Álex de la Iglesia: "Las grandes películas siempre tienen algo imprevisto que la gente no sabe que necesita"
- El cineasta estrena El cuarto pasajero, una comedia con Blanca Suárez, Alberto San Juan, Ernesto Alterio y Rubén Cortada
Dice Álex de la Iglesia que no ha hecho otra cosa sino huir de la vida real. “Siempre he querido vivir rodando y que no hubiera tiempos muertos. Y así he generado una vida alrededor: mi mujer es productora, mis hijas me acompañan a los rodajes. Es algo muy ambicioso: convertir tu vida en una ficción”.
Hay que darle la razón: este año estrenó Veneciafrenia, ha rodado nueva temporada de 30 monedas y estrena ahora El cuarto pasajero. Y no mencionamos sus proyectos como productor.
Dice que Paolo Vasile le retó a hacer una comedia romántica y la ha hecho a su manera. Julián (Alberto San Juan) es un hombre enamorado de Lorena (Blanca Suárez), pasajera que a través de una aplicación de vehículo compartido le acompaña habitualmente en el trayecto entre Bilbao y Madrid. Pero cuando Julián está decidido a declararse, dos nuevos pasajeros desataran el caos y su perdición: un expansivo y tramposo empresario (Ernesto Alterio) y un atractivo aventurero (Rubén Cortada).
Dice que es su primera película romántica, pero la comedia es algo que define su cine desde Acción mutante. “La esencia de la comedia es no pensarse como comedia. Cuando cuentas un chiste no puede parecer un chiste. Lo interesante es que la situación sea graciosa porque es imposible o contradictoria. La ventaja de esta comedia es que la acción está en los diálogos, en personajes que están siendo perseguidos por la vida, no por otro personaje”.
Lo explica para diferenciarla de otras road movies, incluida la explosiva Perdita Durango que filmó en 1997. “Aquello era una comedia distinta”, dice entre risas. Con su reconocido horror vacui, era inevitable que todo confluyese en un gran atasco a las puertas de Madrid. “Hay un cuento de Cortázar que termina en un atasco (La autopista del sur) y una muy buena adaptación (El gran atasco). La road movie clásica, que a mí me gusta, es la de los 60, por ejemplo Dos en la carretera, que no es comedia pero ha sido una influencia. Y los autos locos”.
"Al fin tenemos una imagen de industria"
Después de más de 30 años de carrera, y haber presidido la Academia de Cine, dice que no encuentra mejor época de la industria audiovisual. “Tengo problemas para conseguir un foquista o un ayudante de cámara porque todo el mundo está trabajando. Hay más oferta y más competencia y, al fin, tenemos una imagen de industria”.
Y argumenta que esa competencia no solo se traduce en cantidad, sino en también en un círculo virtuoso que conduce a más calidad. “Negar que es un gran año de cine es absurdo. Estamos en el mejor momento porque hay mucha gente haciendo contenido y más actores como las plataformas queriendo producir en España. Genera un movimiento industrial que hace que las cosas mejoren”.
Aunque ha llevado a la comedia romántica a la acción, dice que quiere hacer algo épico, incluso con superhéroes. “Leo Marvel desde los siete años cuando lo publicaba Vértice y salía Zarpa de Acero y Kelly ojo mágico. Es precisamente esa especie de mitología urbana la que forma mi carácter: decía, ¿por qué no hacemos eso aquí? Entonces era inimaginable, no teníamos ni los tebeos auténticos, lo leíamos en blanco y negro deformado”. ¿Alguna preferencia? “Me hubiese gustado Doctor Extraño, pero ya está hecho. Me gusta Estrella plateada. O Los Inhumanos, que salen un poquito pero no de la manera que deberían. Sobre todo, el material de Jack Kirby, que es el mejor”.
Explica que no cree que el espectador haya cambiado y que su relación como creador con el público es la misma. “La gente escoge de la oferta que tiene y van generando un feeedback que provoca que la industria reaccione. ¿Qué pasa? Que la gente nunca va a desear una cosa que no conoce. Y eso es problemático porque es la única manera de hacerlo es proponer algo que probablemente vaya en contra del mercado. Ese es el juego y la aventura de hacer cine”.
Un pacto entre industria, creadores y público del que, opina, que surgen las obras maestras. “En un juego en el que tú de pronto estás convenciendo a un montón de gente de algo que no quieren hacer porque creen que no es comercial. Es esa mecánica diabólica: lo que hacen las grandes películas es dar algo imprevisto y al mismo tiempo necesario. Algo que la gente no sabe que lo necesita y lo descubre. Eso es lo que deberíamos buscar todos”.