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Cáncer de mama

La experiencia del Reto Pelayo para concienciar sobre la lucha contra el cáncer de mama

  • Cinco supervivientes del cáncer viajan a Jordania para demostrar que hay mucha vida detrás del cáncer
  • La enfermedad puso al límite sus vidas y ahora retan a su cuerpo a través del deporte

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Reto Pelayo: El deporte como medicina

Olga Martín Peccis, funcionaria municipal de profesión, superó hace dos años, el cáncer de mama triple negativo, el más agresivo. Y, dentro de tres días, se embarca en el mayor reto deportivo de su vida, en Jordania, junto a 5 compañeras, también supervivientes de cáncer, en el Reto Pelayo Vida 2022.

Reto Pelayo Vida 2022 en Jordania

En esta octava edición, durante 15 días, recorrerán 285 kilómetros en MTB, hasta la mítica ciudad de Petra; realizarán un rápel en el vertiginoso Wadi al Mujib (1300 m.) junto al mar Muerto; escalarán el Jebel Rum (1734 m.). La última prueba es bucear en las profundas aguas del mar Rojo.

Para Peccis el deporte es su medicina. Su punto de inflexión fue ver cómo cinco mujeres, que habían superado un cáncer, conseguían lograr retos tan exigentes como ascender el Kilimanjaro, atravesaban el océano Atlántico en 13 días o recorrían 122 kilómetros a pie en Groenlandia.

El ir juntas es una metáfora de lo que tienes que hacer con el cáncer

Verlas le ilusionó tanto que se propuso ser una de ellas. Ahora es su momento y dice que “el ir juntas es una metáfora de lo que tienes que hacer con el cáncer”. Recalca que “no es ninguna batalla en la que hay que luchar. Siempre es la unión de un equipo de tu gente, de la que te está arropando y apoyando para que salgas del cáncer. Este reto es lo mismo, vamos a ir juntas y lograremos llegar arriba”, dice orgullosa.

Esta expedición está creada para que las participantes formen parte de un equipo y como tal, tendrán que asumir la dureza del recorrido, durmiendo pocas horas, comiendo en haimas de beduinos, no siempre encontrarán una ducha a su disposición y manteniendo siempre el espíritu del reto.

La enfermedad

El cáncer también le ha enseñado a exprimir la vida al máximo, a relativizar, a priorizar: “Para mí fue un zasca que me dio la vida que me hizo espabilar para despertarme y quererme más”. Y aprendió a quererse más y a dejarse querer por los demás.

Después de la doble mastectomía, no quedaba ni rastro del tumor

El día más feliz de su vida, asegura que fue cuando le dijeron que, “después de la doble mastectomía, no quedaba ni rastro del tumor”. Cuando todo terminó Olga solo supo dar las gracias a sus amigos, sus dos hijas y a sus familiares. Así que decidió celebrar la vida con una fiesta a la que llamó “bye bye quimio”.