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El 'boom' de la medicina estética a los 20 años: cuando una operación no resuelve problemas psicológicos

  • La edad media de acceso a la medicina estética ha bajado de los 35 a los 20, según la SEME, que lo atribuye a las redes sociales
  • Los psicólogos alertan de un "grave problema": "Hay una presión enorme y modelos de perfección muy alta"

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La edad de acceso a la medicina estética ha bajado en España de los 35 años a los 20, según la SEME
La infiltración de ácido hialurónico en labios y pómulos y la rinomodelación experimentan un aumento significativo en mujeres jóvenes.

"Tengo una amiga que se ha hecho infiltraciones de ácido hialurónico en los labios y varias que se lo quieren hacer y se lo plantean. Es algo que antes no escuchaba y ahora lo oigo en mi entorno con más frecuencia”. Quien habla es Laura, una joven de 24 años que fue la primera de sus amigas en someterse a una intervención estética: un aumento de pecho a los 22 por un complejo que arrastraba desde el inicio de su adolescencia. “Era lo que necesitaba y es lo mejor que he hecho”, explica a RTVE.es.

La edad media de acceso a la medicina estética ha bajado considerablemente y ha pasado de los 35 a los 20 años de edad, según un informe de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), que apunta a que el uso de las redes sociales, los filtros en las fotografías que se suben a internet y las aplicaciones que permiten cambiar las formas del rostro en las imágenes “han contribuido a generar nuevas necesidades en pacientes jóvenes”. Mientras que no ha habido un aumento de intervenciones en mujeres maduras, “la gran variación y la gran sorpresa ha sido en pacientes jóvenes que acuden para modificar sus rasgos”, explica a RTVE.es Petra Vega, médico estético y tesorera de SEME.

El aumento de labios mediante ácido hialurónico, los pómulos y la rinomodelación como paso previo a la "rinoplastia" son los tres tratamientos que “han aumentado mucho” entre estas jóvenes, explica Vega, que lo atribuye “sobre todo a las redes sociales”: “Es muy habitual que te enseñen fotos de 'influencers' y te digan que quieren los labios igual”.

"Las 'influencers' se operan y las chicas se miran en ese espejo"

Hay una enorme influencia de la publicidad que dan las famosas en redes sociales. Muchas, como María Pombo, Ana Ferrer Padilla o Rocío Flores han pasado por quirófano y han publicado sus resultados en instagram. “Sí sí, estamos constantemente viendo fotos y viendo la vida real o irreal en las redes sociales y ellas (las ‘influencers’) se abren mucho sobre dónde se han hecho el tratamiento o en qué clínica”, admite Laura.

Una de las imágenes que subió la 'influencer' María Pombo en su Instagram con el

Una de las imágenes que subió la 'influencer' María Pombo en su Instagram con el "antes y después" de su operación de nariz. Instagram/María Pombo

“Ahora ya no es la actriz de Hollywood en la que te miras sino en la 'influencer' de moda y eso hace que la inquietud aparezca antes. Las famosas se operan y las chicas se miran en ese espejo, pueden hacerse comparaciones, ver cómo podrían quedar…”, explica por su parte Nélida Grande, cirujana plástica y Vicepresidenta de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE). Apunta a que normalmente no se hacen cirugías antes de los 18 años a no ser que se trate “de una malformación” como, por ejemplo, tener “las mamas demasiado grandes”, o alteraciones como “una nariz enorme que te impide respirar”. Pero a partir de la mayoría de edad son cada vez más las chicas que piden cambiar su cuerpo y, a veces, van "acompañadas de los padres, que las consienten".

"Hay una presión enorme y modelos de perfección muy alta"

En este contexto, los psicólogos muestran su preocupación respecto al "peligro" que suponen las redes sociales por la "presión" que ejercen sobre las jóvenes y por la obsesión por la imagen, cada vez más temprana. Por eso, llaman a no tomar decisiones precipitadas respecto a someterse a la medicina o cirugía estética: “Lo preocupante es que un problema psicológico se opere”.

La psicóloga Lara Vallejo subraya a RTVE.es que el perfil que se muestra en Instagram y otras redes sociales es "perfeccionista": “Solo muestro donde salgo guapa, donde me he tuneado de alguna manera y todas hacen lo mismo y ahí hay una presión enorme porque todas están sesgando en positivo. Al final estás expuesta a redes donde ves modelos de perfección muy alta”. Critica, por ejemplo, las fotos que suben las chicas en redes sociales supuestamente sin maquillaje y al natural pero "están perfectas" y se ve que "no es real". Irene, una joven de 22 años que reconoce que tiene muchas amigas que suben fotografías suyas en redes sociales "llenas de filtros y donde no las reconoces lo más mínimo". Algunas de ellas ya se han hecho relleno de pómulos y de labios.

“Estoy viendo muchísimo en la consulta este problema y es una barbaridad la prontitud que tienen los adolescentes de cara a interesarse por operaciones estéticas. Es gravísimo porque empieza cada vez antes”, añade, y apunta a que muchas veces este interés empieza “a los 15 o 16 años”, cuando “el sistema prefrontal no está desarrollado”. Vallejo no se muestra en contra de la medicina estética en los jóvenes mayores de edad cuando la decisión se toma de forma “madura” y “libre”, “coherente” y “mantenida en el tiempo” y cuando se ha valorado correctamente “el coste-beneficio”. “Pero el problema es que lo que gobierne en una decisión sea la inmediatez o la impulsividad” o que vaya acompañada de problemas psicológicos no resueltos.

El problema es que no asumimos cómo es un cuerpo y aguantamos el malestar de que no sea perfecto

“Muchas veces vemos el perfil de personas perfeccionistas, impulsivas o con trastornos de fondo como el dismórfico corporal, que es la preocupación excesiva y muy enfocada a ciertas partes de mi cuerpo, focalizando toda mi atención en ella todo el rato y de forma hipervigilante”, explica, por lo que cree que lo que necesitan estas personas es terapia. De lo contrario, puede ocurrir que la operación no solucione el problema: “Tapas un agujero y entonces encuentras otro. Hoy es el pecho y mañana es una oreja”.

“El problema es que no asumimos cómo es un cuerpo y que muchas veces se toma la decisión de intervenir porque no se aguanta el malestar de que algo no sea perfecto”, añade. A esto, se suma que entre los jóvenes, a veces, “no hay identidad” ya que ésta “se busca por medio del grupo social”, donde ahí también hay presiones. “Si tú tienes tu identidad realizada y armónica, ha pasado tiempo y mantienes tu decisión elegida libremente y has mirado coste-beneficio, pues adelante con lo que quieras, ¿por qué no?”, apunta. Pero llama a preguntarse qué expectativas tienen los jóvenes a la hora de acudir a consulta: “¿Qué crees que va a pasar si cambias la nariz, que te van a aceptar más y a querer más? Esa no es una libre elección de operación estética, es un cambio interior”.

“Fui a ver cirujanos que ya habían operado a gente influyente”

Laura no se arrepiente de su operación de pecho, aunque reconoce que vino motivada por un complejo que empezó cuando tenía 12 años, cuando sus compañeras de instituto empezaron a desarrollarse y ella no. La situación se fue agravando los años posteriores: “Empezaron a meterse conmigo los compañeros. Los chicos decían cosas, desde ‘tabla de surf’, que si pareces una mesa… No me lo decían directamente pero sabía que esos comentarios los hacían”. Recuerda que se ponía sujetador, aunque “no hiciera falta”: “Ya piensas que los compañeros van a verte y tal”. Y explica que, cuando iba con su madre a mirar bikinis para el verano, “salía llorando” de las tiendas porque no se veía bien.

Antes de cumplir los 18 ya había decidido que quería operarse, algo que sus padres trataban con cierto “tabú”: “No le daban la importancia que yo le daba”. “Yo sabía que, a partir de que fuera mayor de edad, lo iba a hacer. Pero al final, por cuestiones económicas, no me operé hasta los 22”. Laura había podido ahorrar los primeros meses de confinamiento durante la pandemia, unos meses en los que su complejo y malestar con su cuerpo se agravó. Y, en cuanto abrieron los comercios de forma presencial, se lanzó a mirar clínicas hasta que se operó en julio de 2020.

Psicológicamente yo estaba muy mal y pensé que la solución era operarme

La joven hizo buen uso de internet antes de ir a una clínica y siempre con la idea de que no quería operarse en cualquier sitio, aunque el precio tuviera que ser más alto. “Empiezas a buscar gente que se ha operado, encuentras muchos vídeos en youtube y muchas fotos en internet. Al final me hice una lista de preguntas que quería que me resolvieran de buena mano”, expone. Entonces, acudió a dos cirujanos “que ya habían operado a gente influyente de las redes sociales” y le resolvieron todas las dudas, le asesoraron y le dieron “confianza”.

“A mí no me importaba pagar el precio más alto, lo que quería era sentirme segura de que todo iba a salir bien, porque al final era una operación que yo necesitaba porque psicológicamente yo estaba muy mal”, cuenta. Ahora que han pasado dos años, Laura asegura que el resultado fue el esperado y que todo salió “bastante bien”, incluida la recuperación, aunque reconoce que nunca se planteó ir a terapia: “Pensé que la solución era operarme, sinceramente. Quizá pensé que era como la cura psicológica”.

“Los médicos a veces debemos decir que no”

Desde SEME y SECPRE, Grande y Vega reconocen que siempre debería haber en las clínicas un servicio de asesoramiento que pueda detectar también posibles problemas psicológicos o un ‘coach’. “El médico tiene que responder a las expectativas de la paciente pero siempre con un criterio médico y profesional”, explica Vega, quien recalca que en los másters de medicina estética los profesionales se forman en psicología para detectar posibles trastornos de los pacientes: “Es fundamental detectarlo y muchas veces derivar primero a un psicólogo o un psiquiatra antes de iniciar un tratamiento”. Y recuerda que el código deontológico de los médicos implica que “jamás se puede empeorar el estado de un paciente”.

Por eso, lamenta que en algunos centros, quien haga la propuesta de tratamiento sea un comercial: “El diagnóstico y la propuesta de tratamiento debe hacerla el médico, que es quien tiene la formación como para detectar que hay un problema psicológico o mental”.

“Cuando los pacientes vienen con muchas dudas o ansiedad les tratas de asesorar y les pasas con alguien experto para reforzar esa autoestima. Pero depende de cómo las veas, porque muchas veces vienen muy seguras y eso no lo puedes ver”, añade por su parte Grande. Deja claro, en cualquier caso, que “el profesional tiene que saber decir que no” a tratamientos que a las pacientes no les vaya a venir bien: “Los médicos que somos responsables lo hacemos”.

El riesgo del intrusismo: "Lo estamos detectando hasta en gimnasios"

En su último informe, la SEME determina que el 40% de la población española ha usado los servicios de medicina estética en alguna ocasión, de los cuales el 71,8% son mujeres y el 18,2% hombres. La medicina estética (sobre todo la que no requiere cirugía) está experimentando un ‘boom’, sobre todo a raíz de la pandemia, al que muchos negocios se han querido sumar pese a que, en ocasiones, no cumplen con los requisitos o no se convierten en centros idóneos.

“Lo estamos detectando en gimnasios, centros de enfermería, incluso en mayo salió una sentencia contra una persona que infiltraba ácido hialurónico hasta en los baños de los bares”, expone Vega, quien ha detectado también muchos casos de personas que realizan estas intervenciones en domicilios particulares, algo que “es muy difícil de denunciar”. Alerta de que los riesgos pueden ser muchos, desde los "efectos secundarios habituales" a otros "graves" que requieren de la intervención inmediata de un médico "capacitado". Y por eso aconseja a quien quiera hacerse estos tratamientos que vaya a clínicas físicas dedicadas a medicina estética, que mire si hay garantías como que estén avaladas por el Colegio de Médicos y se cercioren de que quienes las van a atender sean médicos con número de colegiado.

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En los casos de cirugía estética, los riesgos pueden ser mayores, y es que cualquier intervención quirúrgica que implique una anestesia general no está exenta de riesgos graves, aunque el procedimiento se haya realizado de manera correcta. Este verano fue noticia una mujer que murió en el Hospital de La Paz tras tres meses en coma a raíz de una operación de pecho, y a principios de año otra falleció a raíz de los graves daños que sufrió a raíz de una liposucción.

Alberto no es médico, pero es dentista especializado en cirugía e implantes y reconoce que se sorprendió cuando, hace un mes, su jefe y dueño de la clínica donde trabaja en Carabanchel (Madrid) le informó de que habían empezado a ofertar infiltraciones de ácido hialurónico en labios y le pidió que fuese él quien las efectuase. “En el máster me enseñaron a hacer infiltraciones, pero desde que lo acabé no había vuelto a hacer nada de eso. La estética no es un campo que me llame profesionalmente”, explica a RTVE.es. Ya ha tenido su primera paciente en este ámbito, una joven de unos 25 años que, tras una primera infiltración, ahora quiere ponerse “un poco más”.

"Se ofrece relleno de labios en clínicas dentales como un extra dentro de un pack de blanqueamiento y ortodoncia. Antes no era así"

Alberto también trabaja en otra clínica dental de Madrid donde, “desde hace poco”, ofrecen las infiltraciones “como un extra añadido en el pack de blanqueamiento y ortodoncia”. Reconoce que, hace unos años, no era tan habitual este tipo de ofertas en clínicas dentales como ahora, que se ha puesto “de moda”: “Ten en cuenta que tardas diez o quince minutos en hacer una infiltración y si haces muchas a lo largo del día te sale muy rentable".

Y es que en clínicas dentales se ha extendido mucho la oferta de este tratamiento y hay cierta controversia sobre si pueden o no ofrecer estos servicios. El Consejo General de Colegios de Odontólogos y Estomatólogos de España defiende como lícito el uso de “microfillers” (rellenadores faciales) porque tiene un carácter de tratamiento en labios y mejillas, que son “parte anatómica de la boca”. Sin embargo, algunas comunidades autónomas lo rechazan aludiendo a Real Decreto 1277/203 del 10 de octubre, que determina que los centros que ofrecen medicina estética y no quirúrgica deben contar con un médico responsable. Hay que tener en cuenta que los dentistas licenciados o graduados a partir de 1986, no son médicos estomatólogos, como hasta entonces, por el cambio en los planes formativos.

Por último, este odontólogo reflexiona sobre lo que se busca a día de hoy en la estética: “Ahora, la gente de veintipocos años quiere tener los dientes tallados y perfectos, de un blanco nuclear y los labios hinchados porque lo ven en la televisión y en las redes. Vamos camino a que la estética sea lo más alejado de la naturaleza”.