Rocío, víctima de bullying: "Te hacen sentir tan de menos, tan pequeñita, tan sola"
- El reportaje 'No son cosas de niños' de RNE incluye testimonios de víctimas y expertos en la lucha contra esta lacra
- El teléfono contra el acoso escolar de la fundación ANAR recibió casi 30.000 llamadas en 2021
El 19 de mayo de 2021 Kira no pudo más. Su padre, José Manuel, lo recordará siempre como el peor día de su vida. "Que mi hija se ha quitado la vida y lo hizo a las 8 y 4 minutos cuando iba al colegio, en el hueco de la escalera. Esa mañana no quería ir a clase. Ojalá me lo hubiese dicho". El dolor de José Manuel es infinito. "Es peor que morir uno mismo, yo me cambiaba por ella”. 17 años antes, Jokin Ceberio, a punto de cumplir los 15, se arrojó desde la muralla de Hondarribia, huyendo del infierno al que le sometían desde hace años un grupo de chavales de su colegio.
Los testimonios de quienes han padecido acoso escolar son escalofriantes. “Tristeza, angustia, muy deprimido y sin ganas de vivir”, describe Gonzalo, víctima de bullying entre los 6 y los 12 años. “Un entorno muy hostil, siempre notabas las miradas, las risas. Te hacen sentir tan de menos, tan pequeñita, tan sola", recuerda Rocío, acosada por un grupo de compañeras”. "El acoso es un fenómeno de agresión injustificada, sostenida en el tiempo, entre iguales", define Rosario Ortega, catedrática de Psicología Evolutiva de la Universidad de Córdoba y la mayor especialista en España sobre esta lacra. "Estamos hablando de violencia, con todas las letras, que tiene unos efectos devastadores en quien la padece y el peor de todos, desde luego, es el suicidio".
El teléfono de la Fundación ANAR
Al menor le cuesta mucho pedir ayuda. En torno a 15 meses, según el estudio de la Fundación ANAR que gestiona el teléfono contra el acoso puesto en marcha por el ministerio de Educación y Formación Profesional, el 900.018.018. De ahí, señala su responsable, Diana Díaz, la importancia de manejar bien ese primer contacto. "A lo mejor es la única oportunidad de hablar de ese problema. Muchas veces no se lo han contado a nadie y si fracasamos, igual no vuelven a hacer esa petición de ayuda".
Según los análisis de ANAR, uno de cada cuatro menores percibe que en su clase se da una situación de acoso, pero muchos expertos creen que la estimación se queda corta. Enrique Pérez, presidente de la Asociación Española contra el Acoso Escolar, AEPAE, apunta que basta con preguntar a los chavales para conocer la dimensión real del problema. El programa de prevención del acoso que AEPAE aplica en los centros escolares que se lo piden incluye un test a los alumnos. Son preguntas sencillas, sobre si alguien alguna vez les ha escondido cosas, si les han hecho gestos de burla o desprecio, si se han burlado de su apariencia física, etc.
Una versión reducida del que en 2007 sirvió para elaborar el informe Cisneros, el mayor estudio sobre bullying realizado en Europa y texto de referencia para todo el que quiera abordar con seriedad el problema que no es, ni mucho menos, marginal. Rosario Ortega, que lleva 35 años estudiando el fenómeno, tiene muy claro lo que hay que hacer: padres, profesores y directores de centros tienen que ACTUAR, sin demora y con decisión. “A veces la intervención temprana de un profesor que sabe lo que hay que hacer disuelve el asunto de inmediato. Y los directores no deben mirar hacia otro lado y quitarle importancia", explica.
Los profesionales reclaman más medios humanos y económicos
Pero a juzgar por la persistencia del problema, no parece fácil ponerle coto. Esteban Álvarez, presidente de la Asociación de Directores de Institutos Públicos de Madrid, al frente del IES Sierra de Guadarrama, señala con ironía que poner un teléfono es muy fácil. "Lo difícil es dotar a los centros de medios humanos y económicos para ocuparse del buen clima de convivencia, una carga más de los docentes. Esto hace que muchas veces nos pongamos a la defensiva". Pese a los protocolos de acoso y las instrucciones que tienen todos los centros escolares para abordar los casos de bullying, la experiencia de las víctimas es de pasividad y negación de la evidencia.
Las víctimas y sus familias se quejan de la inacción de los centros. Y es que el sistema, asegura AEPAE, es un fraude. No se puede ser juez y parte a la vez, dice Enrique Pérez. "El colegio decide si se aplica o no el protocolo de acoso.... Ya vamos mal", critica José Manuel, el padre de Kira, que acusa al centro donde estudiaba su hija de boicotear todos sus intentos de que se reconozca la verdad.
Jokin, Laura, Diego, Arantxa, Kira… ya no están porque el sistema falló, según señalan los expertos. No los protegió. Tampoco se ocupó de sus acosadores. Un error, denuncia Rosario Ortega, que nos puede costar caro. “Estamos formando un pequeño monstruo. Sabemos el pronóstico terrible que tiene un niño de 10-12 años que ha organizado un sistema de matonismo sin consecuencias".
Eso es lo que quiere evitar el padre de Kira con su petición, respaldada por más de 225.000 firmas, de una ley estatal contra el acoso escolar. Su deseo es impedir que los acosadores queden impunes, que quienes lo toleran mirando hacia otro lado no reciban su castigo. Que no pueda volver a suceder lo que ocurrió con Jokin: el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco exculpó al instituto y al gobierno autonómico de cualquier responsabilidad.
Rocío, con 32 años y dos hijos pequeños, es hoy una mujer feliz. "Si no llego a tener ese refuerzo en casa de amor no creo que mi historia de hoy fuese la que es. Yo he curado bien, pero otros no. Ni siquiera se están salvando". Se trata de impedir que la tragedia se repita