Caretas de superhéroes para niños con cáncer en el Hospital de Toledo
- El objetivo es rebajar la ansiedad de los pequeños durante el tratamiento
- Un enfermero del área de oncología pediátrica se encarga de pintar las máscaras con pintura inocua
Una niña del Hospital Universitario de Toledo ha sido la pionera en ponerse una máscara con la ilustración de Elsa, protagonista de la famosa película de Disney Frozen. Durante un año y medio el Servicio de Oncología Radioterápica, junto a la Unidad de Humanización del Hospital Universitario de Toledo, han trabajado en esta iniciativa con el objetivo de disminuir la ansiedad en los pacientes pediátricos que tienen un tumor maligno.
Estas máscaras termoplásticas son inmovilizadoras. Se utilizan en oncología radioterápica para el tratamiento de lesiones ubicadas en cabeza y cuello. Evitan el movimiento del paciente y posibilitan la reproducción de la misma posición diariamente en el tratamiento.
“Para la radioterapia se necesita una inmovilización a niveles submilimétricos“
Según Ángel Benedicto, supervisor de oncología radioterápica, se necesita una inmovilización a “niveles submilimétricos”. “El tratamiento no deja de ser radiación y queremos que vaya a las células malignas, minimizando el tejido sano que recibe radiación” añade.
Dichos inmovilizadores suponen una fuente de ansiedad e incluso rechazo para muchos pacientes, especialmente para los pediátricos ya que no comprenden su uso. Esto dificulta el proceso de simulación.
Para que el tratamiento sea más llevadero, desde el equipo humano que trabaja en el área de radiación “intentamos amenizar su experiencia durante el tratamiento, personalizando estas máscaras con el dibujo animado que más les guste. Además, podemos reproducir la música de su elección durante el tratamiento”, asegura Ramón Molina, técnico especialista radioterápico.
¿Cómo se crean las máscaras?
Las máscaras que se utilizan son láminas de un material termoplástico que al calentarlo en un horno de aire caliente –que alcanza hasta los 70 grados centígrados- se vuelve moldeable. El siguiente paso es colocar el material sobre su rostro para que adquiera la forma del mismo.
Una vez se enfría se realiza un marcaje de referencia desde el cual, en cada sesión del tratamiento, los médicos pueden realizar unos desplazamientos hasta ubicarse en la zona que se debe tratar.
Por último, para que los pequeños se vean convertidos en sus superhéroes y heroínas favoritos, José Luis Carpio, enfermero de oncología pediátrica, se encarga de ilustrar las máscaras con pintura al agua. Además, añade recortables para que “si les molesta a los técnicos los pueden separar de la máscara, se aplica la terapia y se pueden volver a poner sin ningún problema”.
“Con esta iniciativa se ha conseguido que el niño o la niña calme su ansiedad durante la realización de esta prueba médica “
En su elaboración, Carpio tarda entorno a seis horas. Tiempo que le es recompensado con las sonrisas de los pequeños “los compañeros me cuentan que el niño o la niña se ha quedado tranquilo y conforme con la máscara y yo me quedo encantado de haber hecho bien el trabajo y de que haya servido”.