porque la comedia no es el plato fuerte en mis obras, quitando Ether donde sí había algo de comedia. Pero ese hilo de comedia de Cosmic detective, donde también hay mucha aventura y mucho drama, creo que permite que el lector empatice más con los personajes”.
Otra de las inspiraciones del cómic es Blade Runner (Ridley Scott, 1982). ”Es una de mis películas favoritas y me ha inspirado, por ejemplo, en el uso de los neones que vemos en el cómic. Además, como pasa en Cosmic detective, Blade Runner no deja de ser una película noir, aunque el trasfondo sea de ciencia ficción, de detectives. Curiosamente, en la versión de Villeneuve (Blade Runner 2049, 2017) fue al revés, dejaron el noir de lado y se centraron en la ciencia ficción”.
“Yo me he basado en esa transgresión que supuso la de Scott respecto al libro de Philip K. Dick, que casi ni se parecen -añade-. He dejado la ciencia ficción como paisaje de fondo para llevarlo al género negro. Así logré construir este mundo, que podríamos situar entre los años 40 y los 60. Y no es un mundo futurista aunque haya esas máquinas delirantes. Pero si os fijáis, veréis que no hay móviles y se comunican por radio. Es una mezcla de steampunk, género negro y Kirby, que es la argamasa que lo une todo”.
“Como artista me lo he pasado genial porque las posibilidades eran infinitas –añade-. Desde el diseño de los personajes y escenarios a la creación de las atmósferas de esos diferentes espacios. Y a nivel narrativo he podido jugar con el ritmo de lectura, con la degradación de las viñetas en las páginas... En ese sentido era muy importante la buena conexión que tengo con Jeff y Matt, después de tantos años trabajando juntos”.
“Había momentos en que me decían: “David, aquí hay una escena de acción. ¡Haz tu magia!” –añade Rubín-. La relación durante la gestación del cómic ha sido maravillosa, como siempre que trabajo con ellos. Recuerdo que con Ether, Matt Kindt me mandaba unos argumentos muy escuetos y yo empezaba a dibujar escenarios, personajes, monstruos… algunas cosas que no estaban en la historia, y que le iba proponiendo. Y una vez que acabamos esa tormenta de ideas es cuando Matt iba construyendo el guion. Y aquí ha sido algo similar: me pasaron una sinopsis bastante trabajada; yo creé una serie de ilustraciones y dibujos para ver las posibilidades de ese mundo, que les generaron nuevas ideas, y con eso empezaron a escribir el guion final entre los dos”.
Un cómic espectacular
El cómic es espectacular en todos los sentidos, empezando por su tamaño, mucho más grande que el comic-book americano habitual. “Desde el principio teníamos muy claro que queríamos un formato europeo –asegura Rubín-. Y por eso decidimos sacarlo en forma de crowdfunding, porque las editoriales americanas nos habrían puesto problemas por el tamaño. Eso también nos permitió muchísima más libertad y metimos todas las locuras que se nos ocurrieron, como una baraja de cartas”
“Por suerte la campaña fue un éxito –continúa-, y pudimos usar ese formato que ha cambiado mucho mi forma de trabajar, ya que la página se expande, tengo más espacio y puedo hacer cosas más espectaculares. Tengo más margen de maniobra en todos los aspectos y he podido experimentar con el ritmo, la composición, la arquitectura, prácticamente cada página es un experimento. Por eso con El Fuego, que saldrá en diciembre, he repetido este mismo formato”.
“Siempre intento ponerme retos en cada trabajo, para no aburrirme -continúa-, porque te pasas un montón de horas dibujando y renuncias a muchas cosas, como pasar más tiempo con la familia, y por eso intento que, al menos, me resulte divertido. Y ser el primer sorprendido, porque así quizás también consigas esa sensación de sorpresa en el lector”.
La importancia de las onomatopeyas
Destacar también sus originales onomatopeyas, que son uno de los rasgos más distintivos de su estilo: “Para mí la onomatopeya es parte del dibujo –confiesa-. Es algo que hay que hacer cuando dibujas y no añadir a posteriori. Considero que es un elemento distintivo del cómic, que no existía antes y que no aparece en ningún otro medio. Y que hay que reivindicar, porque está cayendo en desuso. El otro día leí un cómic de Batman y no había ni una onomatopeya y me resultó muy confuso, porque no sabía lo que pasaba”.
“Yo creo que es un recurso único que enriquece muchísimo el cómic –continúa-. Cuando vemos una onomatopeya en un anuncio enseguida se nos viene la palabra cómic a la cabeza. Par mí son fundamentales. "Estoy haciendo una nueva serie para Estados Unidos y como tengo sobrecarga de trabajo esta vez voy a usar un rotulista. Y le dije: “Vas a tener menos curro de lo normal porque solo tendrás que hacer los bocadillos y los cartuchos de texto, porque las onomatopeyas las haré yo”. Y él me contestó: “Me fastidia porque vas a hacer un trabajo que no vas a cobrar”. Pero sí cobro por ello, porque soy el dibujante y considero que esas onomatopeyas son parte del dibujo”.
Un magistral uso del color
Destacar también el magistral uso del color al que nos tiene acostumbrados David Rubín. “He querido que el color fuera muy loco pero, a la vez, muy oscuro en determinados aspectos. El cómic tiene una primera parte en la que vemos a ese detective en su día a día, en un ambiente noir con tonalidades más apagadas, más oscuras… contrastadas con tonos flúor, con neones, con pantallas. Pero en general son ambientes bastante apagados, bastante decrépitos y deprimentes”.
“Pero la cosa cambia en el tercer acto –añade-, con la explosión kirbyana. El detective se mezclará con esos dioses y todo se vuelve muy loco, con colores tremendamente locos. No me ha temblado el pulso a la hora de usar tonos que incluso pueden golpear la retina del espectador y quedarse allí. Creo que es un cambio necesario para notar que estamos en otro universo”.
“Para mí el color no es un elemento decorativo, sino un elemento narrativo y atmosférico –continúa Rubín-. Dependiendo de lo que ocurra en la secuencia o cuál sea la sensación que se quiere transmitir, hay que variar el tono. Por ejemplo, cuando el detective llega a su casa, después de una jornada difícil en esa oscura ciudad, su casa en los suburbios y su familia tienen tonos pastel. Porque es su zona de confort, donde se recupera de ese mundo de violencia, de sombras y callejones, en el que pasa casi todo el día. Su familia es su refugio. Jugar con el color es fundamental para la narrativa”.
“En ‘El fuego’ me he dejado las tripas”
En diciembre David Rubín publicara su esperada obra El fuego. “Creo que es mi obra más personal, la más difícil y lo mejor que he hecho hasta ahora –confiesa-. Tanto a nivel técnico como artístico y argumental. Me he dejado el alma y las tripas en esta historia en la que me he enfrentado a un montón de secuencias, de situaciones, que nunca antes me había planteado dibujar. Pero estoy muy contento con el resultado”.
“Ha sido el mayor reto de mi carrera –continúa-. Pero con el que más he aprendido. He aprendido a tener humildad, he aprendido a no tener miedo a afrontar casi nada. También a variar el rumbo sobre la marcha, porque en el fondo las obras no dejan de ser un reflejo distorsionado nuestra propia vida y de cómo vemos la sociedad que nos rodea. Justo cuando empezaba a dibujarlo estalló la pandemia y eso hizo que cambiara un montón mi perspectiva sobre ciertos temas que tenía planteados en el guion. Por eso cambié muchas cosas sobre la marcha”.
“Tiene todas las claves autorales de otros de mis tebeos, pero llevados a otro terreno –aclara-. Tiene un ritmo mucho más pausado, como cocido a fuego lento, que mis otros tebeos. También hay que disfrutarlo pausadamente, no tiene el ritmo endiablado de Cosmic detective. Aunque fluye en todo momento, algo muy difícil de conseguir”.
“Es una obra muy dura, que habla de cosas muy duras que tienen su reflejo en el ahora, pero a la vez es bastante atemporal porque, por desgracia, seguimos repitiendo los errores del pasado. Es ciencia ficción a pie de calle. Es una obra triste y dejo poca opción a la esperanza con respecto al futuro del ser humano”.
“Me ha ayudado mucho a reflexionar cómo veo el mundo –continúa-, sobre cómo me veo a mi mismo, sobre el hecho de crear. Y también desmonta un montón de clichés sobre temas actuales como la masculinidad tóxica, el mito del triunfador o del hombre hecho a sí mismo… y esas mierdas liberales con las que se nos bombardea continuamente”.
“Es la obra más ambiciosa que he hecho desde El héroe –concluye Rubín- y es casi lo opuesto a El héroe. Se podría decir que si el Anticristo es lo opuesto a Dios, El fuego sería el antihéroe, con respecto a esa obra mía de 2011”.
Mientras esperamos a que se publique El fuego, que promete ser una de las grandes obras de este 2022, no os perdáis Cosmic detective, otra auténtica joya.