La acogida, una oportunidad para niños tutelados y familias: "Merecen un hogar y reconstruir sus vidas"
- Más de 16.000 menores viven en centros residenciales y podrían ser acogidos por familias
- Con motivo del Día de la Infancia, RTVE.es habla con cuatro familias de acogida sobre su experiencia
Más de 16.000 niños en España viven en centros residenciales y no disfrutan de una vida en familia. Aunque la cifra ha descendido respecto a otros años, según muestran los datos del Ministerio de Asuntos Sociales y Agenda 2030, sigue siendo elevada. Con motivo del Día Internacional de la Infancia, asociaciones de protección de los derechos de los menores han hecho un llamamiento a extender la red de familias de acogida, además de pedir más recursos y formación para la atención de los más pequeños.
María, madre de acogida monoparental desde 2004 y miembro de la asociación Acógeles, en Málaga, es una de las que se ha unido a esta reivindicación y reclama que no se "estigmatice" a los niños. "Hacen falta más familias de acogida y formación. Mucha gente piensa que los menores que están en un centro tutelado son todos ‘balas perdidas’. No es cierto, muchos llegan por diversas circunstancias familiares y merecen reconstruir su vida”, asegura a RTVE.es esta madre que cuida actualmente de dos niños con discapacidad acogidos en régimen de permanencia. En España, hay un total de 1.185 centros de protección de menores, de los cuales solo un 8% son para niños y niñas con problemas de conducta.
Esta malagueña, que lleva realizando esta labor durante 18 años, ha acogido a un total de cinco niños en diferentes momentos, además de cuidar a sus hijos biológicos. Considera que es una tarea “muy bonita, pero compleja” y para la que se necesita más visibilización. “Hay que normalizar estos tipos de familias para que los niños se sientan incluidos y puedan tener una infancia mejor”, ha asegurado.
En este sentido, 48.000 colegios de toda España fueron convocados el viernes por la Asociación Estatal de Acogimiento Familiar (ASEAF) para simbolizar a través de una jornada en pijama para los alumnos de Infantil y Primaria que hay miles de niños que no tienen un hogar propio o no pueden ser cuidados por sus familiares. "Acoger es un acto de amor, en el que todos salimos ganando. Es una experiencia increíble", ha asegurado, por su parte, la presidenta de ASEAF, María Arauz de Robles a Europa Press.
Familias de acogida piden más formación y acompañamiento
El principal requisito para acoger a los menores tutelados es garantizar que se va a cuidar al menor en un hogar estable, según indican desde la asociación de Familias Acogedoras de Castilla la Mancha (ASOFACAM). Para ello, las familias deben realizar una formación y "aprobar un estudio de idoneidad" por parte de los servicios sociales. "El proceso dura unos meses y no tiene coste económico porque se puede hacer de manera pública", explica Mercedes, madre de acogida desde hace 11 años y que ha cuidado ya de cinco “pequeños”. Sobre las ayudas, aclara, apenas llegan a los 400 euros en el caso de niños sin necesidades especiales.
Mercedes tiene, actualmente, bajo su cuidado a una niña de un año y medio de manera temporal, pero a la que ya le tiene mucho cariño. “Cuando descuelgas el teléfono y te dicen el caso, tú ya les haces un hueco en tu corazón y organizas tu vida”, cuenta esta madre, que este domingo se reúne con otro de los niños con el que ha conseguido mantener vínculo pese a ser adoptado por una nueva familia.
Esta madre residente en Ciudad Real echa en falta, sin embargo, conocimientos más específicos en función de las necesidades o del entorno del menor, así como coordinación entre los diferentes agentes para agilizar los procesos. “Falta información y formación sobre los derechos y obligaciones de las familias. Como no llevamos los mismos apellidos, ni estamos vinculados legalmente, es difícil a la hora de pedir becas, bajas o determinar qué ocurre tras la mayoría de edad”, lamenta y recalca el esfuerzo de la administración para reformar algunos aspectos de la acogida.
Sin embargo, señala "aún queda trabajo” como, por ejemplo, la total acogida de los niños en edades tempranas. La ley de Modificación del Sistema de Protección a la Infancia y a la Adolescencia de 2015 estableció que los menores de hasta tres años que están bajo la tutela de la administración no deben estar institucionalizados ni vivir en residencias, una asignatura aún pendiente, pues 503 niños de hasta 3 años vívían en 2021 en esos centros, según el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.
El mayor grupo de edad de los menores que residen en los centros es el de entre 15 y 17 años, que suman más de 9.000 menores, siendo más de 6.000 de sexo masculino. En cuanto a la nacionalidad, la mayor parte (9.626) son de nacionalidad española, mientras que el resto (6.551) son de nacionalidad extranjera.
Los vínculos con los familiares biológicos
Para María, otra madre de acogida en Castilla-La Mancha, la experiencia de convertirse en este tipo de familia “es increíblemente enriquecedora, pero con momentos agridulces" como el de la partida. “Cuando se van soy la madre más triste, pero también me alegro mucho porque significa que hay una familia que ha conseguido los objetivos y vuelven a tener una oportunidad”, dice.
Piensa que más gente no se anima a esta labor porque se conoce poco o la confunden con la adopción. "Son caminos diferentes, en la adopción, en general se rompe la vinculación con la familia biológica y el menor pasa a tener tus apellidos y a ser legalmente parte de tu familia, pero en la acogida no. Hay visitas con los familiares y siguen vinculados a ellos”, dice. En su caso, ambas familias tienen una relación cordial y su "hijo de acogida" tiene ahora "dos mamás" y hermanos. "Al final ha conseguido una gran familia", explica.
Dentro de la acogida, hay varias modalidades: la de urgencia, familias preparadas en cualquier momento para recibir menores durante un periodo de hasta seis meses; la temporal de hasta 2 años en los que se busca mejorar el vínculo con la familia biológica; y el permanente donde pasados los dos años se prevé que no será posible la vuelta con la familia por situaciones graves (adicciones, malos tratos o abandono).
Este es el caso también de Begoña, madre de acogida en La Rioja, y su pequeña que llegó a su vida con tan solo cuatro años. "Me dijeron que tenía una semana para pensarlo y dije que ya lo tenía claro desde hace años". Begoña reconoce que lo más duro ha sido la falta de acompañamiento en algunos aspectos y las dificultades burocráticas, que hacen sentir "solos" a los cuidadores. “Hasta para comprar los libros a la niña hay que explicar todo el contexto familiar, pedir un presupuesto, facturas, justificantes, etc.”, relata sobre cómo su vida dio un vuelco los primeros meses con la llegada la pequeña.
“Hubo que cambiarla de cole porque yo trabajaba en otro centro y me era difícil llevarla, seguir los regímenes de visitas a sus familiares y todo ello sin poder pedir la baja maternal por el retraso de los trámites administrativos”, recuerda sobre el proceso que dificultaba el tiempo de ocio entre ambas y la creación de “un vínculo necesario para la estabilidad” de la menor.
Esta riojana pide, además, que se escuche más a las familias que conviven con los niños. “Al pasar el día a día con ella veía que requería atención en el aspecto emocional y psicológico y lo notifiqué, pero lleva tiempo hasta que se actúa. Se necesita un acompañamiento más emocional y que no sea solo para determinar únicamente si la niña va al médico, si un día está enferma, etc.”, explica.
Ante las dificultades, Begoña, sin embargo, encontraba confort en pequeños momentos cotidianos, así como en la sonrisa de la niña. “Me da las gracias por algo tan simple como unas vacaciones y tiene un gran afán de superación para no repetir el modelo familiar que ha padecido”, cuenta sobre la menor que apenas tiene 11 años y que, a pesar de "vivir pensando ya en problemas de adultos", sueña con seguir siendo una niña.