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Los 25 años del Guggenheim, en el Telediario

  • El museo celebra sus primeros 25 años como símbolo de la ciudad vasca

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Los 25 años del Guggenheim, en el Telediario

Un museo para entrar en el nuevo milenio. Bilbao se jugó a una carta su transformación y ganó. El Museo Guggenheim es el auténtico símbolo de la ciudad, su emblema más reconocible y un reclamo turístico para una ciudad que venía de desmantelar su industria metalurgica y naviera en la orilla del Nervión.

Han pasado 25 años y decenas de exposiciones de arte contemporáneo. El Guggenheim celebra el aniversario resaltando su colección propia y celebrando sus buenos datos de visitas. Hasta su 'padre', el arquitecto Frank Gehry pasea por Bilbao para celebrar el cumpleaños.

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La guinda del plan para cambiar el 'chasis' de Bilbao

En 1990 Bilbao era una ciudad suicia, gris y con un 25% de paro. El plan para regenerar la ciudad de los astilleros y las chimeneas incluía la recuperación de la ría para convertirla en un lugar más amable.

“Estábamos obligados a hace un plan general nuevo que cambie el chasis de una ciudad fea y destartalda, y que nos permita apostar por ese nuevo empleo”, recuerda Ibon Aresao, concejal de Urbanismo del ayuntamiento de Bilbao entre 1911 y 2015.

La guinda del plan para cambiar el 'chasis' de Bilbao

El museo era solo la guinda de un plan de expansión para la ciudad y se encontró con una fuerte oposición popular. Guggenheim buscaba expanderse en Europa y no encontraba dónde. “Llegó un momento que, o se casaban con nosotros que éramos la más fea o se volvían solteros a América”, dice Aresao.

El gobierno vasco aprueba el proyecto en 1992 con una apuesta fuerte: Frank Gehry, premio Pritzker en 1989, un arquitecto estrella, que deja su firma en cada metro de fachada curvada.

Titanio: el metal que emebellece con luz y lluvia

Para Ghery, el contexto de la ría y del puente cercano sobre el museo sugería usar el metal, un material con el que llevaba años experimentando y combando a su antojo. Su elección para la fachada fue el titanio, pese a que se encontró con la resistencia debido a su coste. “Pero vimos como actuaba con sol, lluvia: es un material que embellece la luz que recibe, juega con ella” recordaba Gehry. “Y lo mejor es que es fuerte y duradero, con cientos de años de garantía, y siempre repele el viento”.

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El edificio está recubierto por 33.000 planchas de titanio de 0,38 milímetros de grosor, que están engatilladas entre sí, por lo que adquieren un ligero abombamiento. En total, 60 toneladas de titanio cubren la fachada del museo. A mes y medio de su inauguración, Gehry todavía resolvía sobre el terreno las dificultades de su ensamblaje. Se dudaba de los plazos, pero se llegó a tiempo.

En la cola del primer día del museo

¿Cómo fue aquella inauguración del 18 de octubre de 1997? Un total de 4.502 visitantes pudieron entrar tras pagar la entrada de 700 pesetas. El resultado era un edificio tan transgresor y protagonista de la ciudad que parecía eclipsar el arte que contenía. ¿Qué era más importante?

El mismo día que de la apertura, Gehry declaraba: “Nunca intenté crear un edificio que eclipsara el arte, sino un edificio fuerte y que tuviera una fuerte presencia en la comunidad. Espero que el arte se vea bien dentro, yo creo que sí”.

Gehry: "Me enamoré de la personalidad de los vascos"

Dos décadas y media después, Gehry pasea alegre por Bilbao otra vez. Ha venido a soplar las velas de una de sus obras más célebres, que supuso además el reto de entender una cultura desconocida para él, según explica en una entrevista en TVE.

Frank Gehry: "Me enamoré de la personalidad de los vascos"

"Me enamoré de la personalidad de los vascos. Puedes cerrar un trato con un apretón de manos. No hay por qué firmarlo todo. Se guían por la confianza, la honestidad y la claridad, y eso me gustó", explica.

Hace 25 años tuvo que justificar la magnificencia de su obra, una inmensa mole de curvas extravagantes, diseñada con un software altamente sofisticado y recubierto de placas de titanio. "Milagrosamente, los rusos tuvieron un exceso de titanio, los precios reventaron en el mercado durante esos tres meses y el precio del titanio fue más barato que el del acero. Así que...¡bingo! Lo teníamos. Fue un milagro".

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La 'Generación Puppy': los que no conciben la ciudad sin el museo

La igualmente icónica escultura floral de Jeff Koons cumple también medio siglo. Como los jóvenes que nacieron en 1997 y el museo les acompaña desdw su infancia. "He venido un montónde veces", dice Begoña, que tenía siete meses cuando se inaguró. "Cuando viene la gente de fuera es uno de los lugares a los que llevarles".

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