La población de Jersón intenta olvidar la presencia de las tropas rusas: "Un día me levanté y habíamos sido liberados"
- Decenas de pueblos tratan de volver a la normalidad una vez han sido retomados por el control de Kiev
- Luva cuenta que durante meses ha vivido sin apenas comer, sin luz y sin agua
- Sigue la última hora de la guerra entre Ucrania y Rusia, en directo
Ucrania asegura que sus tropas han recuperado la sede administrativa de la región de Jersón y han retirado la bandera rusa. Allí, ahora decenas de pueblos tratan de volver a la normalidad. Hace tan poco tiempo que los rusos se marcharon de algunos pueblos de la zona que todavía se siente su presencia. Un equipo de RTVE ha estado en una de esas localidades retomadas por las fuerzas de Kiev.
Por la carretera no es difícil encontrar restos de lo que han sido los combates y el paso del ejército ruso por esta región. En una antigua trinchera, no es fácil determinar de cuál de los dos bandos era, pero si se analiza el tipo de munición y de ropa de camuflaje, incluso de restos de comida y de medicamentos que han dejado, todo parece indicar que era una posición rusa.
Caminando tranquila a la entrada de una pequeña aldea, el equipo de RTVE encuentra a una anciana llamada Nadesha (esperanza en ucraniano). "De repente un día me levanté y habíamos sido liberados", explica.
El ruido de herramientas lleva la atención a la casa de Viktor. Él se fue cuando llegaron las tropas rusas, pero ahora que la aldea ha sido liberada ha vuelto para intentar arreglar su casa: "No quiero ser un desplazado siempre, un hogar es siempre un hogar", defiende, aunque no quede prácticamente nada de él.
Uno de los edificios más grandes de la aldea era el colegio. Destrucción y barbarie se mezclan con recuerdos infantiles que, no se sabe cómo, están intactos.
“Nunca pensé que llegaría el momento en que olvidase el sabor del pan“
Al salir, una mujer en bicicleta se acerca mientras saluda sollozando. Luva cuenta que durante meses ha vivido sin apenas comer, sin luz y sin agua. "Fue muy emocionante cuando nos dieron un trozo de pan por primera vez; nunca pensé que llegaría el momento en que olvidase el sabor del pan."
No puede parar de hablar. Vomita lo vivido durante los últimos meses como una forma de exorcismo. Lo necesita. Y, entremezclada en su relato, una frase repetida: "Pero he sobrevivido", dice una y otra vez, aunque no termine de entender por qué ella sí y otros no.