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Análisis | Guerra en Ucrania

La batalla de Jersón, clave para Rusia: el punto estratégico para la conexión con Crimea

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Imagen de archivo (mayo de 2022) con una vista aérea de la ciudad de Jersón, en Ucrania. Foto: Andrey BORODULIN / AFP
Imagen de archivo (mayo de 2022) con una vista aérea de la ciudad de Jersón, en Ucrania.

Rusia ha comenzado a evacuar a los civiles de la zona que controla en Jersón (sur de Ucrania), a la vez que ha decretado la ley marcial en los territorios ocupados que se ha anexionado (las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y la propia Jersón). Los invasores reaccionan así ante el avance de la contraofensiva ucraniana que, en el caso de Jersón, amenaza una de las vías principales a la península de Crimea, la más preciada posesión rusa en el país vecino, anexionada en 2014.

Los rusos tomaron la ciudad de Jersón en marzo. Fue la primera ciudad importante que cayó en sus manos (después vendría Mariúpol), y la única capital provincial que han conquistado desde el inicio de la invasión, el 24 de febrero.

La región es fronteriza con la península de Crimea, por lo que es el puente que necesita Rusia para establecer un corredor terrestre desde territorio ruso a la península, a través de Donetsk. Sin este corredor terrestre, Crimea se conecta con Rusia por barco y por el puente de Kerch, por lo que es más vulnerable, como demostró el atentado contra el puente del pasado 8 de octubre. En sentido contrario, Rusia envía a través de Jersón refuerzos y suministros a sus fuerzas situadas en el sur de Ucrania.

En el sur de la provincia de Jersón se encuentra también el Canal de Crimea del Norte, un canal artificial que lleva agua desde el río Dniéper a la península para el riego de tierras agrícolas.

"Jersón es un punto neurálgico de conexión con Crimea y con el resto de Ucrania, y un punto de tránsito de mercancías y bienes, como cereales", explica a RTVE.es Frédéric Mertens, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Valencia. Mertens cree que, ante la falta de material y de refuerzos con formación militar que sufre el Ejército ruso, Moscú intenta proteger Crimea, "la joya de la corona", y reforzar otros frentes.

"La provincia de Jersón es más importante que la ciudad", subraya Enrique Ayala, analista de la Fundación Alternativas. "Desde el punto de vista práctico la pérdida de la ciudad en sí no supondría un desgaste importante para Rusia, que tampoco controla la capital de Zaporiyia".

"Pero si se pierde la capital, habría pocos obstáculos para que las tropas ucranianas reconquistaran toda la provincia y ahí se rompería la continuidad territorial y se pondría en peligro suministro de agua a Crimea", añade Ayala, además de suponer una derrota simbólica para los rusos y una "inyección de moral" para los ucranianos.

Los rusos tienen dos alternativas: resistir en la ciudad, con el río a su espalda, o marcharse, abandonándola a los ucranianos. "Si reciben del Kremlin órdenes de resistir, podrían hacerlo bastante tiempo, semanas o quizá meses", asegura Ayala.

La retirada, en cambio, no es tan fácil: los puentes han sido destruidos, y solo quedan un puente móvil construido con pontones por los militares rusos, y los transbordadores, que ahora se están usando para llevar a los civiles a la otra orilla.

Ayala no descarta además que los ucranianos puedan volar la presa de Kajovka, situada río arriba, para anegar Jersón y dificultar aún más la situación para los rusos. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha acusado este jueves a los rusos de haber minado Kajovka y de estar planificando su destrucción.

El almirante retirado Juan Rodríguez Garat considera que es "inevitable" que los rusos pierdan Jersón, y cree que ganarían más retirándose y trasladando a sus tropas a la orilla este.

"Rusia tiene un frente demasiado grande y está intentando reducirlo", ha declarado en La Tarde en 24 Horas. "Todo lo que quede de la región de Jersón en poder de Rusia estará al otro lado del Dniéper, y será más fácil de defender".

Juan Rodríguez Garat: "La pérdida de Jersón por los rusos es inevitable" - Ver ahora

En las últimas semanas, unos 2.000 soldados rusos movilizados por Moscú en las últimas semanas han llegado al territorio ocupado de la región, según fuentes ucranianas.

Ucrania necesita avanzar antes de la llegada del invierno

Rodríguez Garat espera que, cuando completen su avance en Jersón, los ucranianos no se detengan, sino que sigan presionando en Zaporiyia y Lugansk.

Ucrania inició a principios de septiembre su contraofensiva en Járkov (este), que llegó hasta la frontera rusa, y en octubre se dirigió hacia Jersón. También ha recuperado localidades en Donetsk, como Liman. La rapidez del avance ucraniano ha sorprendido a muchos, ha obligado a Vladímir Putin a decretar una movilización parcial y ha movido a Occidente a redoblar sus apoyos a Kiev, pero esto no significa que Ucrania vaya a ganar la guerra.

"El conflicto se puede transformar en una guerra de posiciones, como en la Primera Guerra Mundial - advierte el profesor Mertens - en la que los rusos intenten dificultar el avance de los ucranianos. Las líneas de trincheras ya se pueden ver en las imágenes vía satélite".

Este escenario no le interesa a Ucrania, porque "cuando estás en una contraofensiva, la regla del juego es ir más rápido que el adversario". "Ucrania tiene interés en ir rápido porque no es seguro que Occidente vaya a apoyarle siempre - añade el profesor de la Universidad Europea de Valencia - y más ante un posible cambio en la opinión pública de esos países por la inflación y la llegada del invierno, con los problemas con el precio del gas".

A los ucranianos también les interesa avanzar todo lo que puedan antes de que las condiciones climáticas del otoño y el invierno dificulten las operaciones militares. En Ucrania, como ocurre en Rusia y en Bielorrusia, se da un fenómeno conocido como rasputitsa: las lluvias y heladas otoñales y el deshielo de la primavera transforman el terreno en un lodazal, y dificultan el movimiento de tropas y transportes. Los Ejércitos se ven obligados a usar los caminos asfaltados y las carreteras, por lo que son blanco fácil de las emboscadas y los francotiradores.

"Tanto rusos como ucranianos están acostumbrados a ese tipo de clima y terreno - puntualiza Enrique Ayala - Aunque las operaciones militares se ralentizarán, con menos capacidad ofensiva, la guerra no parará. Los Ejércitos están más acostumbrados, bastante peor lo va a pasar la población civil, que va a pasar un invierno sin recursos, sin gas, energía, calefacción ni electricidad".

Una ralentización de operaciones, o incluso el estancamiento de los frentes, podría, por otro lado, crear las condiciones para un posible alto el fuego.

"A medida que el territorio ocupado por Rusia en Ucrania llegue a las fronteras de lo que tenía el 24 de febrero [el día en que comenzó la invasión], quizá se pueda firmar un alto el fuego, al menos durante un tiempo, para que ambas naciones se puedan recuperar", opina Rodríguez Garat.

¿Qué pasará con los civiles?

El Ejército ruso ha asegurado que va a garantizar la seguridad de los civiles de Jersón (que, según Rusia, tras la anexión son ciudadanos rusos), y para ello ha ordenado su evacuación. Se espera que entre 50.000 y 60.000 personas sean evacuadas a la margen izquierda del Dniéper. Muchos se van voluntariamente, mientras otros optan por quedarse. Pero ¿qué pasará con los que se marchan? ¿Podrán regresar a sus hogares?

Rusia continúa evacuando a civiles de Jersón - Ver ahora

Zelenski ha calificado las evacuaciones de "deportación" y ha advertido que "los ocupantes intentarán reclutar hombres". "Traten de abandonar el territorio ocupado", ha recomendado.

"Unos lo verán como una deportación y otros como una evacuación, porque la zona se va a convertir en un campo de batalla", afirma Frédéric Mertens. "Evacuar a la población puede tener dos efectos: uno, como propaganda, y en caso extremo, podrían usarlos como escudos humanos", añade.

La Convención de Ginebra establece que una "potencia ocupante" puede evacuar a la población civil de un área "si así lo requieren la seguridad de la población o imperiosas razones militares". Los civiles solo podrán ser desplazados "en el interior del territorio ocupado, excepto en casos de imposibilidad material" y deberán poder regresar a sus hogares "tan pronto como hayan cesado las hostilidades en ese sector". En ningún caso se les puede obligar a participar en las hostilidades.

Rusia, sin embargo, considera a la población de Jersón como rusa. En otro decreto firmado este miércoles, Putin ha puesto en alerta Crimea y en seis regiones rusas fronterizas con Ucrania (Krasnodar, Belgorod, Bryansk, Voronezh, Kursk y Rostov). Entre otras medidas, les pide que preparen instalaciones y medios para el "reasentamiento temporal" de población.