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Análisis | China

Xi Jinping, de "príncipe" del Partido Comunista al líder "más autoritario" desde Mao

  • Su padre fue víctima de las purgas durante la Revolución Cultural en China
  • Logra su tercer mandato como presidente, algo inédito entre sus predecesores

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Xi Jinping, el líder chino más poderoso desde Mao

Después de diez años en el poder, la figura de Xi Jinping se fortalece en el vigésimo congreso del Partido Comunista de China, en el que queda refrendado un cambio en la Constitución que eliminó los límites en el poder. De esta forma, el presidente, “príncipe” de la élite comunista, podrá continuar un tercer mandato.

A pesar de que su padre, quien llegó a ser viceprimer ministro, fue víctima de las purgas durante la Revolución Cultural y el propio presidente sufrió las consecuencias de ello, Xi Jinping admiraba al Partido Comunista e intentó varias veces unirse a la formación.

A finales de la primera década del siglo XXI, el Partido Comunista buscaba un candidato con pedigrí y pensó en Xi para sustituir al entonces presidente Hu Jintao. Lo que nadie esperaba era el “giro sorpresa” que dio cuando llegó al poder en 2012, según afirma a RTVE.es el profesor de Estudios Chinos en la Universidad Pompeu Fabra, Manel Ollé.

“Por la trayectoria de su padre, que estuvo cercano a las posiciones más reformistas del partido en los años 80, todo hacía prever que Xi sería también reformista”, indica el profesor. “Pero lo cierto es que dio un giro importante hacia una China más autoritaria”, señala.

El académico español Xulio Ríos opina que el partido y el propio Xi “intentan transmitir la sensación de que estamos ante un líder fuerte, el líder que el país necesita en una época turbulenta”. “Xi y el partido intentan dar la imagen de un líder con gran capacidad de decisión, con voluntad de resolver los problemas que se han cronificado a lo largo del tiempo”, añade.

Hijo de un líder revolucionario chino

Nacido en 1953 en Pekín, Xi Jinping es hijo del héroe revolucionario Xi Zhongxun, uno de los padres fundadores del Partido Comunista que llegó a ser viceprimer ministro, pero que fue víctima de las purgas durante la Revolución Cultural en China. Sus ilustres raíces hacen que Xi sea considerado un “príncipe”, como se conocen a los hijos de altos funcionarios de élite.

“Su padre era un líder y, aunque fue represaliado en la Revolución Cultural, fue un reformista en los años 80, la visión más negociadora con las diferencias y con las etnias”, explica Ollé, quien añade que Xi Jinping “creció a la sombra de este liderazgo”.

Para Ríos, ese “linaje familiar” ha sido importante para el presidente chino, ya que “le ha abierto caminos”.

La fortuna de la familia de Xi Jinping dio un giro dramático en 1962, cuando su padre fue encarcelado, y en 1966, cuando llegó la conocida como Revolución Cultural, una época en la que millones de personas fueron señaladas como enemigos de la cultura china y provocó violentos ataques en todo el país.

En esta época, Mao Zedong enviaba a los jóvenes de la élite política a zonas rurales para que se “desaburguesaran”. Xi fue uno de ellos. A sus 15 años fue enviado al campo para realizar trabajos forzados durante siete años en un pueblo llamado Liangjiahe.

“Aunque la figura de su padre es muy relevante, lo más relevante fue su experiencia dentro de la Revolución Cultural. (...) Dormía en una cabañita pequeña en el suelo de roca con cinco personas más”, opina la investigadora del Centro de Análisis Internacionales de Barcelona (CIDOB), Inés Arco. “La Revolución Cultural lo que hacía era hacer que estos jóvenes tuvieran un contacto con las masas, sobre todo la parte más rural de China. Xi Jinping utiliza mucho la importancia de que el partido tiene que volver a las masas por su experiencia”, añade.

Sin embargo, lejos de volverse contra el Partido Comunista, Xi lo admiraba y trató de unirse a la formación, pero fue rechazado varias veces por la posición de su padre. Fue con 22 años cuando logró enrolarse en las filas del partido, comenzando en la provincia de Hebei. En 1999 ascendió a gobernador de la provincia costera de Fujian, tres años después se convirtió en jefe del partido en la provincia de Zhejiang y en 2007 de Shanghái. Ese mismo año fue nombrado miembro del Comité Permanente del Politburó, el máximo órgano de toma de decisiones del partido.

En 2012, Xi logró convertirse en secretario general del Partido Comunista de China y, al año de siguiente, en presidente del país.

El líder "más autoritario" desde Mao

Xi Jinping logra su tercer mandato como presidente, algo inédito entre sus predecesores, después de que en 2018 se reformara la Constitución para eliminar el límite de dos mandatos presidenciales. La vuelta a un liderazgo indefinido supone una ruptura con el sistema creado por Deng Xiaoping, que estableció límites temporales para los altos cargos para evitar los excesos que causó la acumulación de poder en la época de Mao Zedong. En este sentido, algunos expertos afirman que Xi Jinping podría considerarse el líder más poderoso en China desde la época de Mao.

“El cambio constitucional es un cambio fuerte que puede llevar a pensar que Xi Jinping sea el líder más autoritario desde Mao. Con este cambio muere todo lo que es la herencia de Deng Xiaoping”, explica a RTVE.es la directora del Observatorio de Política China, Raquel León de la Rosa.

En la misma línea, el profesor de la Universidad Pompeu Fabra asegura que Xi Jinping “ha ido cambiando la forma de gobernar hacia una gobernación más unipersonal”. “Ha puenteado todos los ministerios y él es quien decide en todas las áreas”, añade.

Por su parte, Ríos cree que comparar a Xi Jinping con Mao es “excesivo”. “Mao tenía una autoridad natural que le venía del papel que desempeñó en el triunfo de la revolución, mientras que la autoridad de Xi Jinping es una autoridad construida a partir de un discurso que se ha elaborado en los últimos 10 años”, detalla.

Desde que llegó a su cargo de mayor responsabilidad, Xi ha supervisado una campaña contra la corrupción que los críticos presentan como una purga política, para eliminar a rivales políticos y otras fracciones dentro del partido. En los últimos 10 años, más de 4,7 millones de personas han sido investigadas por las autoridades anticorrupción.

“La selección de Xi Jinping como sucesor de Hu Jintao se hizo por la necesidad de acabar con toda la corrupción -o una parte muy importante de la corrupción del partido- y para que volviera a conectar el partido con las masas, convertir el partido en el centro del país”, señala Arco.

En 2018, Xi consolidó su legado después de que el “Pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una nueva era” fuera consagrado en la Constitución china, algo que solo logró antes Mao Zedong.

Imagen afable hacia la población y estratega del partido

Durante la mayor parte de su mandato, Xi parece haber disfrutado de una gran popularidad entre la población china. Según una encuesta realizada en 2018 por la Universidad China de Hong Kong, más del 50% de los encuestados afirmaron que apoyaban a un “líder fuerte que no tuviera que preocuparse por unas elecciones”, comparado con el 37% registrado en 2002.

Otro sondeo publicado en marzo de 2022 por la Universidad de California en San Diego señala que la confianza pública en el Gobierno central se ha mantenido alta, aunque se ha debilitado ligeramente desde julio de 2021. China ha experimentado bloqueos por el COVID y un deterioro acelerado de su economía, algo que podría haber ayudado a aumentar el descontento de la población.

“Xi Jinping tenía un apelativo familiar similar al ‘abuelo Xi’. Tiene una forma de vestir, de moverse muy tranquilo, muy afable. Eso le ha dado cierta popularidad”, asegura Manel Ollé, quien señala que el presidente chino también “tiene fama de ser un gran estratega dentro del partido”.

Para la investigadora del CIDOB, entre la población china “hay una sensación de que Xi Jinping es capaz de cumplir con todas las expectativas y ambiciones del país”. “La población lo que ve es que Xi es la persona que tiene la capacidad de esa visión de liderazgo, de contribuir a que China vuelva a ser una gran nación y recupere un papel importante en la política internacional”.

Por su parte, León de la Rosa opina que la visión del pueblo chino “ha ido transformándose”. “Durante lo que fue la transición hacia su primer y segundo mandato, muchos tenían esa imagen del padre de la población china, esa idea del culto a la imagen, pero hoy en día han comenzado a diversificarse las opiniones con respecto a sus acciones”, señala.

Más orientado a la presión militar sobre Taiwán

En los últimos meses, las tensiones sobre Taiwán han aumentado, especialmente desde la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, que fue considerada por Pekín como una provocación y motivó varias jornadas de maniobras militares chinas alrededor de la isla.

A pesar de que Taiwán tiene un Gobierno elegido democráticamente y en la isla viven alrededor de 23 millones de personas, Pekín ha considerado durante más de siete décadas a Taiwán como una provincia china que promete unificar al continente.

Bajo su mandato, Xi Jinping ha prometido la “reunificación” de Taiwán y ha amenazado con usar la fuerza militar para evitar cualquier movimiento hacia la independencia formal de la isla.

“La política que se pactó con Estados Unidos en los años 70 es que Washington reconocía que había una sola China, pero que se llegaría a la reunificación de forma pactada y nunca a través de la violencia”, señala Ollé. “Xi ha introducido la presión militar. Desde los años 90 la estaban utilizando, pero no de forma tan clara en el discurso”, recalca.

Por su parte, Ríos asegura que China ha dicho que “el problema de Taiwán no puede ser dejado de generación en generación y eso se ha interpretado como acelerar el paso para la reunificación, con el horizonte en 2049”. En ese año se celebrará un siglo de la proclamación de la República Popular de China. “Si no logra la reunificación de Taiwán, la modernización no habría sido completada”, asevera.

La investigadora del CIDOB asegura que es “difícil saber si realmente Xi Jinping quiere ser quien consiga la reunificación con Taiwán”. “Está siguiendo esa idea de que debería haber una reunificación de cara a 2049, pero más allá de si será él quien estará gobernando o no, no lo sabemos”, afirma.