Los casos del "Sherlock Holmes" español que revolucionó la policía científica y atrapó a "Fantômas"
- El libro Elemental recoge los crímenes resueltos por Ramón Fernández-Luna, "el Sherlock" español
- Getafe Negro, el festival de novela policíaca de Madrid, homenajea al detective de Conan Doyle
Ramón Fernández-Luna (Almadén, 1867-Madrid, 1929) no fumaba en pipa para decepción de la prensa de principios del siglo pasado aunque al parecer sí bebía café en cantidades industriales. A cambio, el inspector se ajustaba al cliché detectivesco portando una lupa con la que se enfocaba en su mantra de investigación: la observación al detalle del escenario del delito a la que sumaba técnicas avanzadas de dactiloscopia (huellas dactilares), fotografía o reconstrucción de los hechos.
Además, Fernández-Luna se comportaba con una honradez inmaculada: era completamente refractario a la violencia, moneda de cambio común en las comisarías madrileñas donde se molía a palos a los delincuentes. Bajo estos mimbres y con una capacidad de deducción extraordinaria, se convirtió en pionero en la implantación del trabajo de la moderna policía científica y resolvió decenas de crímenes sonados entre 1910 y 1924.
Con esta similitud cuasi milimétrica con el detective de Arthur Conan Doyle los periódicos pronto le bautizaron como el “Sherlock Holmes” español. Una figura literaria mítica a la que Getafe Negro, el festival de novela policíaca de Madrid, rinde homenaje en la edición que se celebra estos días.
“Fernández-Luna, conocido como “Sherlock", leía todo lo que caía en sus manos sobre ciencia forense e investigación desde órdenes judiciales a catálogos de prisiones, a eso sumaba una gran memoria y la recopilación de datos. Muchas veces los criminales se asustaban porque sin haberles detenido previamente sabía muchas cosas de ellos. Creó un gran archivo de 116.000 fichas del hampa y de importantes personalidades. Guardaba información de todo lo que pudiera ayudarle a resolver casos”, explica José Antonio Bonilla, autor de Elemental, Fernández-Luna (Dilatando Mentes Editorial, 2022).
Este libro a medio camino entre la biografía, el ensayo y la crónica periodística ilumina la sagacidad del inspector a través de sus "archivos secretos”. Una personalidad singular que ha permanecido difuminada a través de las brumas del tiempo.
“Se le considera pionero de la policía secreta porque utilizaba disfraces para inmiscuirse en los bajos fondos. También los miembros de la brigada de investigación criminal que él creó, a los que a veces hacía vestirse de mujer para infiltrarse”, añade el escritor que ha participado en la mesa redonda sobre “Los otros Sherlock” con ejemplos de policías reales que se ha celebrado en Getafe Negro.
Los casos más célebres y complejos
Entre los crímenes más célebres que resolvió Ramón Fernández-Luna se encuentra el “caso Fantômas” (1916) que recogió puntillosamente la prensa internacional. El ya comisario atrapó a “Fantômas”, alias el fantasma, uno de los ladrones de guante blanco más escurridizos de la época.
De ascendencia mallorquina, Eduardo Arco desvalijaba hoteles de lujo vestido de negro y llevaba consigo la calavera de una mujer joven (una antigua amante) con la que asustaba a sus víctimas. De maneras exquisitas, se desenvolvía en cinco idiomas con soltura y para redondear el tópico seducía a las damas de la aristocracia con su verborrea, a las que también robaba aunque sus esposos no denunciaban por pura vergüenza.
“Se hacía pasar por ingeniero, piloto, tirador, esgrimista y hasta miembro de la nobleza”, añade Bonilla. Perseguido por medio mundo, Fantômas se esfumaba en el aire, hasta que recaló en Madrid y dio un paso en falso.
“Montó una timba ilegal y estafo 3.000 pesetas a un empresario andaluz que en vez de callarse le denunció. Fernández-Luna sospechó y ordenó registrar sus maletas donde encontraron herramientas especiales para el robo. Consiguió desenmascararle pero quedó en libertad aunque Luna le arrancó el compromiso de no volver a actuar en España porque si no le perseguiría”, explica el autor sobre el delincuente cuyo halo legendario inspiró la serie de novelas policíacas sobre el archivillano Fantômas de los franceses Marcel Allain y Pierre Souvestre.
Con semejante material entre manos el cine tampoco podía resistirse y el fantasma dejó huella en películas como Atrapa un ladrón (1955), protagonizada por Gary Grant.
La primera agencia de detectives privados
Otro de los casos resueltos por el agente español, y trasladado a la pantalla en la serie La huella del crimen (disponible en Rtve Play), fue el truculento "crimen del capitán Sánchez" (1913): la desaparición de un acaudalado viudo cuyos restos aparecieron en las cloacas y hallados gracias a las exhaustivas pesquisas de Fernández-Luna.
Y un éxito más en su hoja de servicios: la resolución del robo de las 18 valiosas piezas del Tesoro del Delfín del Museo del Prado donde el policía recurrió a las huellas dactilares y a la reconstrucción para capturar a los dos celadores que habían participado en el complot, y recuperar parte de las joyas cuyo destino era el mercado negro.
Con sus métodos poco ortodoxos y su ética intachable, sumado a que era una bomba de relojería por la información que atesoraba, Ramón Fernández-Luna fue apartado y depurado varias veces, la última durante la dictadura de Primo de Rivera a causa de sus ideas liberales.
No se rindió y grabó su nombre a fuego en la crónica policial. Desde 1924 se volcó en la investigación privada y creó una de las primeras agencias de detectives: el Instituto Internacional Fernández-Luna que se mantuvo activo hasta mediados de los años 80. Un paso mucho más allá de lo que pudo haber imaginado Conan Doyle para su sabueso estrella.