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En la ruta nuclear (y IV)

Francia afronta el dilema de los residuos radioactivos, una batalla de un millón de años

  • Accedemos al laboratorio a 500 metros bajo tierra donde se investiga cómo almacenar los residuos más peligrosos
  • En Bure, a apenas dos kilómetros, los activistas luchan desde hace dos décadas contra el proyecto
  • RTVE.es viaja a Alemania y Francia para conocer a fondo el debate sobre la nuclear. Esta es la última entrega de la serie.

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En el laboratorio subterráneo de Bure se investiga cómo almacenar los residuos más radioactivos de Francia
En el laboratorio subterráneo de Bure se investiga cómo almacenar los residuos más radioactivos de Francia

Descender 500 metros bajo tierra no es tarea fácil. Hay que hacerlo en un ascensor que tarda unos siete minutos, llevar casco con linterna, material de emergencias y tapones en los oídos para amortiguar el ruido atronador. Esta es la distancia que hay que recorrer para llegar a la veta en la que se almacenarán durante un millón de años los residuos más radioactivos de Francia.

RTVE.es ha accedido al laboratorio subterráneo de Bure, a unos 300 kilómetros al este de París, donde se lleva a cabo la delicada tarea de investigar cómo se almacenan estos peligrosos residuos. Aquí se analiza qué tipo de material aísla mejor la radioactividad o cómo evitar que esta pueda infiltrarse en los acuíferos cercanos o salir a la superficie en caso de terremoto. Esta es la última entrega de una serie sobre la nuclear en Europa mediante la cual este medio ha viajado a Alemania y Francia para conocer de primera mano el debate sobre esta energía.

La historia del almacén de Bure, que se espera que comience a funcionar alrededor de 2035 y se selle en 2150, es paralelamente otra historia de fuerte oposición ciudadana. A apenas dos kilómetros del laboratorio se encuentra la Maison de Résistance, la Casa de la Resistencia, donde desde hace casi dos décadas viven y luchan decenas de activistas antinucleares para evitar que se instale aquí el proyecto.

Almacén a prueba de glaciaciones y terremotos durante miles de años

¿Por qué en Bure? "Nadie quiere un almacén de residuos radioactivos en su ciudad", asegura Joël Domenjoud, histórico activista de la asociación Sortir du Nucleáire (Salir de la Nuclear), en un encuentro con periodistas internacionales en la Casa de la Resistencia. Sin embargo, ANDRA, la empresa que se encarga de gestionar estos residuos en Francia, eligió este pequeño pueblo de menos de 100 habitantes porque "aquí no había la suficiente población para movilizarse", denuncia.

La versión de ANDRA es distinta. Se decidió esta zona de entre otros cuatro departamentos candidatos porque cumplía con todos los requisitos para almacenar los residuos con seguridad. Es un área de baja sismicidad, y con una roca, un tipo especial de argilita, muy densa y casi impermeable, lo que la hace apropiada para evitar que se infiltre el agua y que la radioactividad se extienda. "Aquí el agua de la superficie solo alcanzaría un metro de profundidad a lo largo de los próximos diez millones de años", explica Sara DeWonk, directora adjunta del laboratorio, durante la visita al lugar. Para recalcar la solidez de esta roca, recuerda que lleva aquí 160 millones de años.

Como la radioactividad de estos residuos durará cientos de miles de años, el almacén estará diseñado para resistir a cualquier tipo de fenómeno que pueda ocurrir en este plazo, incluido el cambio climático actual, pero también varias edades de hielo que provoquen glaciaciones en la superficie.

El almacén Cigéo (Centro Industrial de Almacenamiento Geológico, en francés) será el destino final de los restos de radioactividad intermedia y alta de los 56 reactores en funcionamiento actualmente en Francia. Los residuos, que ahora se almacenan en cuatro repositorios temporales en superficie, con los riesgos que ello conlleva, serán trasladados aquí en tren en las próximas décadas.

Las instalaciones de Cigéo se encuentran al noreste de Francia, entre las regiones de Mosa y Alto Marne, a unos 300 km de París. Allí se almacenarán residuos que seguirán siendo radioactivos un millón de años.

Zona de recepción

La mayor parte de los residuos radioactivos llegarán a Cigéo en tren, con una frecuencia inicial de cinco viajes al año. Luego serán revisados y preparados para su almacenamiento bajo tierra.

Se almacenarán los residuos de radioactividad intermedia cubiertos de hormigón en grandes túneles. Los de alta radioactividad, en cambio, se guardarán en estrechas tuberías de acero. El proceso se llevará a cabo con la mínima intervención humana.

Rampa de descenso

Un funicular de 4,5 km desciende los residuos radioactivos hasta el almacén, situado a 500 metros de profundidad.

En esta veta hay un tipo de argilita especial que impide que se infiltre el agua y que la radioactividad se extienda.

Almacén

El almacén tiene capacidad para 80.000 m3 de residuos radioactivos. Un 12,5% del espacio albergará los restos más peligrosos.

Cinco pozos de 500 metros de profundidad garantizarán la conexión del almacén con el exterior.

Está previsto que la instalación comience a funcionar en 2035 y se selle en el año 2140.

En 2020, había 1,7 millones de metros cúbicos de restos radioactivos, el equivalente a 445 piscinas olímpicas, y este número seguirá creciendo mientras las centrales francesas estén operativas. Se calcula que hasta ahora solo se ha generado el 30% de los residuos de alta radioactividad que producirá el parque nuclear existente. Si finalmente el presidente Emmanuel Macron cumple con su promesa y amplía este parque con 14 reactores nuevos, tendrá que crear un nuevo almacén, ya que este solo tiene previsto

Décadas de manifestaciones, sabotajes y barricadas

Mientras tanto, en la superficie, los activistas reflexionan sobre su larga movilización contra este almacén. Su mayor preocupación, asegura Domenjoud, es que los restos nucleares contaminen los acuíferos y condenen definitivamente a esta región cercana a Verdún, donde se vivieron las batallas más cruentas de la I Guerra Mundial y que desde hace décadas lucha su propia batalla contra el declive económico y demográfico.

"Es un departamento desindustrializado, que ha perdido el 15% de la población. Se vendió que este proyecto iba a ayudar a recuperar la economía, pero eso no ha ocurrido a pesar de los millones invertidos en Cigéo", lamenta el activista. Señala, eso sí, que a pesar de que se eligió un lugar poco habitado y con la población envejecida para construir el almacén, la movilización contra el proyecto fue masiva.

Joël Domenjoud, activista antinuclear, en la Casa de la Resistencia de Bure

Joël Domenjoud, activista antinuclear, en la Casa de la Resistencia de Bure ÁLVARO CABALLERO

Desde finales de los noventa, cuando se decidió el emplazamiento de Cigéo, se han sucedido decenas de manifestaciones en las que han participado miles de personas, pero la protesta no siempre ha sido pacífica. Los activistas se encadenaron al bosque que se iba a talar para construir el proyecto, sabotearon con cementos las excavaciones de ANDRA, levantaron barricadas y quemaron coches de empresarios, diplomáticos y policías.

Por su parte, la policía respondió con decenas de arrestos -entre ellos el del propio Domenjoud-, lanzamiento de gases lacrimógenos, y el allanamiento de la Casa de la Resistencia en varias ocasiones. Sin embargo, las protestas alcanzaron un gran protagonismo mediático y atrajeron a la zona a activistas del resto de Francia y de Europa. No solo viven en este caserón en pleno centro de Bure, comprado y reformado por ellos mismos, sino que han alquilado otras viviendas en varios pueblos alrededor.

Pero si, como dicen, nadie quiere un almacén radioactivo debajo de su casa, ¿por qué aquí no y en otro lugar de Francia sí? "No hay una solución buena para los residuos nucleares, pero si creas un agujero aquí donde almacenar residuos, seguiremos produciendo más residuos y no habrá un debate nacional sobre nuestro modelo económico y energético", responde el portavoz de la asociación.

Angelique Huguin, otra de las activistas de la casa, añade que aquí no solo luchan contra este almacén o contra la nuclear, sino que trabajan para "crear un nuevo mundo". "Construimos espacios donde experimentar otras maneras de vivir. Aquí tenemos una vida muy bonita".

Angélique Huguin, activista antinuclear, en la Casa de la Resistencia

Angélique Huguin, activista antinuclear, en la Casa de la Resistencia ÁLVARO CABALLERO

Robots para repartir los residuos

De vuelta al laboratorio subterráneo, sus responsables insisten en la seguridad del proyecto. Los residuos de alta radioactividad se guardarán en unas estrechas tuberías de 100 metros de longitud llamadas alvéolos, mientras que los de actividad intermedia lo harán en grandes túneles que se cubrirán de cemento.

En ambos casos, todo el proceso estará mecanizado y serán robots los que se encarguen de trasladar desde la superficie hasta el subsuelo los residuos, y una vez allí, repartirlos por las distintas galerías. Todo ello con la idea de "reducir al mínimo la intervención humana", según DeWonk.

En tubos como este se almacenarán los residuos más radioactivos de Francia

En tubos como este se almacenarán los residuos más radioactivos de Francia ÁLVARO CABALLERO

El propósito del Gobierno es que el almacén esté operativo durante al menos un siglo. Una vez se haya llenado, se cerrarán herméticamente los cinco conductos que lo conectarán con la superficie y a medida que pasen los años los residuos perderán gradualmente su radioactividad. Según ANDRA, los planes del proyecto garantizan que sea reversible, es decir, que si los responsables políticos del futuro deciden dar marcha atrás y encuentran otra solución para los residuos gracias a los avances tecnológicos, estos se puedan extraer de Cigéo del mismo modo en el que entraron.

Francia no es el único país del mundo embarcado en un proyecto similar. Tras décadas guardando los residuos en repositorios temporales en la superficie, otros países del club nuclear ya han avanzado mucho en sus proyectos de almacenes subterráneos. El de Finlandia, que tiene previsto empezar a funcionar el año que viene, será el primero del mundo, mientras que en España fracasó el proyecto para crear un almacén centralizado en Villar de Cabras, Cuenca, y ahora cada central tiene su propio cementerio nuclear.

Dibujos en zafiro: la "memoria" del almacén para los humanos del futuro 

La empresa defiende que enterrar los residuos a 500 metros bajo tierra es la solución "ética" para no legar a las futuras generaciones el problema de los residuos en superficie. Pero crear un almacén que deberá estar sellado durante un millón de años crea otros dilemas: ¿cómo transmitir a estas generaciones la existencia de un lugar tan peligroso? ¿Es suficiente con dejarlo por escrito, cuando en este plazo quizá los humanos del futuro no entiendan el francés actual?

Para dar respuesta a estas cuestiones, ANDRA tiene un "departamento de memoria" que ha investigado varias maneras de transmitir esta información. Para el "corto" plazo, guardan la información en un tipo de papel especialmente resistente en los archivos nacionales. Para el largo, los datos sobre este almacén se guardarán en un disco de zafiro transparente de tamaño similar a un CD, donde con palabras y dibujos inscritas con nitruro de titanio se podrá almacenar el equivalente a 10.000 hojas DINA4. El objetivo es evitar el olvido en un futuro tan lejano que es difícil de imaginar. En comparación, el Homo sapiens apenas lleva más de 100.000 años sobre la faz de la Tierra.