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Protestas en China

China, en la disyuntiva de continuar con su política de 'COVID cero' o arriesgarse a convivir con el virus

  • La estrategia de eliminación del virus ha ahorrado muertes a costa de la economía y del hartazgo social
  • Medidas más flexibles requieren prevención y avanzar en la vacunación, señalan los expertos

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Escena en una calle en Pekín, el 1 de diciembre de 2022: viandantes con mascarilla y un trabajador que recoge muestras de COVID. Foto: AP Photo/Andy Wong
Escena en una calle en Pekín, el 1 de diciembre de 2022: viandantes con mascarilla y un trabajador que recoge muestras de COVID.

China ha vivido esta semana las mayores protestas ciudadanas en años, en contra de las restricciones asociadas a la política de "COVID cero" adoptada desde el inicio de la pandemia del coronavirus.

Las protestas son un desafío para el control y la estabilidad social, pilares de la presidencia de Xi Jinping, y han forzado a las autoridades a ser más flexibles. China se enfrenta a una disyuntiva: seguir con la estrategia que ha mantenido a raya la mortalidad, con un alto coste económico y social, o arriesgarse a una mayor apertura que podría colapsar su sistema sanitario.

'COVID cero', una medida necesaria que ha salvado vidas

Cuando se declaró la pandemia, China y otros países de Asía y Oceanía (Japón, Corea del Sur, Australia o Nueva Zelanda) optaron por una política muy estricta, con cierres totales de fronteras y confinamientos. Esta "estrategia de eliminación" pretendía limitar al mínimo los casos y la transmisión, como se hizo en 2003 frente a la epidemia del SARS.

En el otro extremo, Reino Unido o Suecia comenzaron apostando por la inmunidad de grupo o la "responsabilidad social", y tuvieron que decretar confinamientos cuando las muertes se dispararon.

En China, con un régimen dictatorial, la "estrategia de eliminación" se ha aplicado al extremo: se han confinado edificios, barrios o ciudades enteras ante la aparición de un solo caso, y se ha trasladado a la fuerza a los contagiados a centros de cuarentena colectivos, separando incluso a las familias. Todo ello sin una oposición interna destacada. Hasta hoy.

Las autoridades insisten en que se han evitado muertes. Las cifras oficiales les dan la razón: China registró hasta el 1 de noviembre 206 casos y una muerte por cada 100.000 habitantes, con un total de 15.642 muertes.

En comparación, en España se han detectado 28.899 casos / 100.000 h., y más de 115.000 muertes; en Estados Unidos, 29.465 casos / 100.000 h. y más de un millón de fallecidos.

"Se ha demostrado que las políticas de 'COVID cero' son eficaces", opina, en declaraciones a RTVE.es, Joan Caylà, miembro del grupo de comunicación de la Sociedad Española de Epidemiología y presidente de la Fundació UITB (Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona). "Aquí con las estrategias adoptadas hemos sufrido más casos".

"La política de 'COVID cero' fue muy importante y acertada en su momento - coincide, en una entrevista en RNE, Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) - Era lo único que permitía, en un país tan poblado, y con una enfermedad para la que no había vacuna, y con una gran presión asistencial, no colapsar el sistema sanitario y no tener decenas de miles de muertos".

La política de 'COVID cero' fue muy importante y acertada en su momento

Las buenas cifras explican el apoyo social al principio de la pandemia. Pero después de tres años han comenzado a notarse los daños económicos y el hartazgo social. Sucesos como el incendio en un edificio confinado en Xinjiang o el aislamiento de trabajadores en una fábrica en Zhengzhou han alimentado la sensación de maltrato por parte de las autoridades.

"La parte negativa de esta política es que la gente se siente encerrada, y esa limitación de movimientos en un primer momento se aguanta, pero a largo plazo no", explica a RTVE.es Manuel Franco, epidemiólogo y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria.

"Aquí coincidió con muchos fallecimientos y contagios, pero si ves menos casos y que el resto del mundo ha vuelto a la actividad normal y tú sigues encerrando a la poblacion por unos contagios, no por enfermedad grave ni por fallecimientos, entonces ¿cómo de sostenible es ese nivel tan alto de control?", se pregunta Franco.

López Acuña cree que la "fatiga pandémica" aparece en todas las poblaciones, pero pide distinguir el elemento sociológico de las razones sanitarias. "No es que la estrategia sea rara. Tenía todo el sentido y lo tiene. Hay que articular las medidas para que tengan aceptación social", subraya.

Joan Caylà recuerda que también en España "la gente estaba cansada de evitar reuniones, de usar mascarillas, etc". "Allí ha sido muy duro por el control estricto. Esa política aquí habría sido muy difícil, por ejemplo, tener que hacer millones de PCR casi diarias".

China está en una disyuntiva (...) Podrían afrontar miles y miles de muertos, que podrían pasar del millón

"China está en la disyuntiva de mantener medidas más restrictivas a corto y medio plazo, lo que es políticamente complicado porque puede provocar revueltas, o abrir, con menos prevención y control. Podrían afrontar miles y miles de muertos, que podrían pasar del millón", advierte Caylà.

Problemas con la vacunación

La clave es la vacunación. En todo el mundo, el avance de las vacunas ha sido crucial para levantar restricciones.

En China, el 89,2% de la población tiene la pauta completa y el 56,7% una dosis adicional (en España, un 85,5 % y un 54,7 %, respectivamente, según cifras de 12 octubre 2022).

Pero China tiene dos problemas con la vacunación. En primer lugar, los antígenos que utiliza (principalmente, los de Sinopharm y Sinovac, ambos de fabricación propia), son menos efectivas que los que se usan por ejemplo en España (Pfizer y Moderna). Hasta 10-20 puntos menos eficaces, según Caylá.

En segundo lugar, la proporción de vacunados es algo menor entre los mayores de 60 años, uno de los grupos de riesgo: un 86,4 % están totalmente vacunados y un 68,2 % ha recibido una dosis de refuerzo.

Las autoridades intentan acelerar la vacunación de este grupo de población, salvando los obstáculos logísticos de un país tan extenso, pero se enfrentan aún a la desconfianza.

"Tengo una enfermedad del corazón, y la tensión alta. ¿Y si me pasa algo?", declaraba a Reuters Cai Shiyu, de 70 años. Yang Zhijie, de 76, también tiene miedo. "Sin la vacuna ya tengo muchas enfermedades, y temo que después de ponérmela sean más graves".

La vacuna tampoco es una "solución mágica", advierte Daniel López Acuña. "No olvidemos que no es esterilizante, no impide los contagios. Reduce la severidad y el riesgo de muerte, pero tiene una duración limitada, y si no hay un número suficiente de dosis recientes, como se hace ahora en los países occidentales con una cuarta dosis, no hay la protección adecuada".

La respuesta "dinámica" de Xi ante la pandemia

Xi Jinping ha asociado a su persona la política de "COVID cero". En el reciente Congreso del Partido Comunista Chino, el presidente chino la calificaba de "guerra popular para impedir la transmisión del virus". No obstante, también reconocía que debía ser "dinámica", adaptada a las circunstancias cambiantes.

En Hong Kong, las restricciones para los viajeros se redujeron desde mediados de noviembre. Tras las protestas de esta semana, Pekín, Cantón y Zhengzhou han flexibilizado las normas o han levantado confinamientos.

En los próximos días se espera una reforma a nivel nacional, informa Reuters. Algunos contagiados asintomáticos (embarazadas, personas mayores) podrán pasar la cuarentena en casa, junto con sus contactos estrechos. También se espera que se potencien los tests de antígenos y se reduzca la frecuencia de los cribados masivos con PCR.

"Para que el coronavirus no se desmadre en un país tan inmenso, lo que podría tener repercusión a nivel mundial, es mejor seguir con las estrategias de eliminación, pero con alguna apertura para hacerlas más soportables - cree Joan Caylà - E insistir en el uso de mascarillas al aire libre y los medidores de CO2, y conseguir coberturas vacunales muy buenas con vacunas efectivas, lo que no es fácil".

Las lecciones que Occidente debe aprender de China

Tres años después del primer brote de la enfermedad, detectado en Wuhan, la mayoría de los países han optado por una "estrategia de mitigación": vacunación, medidas de protección y prevención personal y atención a los enfermos. Las autoridades repiten que hay que "aprender a convivir" con el virus. Pero la situación de China, alertan los epidemiólogos, demuestra que la pandemia no ha acabado.

En Occidente no acabamos de entender que no hemos zanjado la pandemia, y nos lleva a conductas irresponsables

"En Occidente no acabamos de entender que no hemos zanjado la pandemia, y eso lleva a conductas irresponsables", alerta Daniel López Acuña. "El virus aún nos puede dar un susto. Primero porque es altamente mutante, produce nuevas variantes que tienden a escapar a la eficacia de las vacunas. Segundo, porque las vacunas tienen una duración limitada. Y tercero, porque hemos bajado la guardia en las medidas de protección, como el uso de mascarilla".

López Acuña señala el aumento de infecciones en otoño-invierno, cuando coinciden otros virus respiratorios con la gripe y, ahora, el coronavirus, y la "mortalidad excesiva este año en España" a pesar de la vacuna. "Tenemos una tendencia a la reinfección con severidad", advierte.

"No se trata de volver a los confinamientos - añade - Eso se usó en su momento, y muy bien usado. Pero no podemos cruzarnos de brazos y pensar que ya no tenemos que preocuparnos, que es una gripe o un catarrito".

"Muchos medios de comunicación dan la pandemia como una cosa pasada - se lamenta Joan Caylà - pero si se miran los datos del Ministerio, y las muertes diarias por COVID, a estas alturas debería preocupar".

Los epidemiólogos insisten en que hay que continuar con las medidas preventivas, como usar mascarilla, mantener las distancias y vacunarse con las dosis de refuerzo.