Los datos de la victoria de Lula: una diferencia mínima que refleja la fractura de Brasil
- Lula da Silva gana con menos de dos puntos de ventaja, el resultado más ajustado desde la vuelta de la democracia
- Vence en sus feudos del noreste, recupera Amazonas y Minas Gerais y recorta distancias con Bolsonaro en el sur
- Especial elecciones presidenciales en Brasil
La victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones presidenciales de Brasil devuelve a los brasileños el reflejo de un país fracturado, en el que el nuevo presidente ha aventajado a su rival, Jair Bolsonaro, en poco más de dos millones de votos, menos de dos puntos. La diferencia es la mitad de los cerca de cuatro millones de votos nulos registrados, lo que revela lo cerca que ha estado el presidente saliente -muy ambiguo durante toda la campaña sobre si aceptaría el resultado de las urnas- de darle la vuelta a las encuestas.
Pese a lo ajustado del resultado y a la complejidad del desafío que asume, Lula ha logrado recuperar el gobierno federal del gigante sudamericano para la izquierda tras el paréntesis ultraderechista de Bolsonaro. Su triunfo, el tercero que consigue en unas elecciones presidenciales, se ha fraguado en los viejos feudos del Partido de los Trabajadores, los estados del noreste brasileño, aunque se ha visibilizado en Amazonas y Minas Gerais, los dos estados que cambian de manos respecto a 2018.
1. La victoria más ajustada desde el retorno de la democracia a Brasil
La victoria de Lula da Silva es la más ajustada desde que se reinstauró la elección directa del presidente brasileño, en 1989, tras más de dos décadas de dictadura militar. Hasta ahora, las elecciones presidenciales con menor diferencia entre el ganador y el derrotado eran las de 2014, en las que Dilma Rousseff, la heredera de Lula, conquistó su segundo mandato frente a Aécio Neves, aunque solo por 2,6 puntos de distancia.
Las urnas han confirmado lo que apuntaban los sondeos de los últimos días, que acercaban los porcentajes de Lula y Bolsonaro: los candidatos llegaban a la recta final con menos de dos puntos de diferencia. Con una tendencia descendente desde la primera vuelta según las encuestas, Lula ha conseguido una victoria aún más ajustada de lo previsto.
Si bien Lula mantiene buena parte de su carisma y el aura de líder histórico de la izquierda brasileña, su tercer triunfo está lejos de las aplastantes victorias de hace dos décadas, cuando aventajó en más de 20 puntos a José Serra y Gerardo Alckmin, recabando más del 60% de los votos tanto en 2002 como en 2006.
2. Lula conserva sus feudos y recupera Amazonas y Minas Gerais para la izquierda
El mapa electoral de Brasil se ha movido relativamente poco respecto a las últimas elecciones. Lula ha vencido en 13 de las 27 unidades federales en las que se divide Brasil -una menos que Bolsonaro-, conservando los feudos tradicionales del Partido de los Trabajadores en el noreste del país y recuperando dos de los cuatro estados que la derecha conquistó en 2014, Amazonas y Minas Gerais.
Minas Gerais, el segundo estado más poblado de Brasil con más de 21 millones de habitantes, ha funcionado en lo que va de siglo como termómetro electoral: sus resultados se aproximan más que en ningún otro a los del conjunto del país. También en estas elecciones, en las que Lula ha ganado en con menos de 50.000 votos de diferencia, sobre un total de 12,86 millones en el estado; en términos relativos, su ventaja ha sido de cuatro décimas, el resultado más ajustado de entre todas las unidades federales.
3. Bolsonaro gana en el sur, pero Lula le arrebata buena parte de su ventaja
Jair Bolsonaro, por su parte, vuelve a ganar en el sur de Brasil, donde se encuentran los estados más ricos y desarrollados. Sin embargo, Lula recupera allí gran parte del terreno perdido por Fernando Hadad, el candidato del Partido de los Trabajadores en 2018: su porcentaje de voto aumenta en más de diez puntos en Sao Paulo -el más poblado, con 45 millones de habitantes- y Río de Janeiro.
También recupera ocho puntos en Minas Gerais y casi siete en Río Grande del Sur, el quinto estado más poblado. Bolsonaro, a cambio de todas esas pérdidas, crece sobre todo en Roraima, un feudo muy consolidado de la derecha en el norte del país. Y de entre los territorios históricos de la izquierda, en Maranhao, mientras que sube solo en torno a un punto en Bahía o Ceará.
4. El regreso del Partido de los Trabajadores
El giro a la derecha de Brasil en los últimos años no ha impedido que el Partido de los Trabajadores logre su quinta victoria en las seis elecciones presidenciales que se han celebrado en lo que va de siglo. Desde la primera victoria de Lula da Silva en 2002, su formación -surgida del sindicalismo obrero a finales de los años 70- solo ha estado fuera del Palacio de la Alvorada los dos años en los que Michel Temer sustituyó a Dilma Roussef tras su destitución y durante el mandato de Bolsonaro.
Cuando termine el nuevo mandato de Lula, en 2026, serán más de dos décadas de poder hegemónico con un único interregno de seis años. Brasil, en cualquier caso, ya no es el mismo país que a principios de siglo, ni Lula da Silva es el mismo político: menos escorado a la izquierda -ha pactado con liberales y centristas para conseguir ser elegido-, más pragmático, con la experiencia de su encarcelamiento por corrupción sobre las espaldas y ante una ciudadanía más descreída, menos ilusionada que entonces. Por el momento, su primera labor será coser las divisiones que han partido Brasil por la mitad.