El crimen de las niñas de Alcàsser, un caso abierto 30 años después
- Marcó un antes y después en la manera de abordar los sucesos en televisión
- Solo hay un condenado por el crimen, pero se hallaron pruebas de ADN de cinco personas diferentes
La noche del viernes 13 de noviembre de 1992, Miriam, Toñi y Desiré hicieron autoestop en Alcàsser, Valencia, para ir a la vecina localidad de Picasent, donde se celebraba una fiesta de su instituto, pero nunca llegaron a su destino.
Las primeras alarmas de su desaparición saltaron de inmediato y se mantuvieron durante los 75 días de su ausencia en los que la cobertura mediática sobrepasó todos los límites y marcó un antes y un después en la manera de abordar los sucesos en televisión.
El 27 de enero de 1993 dos apicultores encontraron los cadáveres semienterrados en una fosa en el Barranco de la Romana, cercano al pantano de Tous.
Un trozo de un volante de la Seguridad Social a nombre de Enrique Anglés llevó a los investigadores a cercar a su hermano Antonio Anglés y a su compinche Miquel Ricart.
Muchas incógnitas y pocas respuestas
A Ricart lo detuvieron inmediatamente, y en la primera declaración confesó el rapto de las chicas y su participación en los crímenes, motivo por el que fue juzgado y condenado. Unos hechos por los que tras cumplir 20 años de prisión, quedó en libertad.
Pero Antonio Anglés burló a las fuerzas de seguridad que lo buscaron incesantemente desde el descubrimiento de los cadáveres.
Escapó y varias pruebas lo situaban en Lisboa, donde embarcó. El capitán del barco 'CiTy of Plymouth' relató años después que Anglés subió de polizón en su mercante y al ser descubierto se arrojó al mar. Tras sacarlo del agua, volvió a desaparecer poco antes de desembarcar en Dublín.
No se sabe si logró llegar a Brasil, su país de origen, y tampoco si está vivo o muerto, aunque nunca se ha encontrado su cadáver. Por eso la Policía Nacional y Europol lanzaron hace un año una campaña para solicitar colaboración ciudadana para su localización.
Alcàsser, un caso abierto
Pero ahora, tres décadas después, sigue habiendo muchos interrogantes en el caso. A pesar de las torturas sufridas, no se encontraron rastros de sangre o fluidos orgánicos en la caseta donde violaron, torturaron y asesinaron a las menores.
Otra cuestión es cómo los trozos del volante de la seguridad social que incriminaban al hermano de Anglés pudieron permanecer dos meses y medio sobre la fosa en una zona de fuertes vientos.
O que las pruebas forenses de los pelos hallados en la segunda autopsia determinaban que pertenecían, al menos, a cinco personas y solo hay dos culpables. Alcàsser, un caso abierto 30 años después.