Cesc Gay: "Viviríamos más felices con las relaciones abiertas, pero la posesión del otro es algo muy humano"
- El cineasta estrena la comedia Historias para no contar: cinco tramas con un reparto estelar
- Participada por RTVE, se estrena en cines el 25 de noviembre
Desde que estrenó Truman (ganadora de cinco Goyas en 2015) a Cesc Gay le ha dado por escribir comedias. El cineasta y autor teatral catalán ha volcado parte del abundante material “que acumula como un pintor” en Historias para no contar, una película de cinco episodios en los que, como en Sentimental, aborda con humor las relaciones sentimentales, enamoramientos, secretos en la amistad, deseos e infidelidades.
Para Gay es su tercera película de episodios tras su debut Hotel room y Una pistola en cada mano (2012), que considera la “hermana mayor” de Historias para no contar. Afirma que, al tratarse de historias cortas y que exigen pocos días de rodaje, es más fácil encontrar huecos en la agenda de los actores, pero la nómina igualmente impresiona: Anna Castillo, Álex Brendemühl, José Coronado, Maribel Verdú, Quim Gutiérrez, Chino Darín, Javier Rey, María León, Antonio de la Torre, Alejandra Onieva, Nora Navas, Alexandra Jiménez, Verónica Echegui, Brays Efe, Javier Cámara o Eva Reyes.
¿Algún actor dice que no a Cesc Gay? “Sí, siempre hay alguien que no puedo o le encaja el personaje”, concede. “Una pistola en cada mano funcionó y trascendió y nos hizo ver que estás películas, que de entrada parecen alternativas, pueden tener su espacio”. Algunas de las historias, como la que protagoniza Anna Castillo, una mujer a la que el tonteo con su vecino (Chino Darín) le hace ver las carencias con su pareja (Javier Rey), iban a ser una película, otras nacieron con vocación breve. “Me gustan mucho las historias cortas y podría estar años haciendo esto”.
El cine de Gay tiene algo de generacional y algo de atemporal. Aunque los cambios de la sociedad acaban filtrándose en sus historias, como la que protagoniza Álex Brendemühl atraído con naturalidad por una mujer trans (Eva Reyes), mientras a su amigo (Antonio de la Torre) todavía le chirría.
¿Han evolucionado las relaciones de pareja desde que hace cine? “No creo que pueda contestar, porque parece que por hacer una película tienes algún conocimiento o autoridad y solo es una película. Hablo de lo que veo, conozco y siento. Tengo eso sí la intuición de que en el fondo siempre somos los mismos y respondemos a las mismas emociones, que tienen que ver con celos, orgullo. Somos frágiles en ese sentido”.
¿Es la monogamia antinatural? “Viviríamos más felices con el poliamor o las relaciones abiertas, sería un logro maravilloso y nos lo pasaríamos mejor, pero la posesión del otro es algo muy humano. Tenemos algo muy competitivo, la sensación de que te pertenece las personas. No solo en las relaciones, ocurre en lo laboral o entre hermanos”, desarrolla. “Prefiero no pelearme con eso, entender de qué estamos hechos, y al menos disimularlo, que es lo que ocurre en la historia de Quim Gutiérrez y Verónica Echegui”.
Historias para no contar tiene el particular ritmo de su cine, que parece acompasado a su propia personalidad tranquila y relajada, y que se traslada también a las improvisaciones de unos actores ajustados milimétricamente al guion. “La improvisación es algo muy sobrevalorada, me parece una cosa de vagos. Pero tienen la libertad de llevar la partitura del texto a su terreno”, aclara.
Su primera obra teatral, Los vecinos de arriba, se convirtió en la película Sentimental. “La comedia es lo que siempre me ha gustado, pero me daba mucho miedo y respeto. Sin embargo, escribir teatro me ha permitido escribir desde un lugar más desacomplejado, no me lo he tomado tan en serio y me he dejado ir”, analiza. Y la máquina sigue en marcha: Ya tiene otra comedia estrenada en las tablas de Barcelona, 53 semanas, que pronto llegará a Madrid.