Cuando encender la calefacción es un lujo: "O tiemblas de miedo o tiemblas de frío"
- Los hogares con dificultades para mantener una temperatura adecuada o pagar las facturas se han multiplicado
- La situación afecta en gran parte a las mujeres, pero también a las personas mayores y a las familias monoparentales
Para hablar de pobreza energética es preciso ir más allá de la definición oficial. Existe una acepción más personal y, a su vez, más dura que sufren a diario más de cinco millones de familias en España, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Supone sustituir la calefacción por mantas, tener que elegir entre comer o pagar las facturas, vivir con el dolor de ver a tus hijos continuamente resfriados o con el miedo de que te corten el gas de un momento a otro.
Es el día a día de la pobreza energética real. El día a día de personas como Encarna, de 62 años. Los 600 euros mensuales que cobra de prestación no son suficientes para afrontar la subida en el precio de los alimentos, del butano y de la electricidad, de la que depende para vivir, pues tiene neumonía y necesita conectarse a una máquina durante toda la noche. Por este motivo, ha renunciado a encender la calefacción este invierno o, al menos, limitar su uso al máximo: “Es lo único de lo que puedo prescindir”, confiesa a RTVE.es. En su lugar, ha optado por calentarse con ropa de abrigo, dormir con “cinco o seis mantas” y esperar que este invierno no sea “tan frío como los anteriores”.
Con la llegada de la pandemia, los hogares con dificultades para mantener su casa a una temperatura adecuada crecieron un 45 %. “Muchas familias perdieron su empleo y otras estuvieron más tiempo en casa, lo que se manifestó en la importancia de tener unas condiciones energéticas adecuadas”, explica a RTVE.es la directora de Energía y Personas en ECODES, Cecilia Foronda. De hecho, los últimos indicadores de personas en riesgo de pobreza energética revelan un porcentaje cercano al 22 %. “Y eso solamente en 2020. En 2021, empezó la escalada imparable de precios de la energía y, con toda seguridad, veremos a final de año (cuando se publica la nueva encuesta) unos datos mucho peores que los actuales”, afirma.
Pero no se trata solo de un problema de los hogares vulnerables. Este año, la preocupación por el encarecimiento de la energía se ha instalado en la mayoría de familias españolas, que confiesan sentir miedo ante el invierno que se avecina. Aunque las buenas temperaturas están permitiendo posponer su encendido, algunas comunidades de vecinos ya han acordado limitar el uso de la calefacción o, directamente, no encenderla este invierno con el fin de limitar los gastos.
"La situación es crítica", advierte Foronda. Sin ir más lejos, desde ECODES atendieron entre enero y junio a las mismas personas que en el conjunto de 2021. En su mayoría fueron mujeres, aunque también este problema tiene una alta incidencia en hogares con personas jubiladas, familias monoparentales y numerosas, así como extranjeros. “Además, hemos visto que cada vez hay un colectivo que nunca antes acudió a los servicios sociales, pero que, con los elevados precios de la energía de los últimos meses, se encuentra en situación de riesgo de pobreza”, lamenta.
El temor a no poder hacer frente al pago de las facturas
Es el caso de María Jesús (nombre ficticio para proteger su identidad). Acaba de descubrir lo que es la pobreza energética, algo que jamás imaginó. Llegó a España en el año 2005 y nunca tuvo problemas para vivir en alquiler en condiciones óptimas, “como todo ser humano se merece”, asegura a RTVE.es. Sin embargo, “a medida que han ido pasando los años, la cosa ha ido a peor”. Y es que, los 850 euros mensuales que cobra como limpiadora de una residencia difícilmente le permiten llegar a fin de mes, teniendo en cuenta que de este sueldo dependen cuatro personas, una de ellas menor de edad.
“O tiemblas de miedo o tiemblas de frío“
“En verano nos mantenemos a oscuras, como una cueva, pasando aun así un calor horroroso. Y, en invierno, el frío nos obliga a poner la calefacción, pero al mismo tiempo temblando por la factura: O tiemblas de miedo o tiemblas de frío”, lamenta. Un escenario propicio para padecer enfermedades físicas, pero también mentales: “Influye mucho en el estado de ánimo y a no querer relacionarte con nadie (...) Ves que quieres, pero no llegas, no puedes”, afirma.
Para ayudar a personas como Encarna o María Jesús nació en 2014 la Aliança contra la Pobresa Energètica en Barcelona: “El proyecto surgió porque nos parecía escandaloso el nivel de cortes indiscriminados de suministros que se realizaban a diario”, comenta a RTVE.es su portavoz, María Campuzano. Ese mismo año, cuando España intentaba salir de una crisis económica sin precedentes, casi 642.000 hogares sufrieron interrupciones en su suministro de luz y alrededor de un tercio pasaron más de una semana sin energía.
“Entonces no había ningún tipo de protección, no existía ninguna moratoria como la actual”, añade Campuzano, en referencia a la medida puesta en marcha en 2020, a raíz de la irrupción de la COVID-19, que prohíbe el corte de suministros de energía eléctrica, gas natural y agua a los consumidores en situación de vulnerabilidad y que está en vigor hasta el 31 de diciembre de 2022. Desde entonces, a la Aliança no les constan nuevos casos de cortes de suministros, aunque sí “un incremento sustancial” de familias que se han visto obligadas a retrasar el pago de sus facturas.
“Son familias que tienen trabajo, pero con el trabajo no llegan a hacer frente a esos gastos básicos”, añade Campuzano. Según los últimos datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) sobre pobreza energética, correspondientes a 2020, un 9,6 % de los españoles aseguran haber sido incapaces de pagar a tiempo las facturas de los suministros de su vivienda, frente al 6,6 % del año anterior. Una cifra que se dispara hasta el 17,7 % en el caso de las familias con niños por el gasto asociado que ello conlleva.
Un efecto “particularmente grave” sobre la infancia
Fátima, de 47 años, conoce de cerca este problema. Divorciada y madre de tres hijos, mantiene a su familia gracias a un subsidio de 400 euros, ya que su exmarido no le pasa ningún tipo de pensión. “Tengo un alquiler de 150 euros que me deja 250 euros para pasar el mes, por lo que siempre tengo que pagar a plazos los recibos de la luz y del gas”, confiesa a RTVE.es. De hecho, desde que se divorció, nunca ha conseguido “estar al día”: “Siempre tengo cinco o seis facturas atrasadas, incluso ahora tengo todavía una factura de invierno del año pasado”.
“Debo elegir entre dar de comer a mis hijos o pagar las facturas“
En esta situación, los que más sufren son los menores de edad, afirma Alexánder Elu, experto en pobreza infantil de Save the Children. “La pobreza energética puede tener un efecto particularmente grave sobre la infancia (...) Es evidente que la falta de suministro energético o el mantenimiento de temperaturas que no son adecuadas en los hogares tiene efectos específicos, por ejemplo, a la hora de poder lograr un adecuado rendimiento académico o sobre su salud”, apunta.
En el caso de Fátima y su familia, viven en una casa “muy fría y húmeda" en Illescas (Toledo) que, si no se calienta, propicia que sus hijos estén “continuamente enfermos”: “Muchas veces intenté duchar a mis hijos sin poner a calentar la casa y cuando salen del baño siempre están constipados”. Con el fin de evitarlo, decidió el pasado invierno poner únicamente la calefacción unas horas por la tarde y la factura siguió “por las nubes”, por lo que no sabe qué pasará en los próximos meses: “Debo elegir entre dar de comer a mis hijos o pagar las facturas, es muy duro”, sentencia.
Gracias a las ayudas económicas que le ofrecen asociaciones como Save the Children consigue hacer frente a esos pagos y sacar a sus hijos adelante. El experto en pobreza infantil de la asociación recuerda que España, a pesar de contar con unas buenas condiciones climatológicas, es uno de los países que más padece la pobreza energética respecto a nuestros vecinos de la UE: el 8,2 % de la población europea no puede calentar suficientemente su hogar, frente al 10,9 % de los españoles, según los datos de Eurostat. “Y en los hogares es un problema particularmente claro, sobre todo en el caso de las familias monoparentales, donde el porcentaje asciende casi al 20 %. Ahí existe una vulnerabilidad dentro de otra vulnerabilidad”, afirma.
Las medidas son “insuficientes”
Ante este contexto, todos los expertos consultados coinciden en que la situación es “crítica” e instan al Gobierno a ir “un paso más allá”. En primer lugar, ampliando el número de beneficiarios del bono social eléctrico y térmico y eliminando las “trabas para solicitarlo”: “Hay que entregar muchísima documentación y hay mucha burocracia asociada; por ejemplo, a las personas que viven solas les piden una fe de vida, un documento que no es fácil de conseguir”, explica Campuzano.
Por ello, pide al Ministerio “que esta ayuda sea automática”: “Que se crucen datos con Hacienda y que se conceda automáticamente”, sostiene. Asimismo, desde la Aliança contra la Pobresa Energètica reclaman que la moratoria que impide los cortes de suministro por impago a familias en situación de vulnerabilidad se convierta en permanente, pues la situación actual “da mucha inseguridad a las familias”.
Por último, la directora de Energía y Personas en ECODES insta a aprovechar la oportunidad que suponen los fondos europeos para la rehabilitación de viviendas: “En muy importante actuar de forma urgente para que estas familias participen en la recepción de las ayudas y también para fomentar el autoconsumo en sus viviendas”, sostiene Foronda.
Un deseo que comparte Encarna, con la que hemos comenzado este reportaje: “Desde luego sería mi ilusión poder terminar mis días de vida manteniendo mi casa en un clima adecuado, sin polvos, sin polución y sin depender de las ayudas”, sentencia.