El silencio de Bolsonaro ahonda la división en Brasil: "Lula lo tendrá difícil, el bolsonarismo ha venido para quedarse"
- El presidente saliente de Brasil todavía no ha reconocido su derrota electoral
- Pacificar y unir al país son los principales retos de Lula, que deberá dialogar con el conservadurismo
Tras una noche agónica, Jair Mesías Bolsonaro guarda silencio. El presidente saliente ha sido derrotado por Luiz Inácio Lula da Silva por una ventaja minima en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil. El silencio del actual presidente, que no ha reconocido ni desmentido su derrota, abre paso a la incertidumbre sobre cómo será el proceso de transición. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) se ha impuesto con el 50,9 % de los votos frente al 49,1% del líder del Partido Liberal (PL).
El resultado es bastante claro. Las urnas han confirmado al ultraderechista que tiene dos meses para abandonar el Palacio de Alvorada, antes del 1 de enero de 2023 cuando tomará posesión el líder izquierdista que vuelve tras 20 años al país más poblado de Iberoamérica. "Ni el presidente saliente ni sus hijos han dicho nada sobre la victoria de Lula. A lo largo de la noche ha habido algunas protestas de camioneros aliados de Bolsonaro y no se descarta que haya más manifestaciones e incluso violencia", analiza el periodista y escritor especializado en América Latina, Michael Reid.
Es importante, explica Reid, la aceptación de los resultados por parte de dos grandes aliados de Bolsonaro. "Al presidente electo, la Cámara de Diputados le felicita y le ofrece diálogo y transparencia", ha asegurado Arthur Lira, el presidente de la Cámara. También ha reconocido el recuento de votos Tarcisio Gomes de Freitas, quien fuera ministro de Infraestructura con Bolsonaro y ahora electo gobernador de Sao Paulo. Ried considera que estas dos figuras son claves para acorralar a Bolsonaro y espera que las Fuerzas Armadas también reconozcan la voluntad popular expresada en las urnas.
Una transición difícil
Lo cierto es que la transición va a ser díficil, especialmente teniendo en cuenta que los resultados para Bolsonaro no han sido malos. Más de 58 millones de brasileños le han votado, además luce músculo en el Congreso, cuya mayoría es conservadora. "Su reacción dependerá de cómo quiera jugar sus cartas", argumenta el periodista y analista. De hecho, una de las grandes incógnitas es saber "si va a presentarse a las próximas elecciones o si pretende aupar a uno de sus hijos para la carrera presidencial", matiza.
Sin embargo, su fenómeno no va a desaparecer. Los seguidores del líder del Partido Liberal bucean en las redes y le seguirán apoyando. "El bolsonarismo ha canalizado el conservadurismo que estaba en la sociedad brasileña que no sabía cómo salir a la luz, Bolsonaro les ha dado voz. Esta gente se quedará y este tipo de manifestación política más conservadora vino para quedarse", asegura Soraia Vieira, profesora de la Universidad Federal Fluminense. La experta brasileña considera que sus simpatizantes son tan impredecibles como él, por lo que es difícil conocer cómo van a digerir la derrota.
Esta madrugada han pasado de la euforia al rezo en cuanto Lula adelantó al recuento. Antes, había un 25% de la población que le apoyaba sí o sí, pero ahora le han votado el 49,1 % de los electores. No se puede, ni debe subestimar esta fuerza. "Ha tenido un apoyo increible en las urnas y esto puede no hacerle desaparecer del mapa político brasileño", indica Vieira.
La primera vez que un presidente no es reelegido
La incertidumbre reina sobre el orgullo herido del presidente saliente. Es la primera vez en la joven democracia de Brasil que un candidato a la Presidencia no es reelegido. Incluso Dilma Rousseff fue reelegida, pese a que un juicio político por manipulación de las cuentas públicas le costó la carrera política.
Pero ahora Bolsonaro "tiene que tener cuidado en cuestionar el resultado de unas elecciones que no han sido solo presidenciales. En este caso si él reniega de la victoria de Lula, también estaría renegando de la de sus aliados en al menos cuatro estados importantes y en el Congreso", aclara Julimar da Silva, profesor de Estructura Económica en la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene que medir bien cada paso a dar, no reconocer la victoria de Lula es negar también la de sus aliados. "Los diputados y gobernadores afines estarán centrados en la vorágine política diaria, tendrán que llegar a acuerdos para sus regiones y mantenerse en el poder", añade.
No hay que perder de vista las posibles denuncias y procesos judiciales que podrían abrirse en su contra. La pérdida de la Presidencia también conlleva el fin de la inviolabilidad. Por ejemplo, su gestión de la pandemia puede llevarle a sentarse en el banquillo. El Senado ya le ha acusado de "crímenes contra la humanidad" y la denuncia se ha presentado ante la Corte Penal Internacional de la Haya.
La violencia política en un país dividido
La polarización no es nueva en Brasil. Se asomó en la esfera social desde los tiempos de Dilma Rousseff y fue creciendo hasta consolidarse en las pasadas elecciones de 2019. Pero en la última campaña electoral la crispación ha sido imparable. "Brasil está dividido en dos. Polarización y crispación máxima entre dos bandos antagónicos. Se vota para derrotar al adversario, es una eleccion más por desafección que por afección, ideología o intereses por un partido u otro", explica Vieira. La violencia política ha estado muy presente en la campaña electoral y a esto se le añade la flexibilidad de la posesión de armas. Por esto, a partir de ahora, Lula tiene el reto de reconducir esta división y pacificar, señala la profesora Julimar da Silva.
Una tarea que no le resultará complicada, dice Vieira, al tener una personalidad carismática y una capacidad para dialogar y entenderse con sectores muy diferentes. De hecho, el jefe del PT estará condenado al diálogo y a convencer a sus adversarios porque no cuenta con una mayoría en el Congreso. "Tiene que rodearse de gente con capacidades semejantes que le ayuden a mantener un gobierno que electoralmente ha sabido aglutinar muchos apoyos", explica la profesora brasileña.
"Nunca en la democracia brasileña hubo un candidato ha reunido tantos apoyos, la mayoría de los partidos tradicionales democráticos han estado de su parte", coincide da Silva. "Brasil necesita paz y unidad", señaló Lula en su discurso victorioso del domingo. Dos grandes temas que han erosionado una de las democracias más mayoritaria del mundo. Le avala su experiencia, de hecho en la campaña electoral se ha apoyado en la nostalgia por sus dos mandatos entre 2003 y 2011, en los que demostró su capacidad de luchar contra la pobreza, la desigualdad y el hambre.
Los gobernadores de al menos cuatro estados importantes tienen que entenderse con Lula, asegura Michael Reid, que además destaca que sus habilidades no serán suficientes. "Él es un negociador nato, pero la derecha es más autoritaria y más radical que hace diez años. Ha ganado sin decir mucho sobre cómo sería su gobierno y qué haría, además de adaptarlo a la memoria del pasado", reitera.
Y a falta de la reacción de Bolsonaro, Lula trabaja ya por unificar a un país completamente dividido. "No existen dos Brasiles", señaló tras su triunfo electoral.