30 años del asesinato de Lucrecia Pérez, el primer crimen racista de la historia de España
- Un grupo de neonazis irrumpió en una discoteca abandonada y mató a una inmigrante dominicana que llevaba un mes en España
- Su muerte provocó una reacción en la sociedad española y ayudó a impulsar nuevas leyes para luchar contra el racismo
En la noche del 13 de noviembre de 1992 cuatro encapuchados entraron en una discoteca abandonada de las afueras de Madrid que servía de refugio a un grupo de inmigrantes sin hogar y la emprendieron a tiros.
Lucrecia Pérez, una mujer dominicana de 32 años que llevaba apenas un mes en Madrid, murió a consecuencias de los disparos, en un asesinato que está considerado como el primer crimen racista de la historia de España.
Dos semanas después los autores fueron detenidos: un guardia civil de 25 años, Luis Merino, y tres menores de 16, todos ellos relacionados con grupos ultraderechistas. Antes de emprender la cacería dijeron a sus amigos que iban a "dar una lección a los negros".
En las ruinas de la antigua discoteca 'Four Roses' vivían unos treinta inmigrantes en condiciones penosas, sin luz ni agua, entre ellos Lucrecia, que había venido a España en busca de una alternativa a la pobreza y un futuro para su hija Kenia, que entonces tenía seis años y a la que había tenido que dejar en República Dominicana.
Mientras cenaban a la luz de las velas, los neonazis abrieron a patadas la puerta de la estancia en la que se encontraban los inmigrantes. Merino empuñó su arma y disparó al azar, matando a Lucrecia Pérez de dos disparos, uno de ellos en el corazón, e hiriendo a otro de los dominicanos.
Los culpables fueron detenidos y sentenciados en conjunto a 126 años de prisión: 54 años para Luis Merino como autor de un asesinato consumado y otro frustrado y 24 años para cada uno de los tres menores.
Asesinada "por ser extranjera, negra y pobre"
El fiscal dijo que asesinaron a Lucrecia "por ser extranjera, negra y pobre" y su muerte se consideró el primer crimen de odio en España, un país que por primera vez fue capaz de reconocer el germen de la xenofobia.
"Hubo una reacción de reconocimiento del problema", recueda en una entrevista a TVE Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, quien asegura que en las tres últimas décadas "hemos avanzado pero no lo suficiente".
El crimen despertó la conciencia contra el racismo en nuestro país y la necesidad de intregración de los colectivos inmigrantes, que en los años sucesivos fueron aumentando en número al amparo del crecimiento económico y un bienestar del que carecían en sus regiones de origen.
"La ley de Extranjería estaba centrada sobre todo en problemas de orden público, pero no en los problemas de integración social a los que se enfrentaban los inmigrantes y la sociedad española", recuerda Raimundo Aragón, que en 1992 era director general de Migraciones.
Los españoles, que durante muchos tuvieron que emigrar al extranjero, descubrían que el suyo era ahora un país de acogida de inmigración y tuvieron que adaptarse a la nueva realidad.
"España hizo su catarsis porque no se ocultó el crimen, la sociedad española lo rechazó y lo consideraron como un primer crimen de odio, racista y xenófobo", señala en una entrevista a EFE el embajador dominicano en España, Juan Bolívar.
"El racismo sigue existiendo"
Kenia Carvajal, la hija que Lucrecia Pérez tuvo que dejar en República Dominicana siendo una niña, vive en España desde hace una década y colabora activamente con el Movimiento contra la Intolerancia. Dice que la muerte de su madre "ayudó a que le abrieran las puertas a los inmigrantes" pero asegura que, aunque las cosas han cambiado, "sigue existiendo el racismo" y afirma que en los últimos años va en aumento.
"He visto insultar a las personas inmigrantes, me da pena que en pleno siglo XXI no sepamos tratar a las personas con respeto", asegura Kenia en una entrevista a TVE.
No le falta razón a la joven dominicana: casi cuatro de cada diez delitos de odio denunciados en 2021 tuvieron un móvil racista o xenófobo y la cantidad va en aumento.
Treinta años después del crimen, el recuerdo de Lucrecia Pérez sigue vivo. En Aravaca, el barrio donde murió, una plaza lleva su nombre. En ese lugar este sábado se ha inaugurado un monumento y una placa en su memoria.
Los homenajes continuarán el domingo, con un acto convocado por las asociaciones Osa Mayor y Rosa Luxemburgo en la plaza de la Corona Boreal de Aravaca, el lugar donde solía reunirse la comunidad dominicana hace 30 años.
Entre sus reivindicaciones está que la Junta Municipal de Moncloa-Aravaca reponga el mural dedicado a Lucrecia que un grupo de jóvenes pintó en 2017 en la fachada trasera del antigua Centro de Mayores y que fue cubierto recientemente tras unas obras de remodelación.