El libro teatral busca su escenario
- La literatura dramática está "muy activa" pese al ”arrinconamiento” ante el reinado de la novela
- El Princesa de las Artes a Juan Mayorga visibiliza la dramaturgia y su larga tradición histórica
El dramaturgo Juan Mayorga iluminó una realidad difuminada en una entrevista a RTVE.es como Premio Princesa de Asturias de las Artes el pasado octubre. El autor español vivo más representado criticó el “arrinconamiento” de la literatura teatral sobre la hegemonía omnipresente de la narrativa incluso el orillamiento frente a otros géneros como “los libros de viajes o gastronomía”.
“Algo que considero injusto porque se está escribiendo muy buen teatro en este país y en nuestra lengua”, defendió Mayorga que con el galardón, que tradicionalmente esquiva la dramaturgia, ha elevado el brillo del hecho teatral.
Conchita Piña, una de las fundadoras de la editorial de teatro y filosofía Antígona, coincide con el diagnóstico de Mayorga. La literatura dramática “está muy viva” aunque algo “invisibilizada”.
Hace 16 años tres socios abrieron Antígona en Madrid casi como un acto puro de idealismo y amor a las tablas. Publican teatro contemporáneo y reconocen un florecimiento de editoriales especializadas, sobre todo en los últimos diez años, que persiguen atrapar a lectores con interés que se mueven del escenario al libro.
“Nosotros estamos muy pegados a la realidad escénica y nos piden muchas obras que se acaban de estrenar. A veces las compañías o las productoras dan los textos a la salida de las funciones. Eso ha generado que el espectador de teatro se convierta en lector y que entre de esa manera en el catálogo”, afirma Piña y ejemplifica con la reciente publicación de Vive Molière de Álvaro Tato (Ron Lalá) en el Teatro de la Abadía, que levantó el telón hace apenas unas semanas.
En el centro de esta efervescencia subterránea se encuentran los dramaturgos como José Ignacio Tofé, secretario general de la Asociación de Autores y Autoras de Teatro, que disecciona cómo aproximarse a un texto que atesora su propio metalenguaje con disfrute máximo.
“Creo que lo que hay es un poco falta de costumbre. Cuando lees una obra de teatro recreas en tu cabeza el montaje y es como si fueras el director. Es un juego que está muy bien y tiene muchas posibilidades”, afirma sobre el engranaje del reino de la convención y la imaginación.
La editora Conchita Piña anima a los lectores remisos como voz autorizada en la experiencia.“Todo el mundo que era reacio luego nos ha contado que es facilísimo porque es una lectura del momento, tiene esa concreción y no se pierde en descripciones como la novela”, y añade que les solicitan obras españolas desde China, Italia o Grecia en un salto globalizado que entronca con la histórica y nutrida tradición teatral en nuestro país.
Nuevas corrientes teatrales
Calderón de la Barca, Valle-Inclán o Lope de Vega son solo una muestra de calidad interminable: los nombres de oro del clásico español marcan la entrada al libro teatral en los planes de estudio pero a menudo se emborrona el rastro.
Para abarcar a los genios mejor “con guía”, desglosa Tofé, y aconseja al Fénix de los Ingenios para abrir boca. “Las comedias de Lope como El perro del hortelano son muy accesibles, lo que ocurre con los clásicos es que parece que te hablan en un idioma extranjero y lo mejor es hacer un buen montaje, entonces sí que puedes entender lo que te están diciendo”.
¿Y a qué a autores debemos seguir la pista en el panorama actual? “Están las obras de Microteatro de Teatro Breve que se han hecho en una sala de Madrid que se llama Microteatro Por Dinero y ahora se publican. Son cortas y te las puedes leer como un libro de cuentos. Lucía Carballal, que es un teatro muy naturalista y cercano donde encuentras a personajes muy reconocibles. Otro autor es Tomás Afán que hace teatro breve, tiene mucho sentido del humor y es muy divertido. Luego está Eva Redondo que te exige una mirada con mucha atención y hace un análisis de la sociedad muy interesante”.
Los especialistas certifican la explosión de variedad que traza la escena contemporánea con “monólogos, comedia, teatro de calle, piezas performativas” y subiendo. Una ventana multicarril reflejada en el reciente Salón del Libro Teatral, el foro de la literatura dramática, aupado por el brote de ideas que borbotea en las escuelas de arte dramático.
“El teatro tiene que ser el espejo del momento y que te hable del ahora. Eso se ve en las nuevas corrientes y creo que es la clave: publicar textos y apostar por ellos. Colaboramos con la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático) para dar visibilidad y encontrar nuevos valores. Tenemos una línea de colección de teatro para adolescentes porque muchos dramaturgos escriben para ellos”, explica la editora.
Mientras que José Ignacio Tofé aporta la óptica del autor desde las tripas de la creación demorada. “Los procesos de escritura y producción son muy largos, desde que has terminado la obra hasta que la ves representada pueden pasar años, pero cuando ya está sobre el escenario y ves que al público le gusta todo cobra sentido”, señala el creador de piezas como El tesorero o Ensayo general.
Quizás la única manera de ahondar en el misterio sea retornar a Lorca que aseguró que “el teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana”.