Benjamin Lacombe ilustra 'La sirenita' y nos descubre el amor imposible de Andersen por otro hombre
- El ilustrador también ha presentado en Madrid la Enciclopedia de seres mágicos
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Benjamin Lacombe (París, 1982), es uno de los ilustradores más admirados de Europa y, como todas las Navidades, ha venido a Madrid a presentarnos sus nuevos libros: una espectacular adaptación de La sirenita (Edelvives) y la Enciclopedia de seres mágicos (Edelvives), en la que colabora con otros artistas y escritores como Sébastien Perez, con el que también hemos hablado.
Benjamin Lacombe nos comenta por qué ha querido ilustrar el famoso cuento de Hans Christian Andersen: “Llevo muchísimos años queriendo hacerlo. Lo descubrí con la película de Disney, que me encantó, y luego leí el relato original y había algo en él que me fascinaba, aunque no sabía qué. Pero con el tiempo he podido indagar en las distintas versiones y descubrí que en La sirenita había una intrahistoria. Y es que es una carta de amor de Andersen a su amor imposible, Edvard Collin”.
Por eso el libro recoge fragmentos de algunas de las más de 300 cartas que Andersen intercambió con Edvard. “Además de ilustrar La sirenita –asegura Benjamín-, quería arrojar luz sobre ese amor de Andersen y sobre esas cartas de amor, que es la primera vez que se han traducido al español. Y en esta edición también rescatamos el final original del cuento, que Andersen desechó, pero que es muy revelador”.
“Andersen es la sirenita”
Benjamin Lacombe siempre nos sorprende con sus versiones de los personajes clásicos, a los que intenta dar un aire novedoso, como esta sirenita azul y un poco andrógina. “Surge de un sentimiento, de una intuición, que yo tenía. Porque en realidad no estamos hablando de sirenas o de alguien que se enamora de otra persona. Para mi es la historia de alguien que quiere cambiar de condición, de alguien que elige el dolor y perder la voz para convertirse en mujer”.
“Y al leer las cartas –continúa-, comprobamos que Andersen confiesa que: “Me hubiera gustado ser una mujer para que me amaras. Andersen es la sirenita, por eso la sirenita tiene sus rasgos, sus ojos, su pelo… Aunque Andersen describía a la sirenita como un ser extremadamente bello y él no era especialmente agraciado, por lo que he tenido que embellecerla un poco”.
Sobre el color azul que la sirenita tiene debajo del agua, Lacombe nos comenta: “Es una historia que habla sobre el género y quería destacarlo desde la portada del libro, que es como el nacimiento de la sirenita, con esa forma que evoca una vagina y ese contraste entre los colores rosa y azul, típicos de niños y niñas. Pero vemos que la sirenita bascula entre ambos tonos, lo que nos lleva al color trans, el color de la ambigüedad”.
“Además –añade el ilustrador-, el rosa no es el típico, sino que es fluorescente, porque buscaba una tonalidad de rosa muy fuerte, para la que he necesitado un pigmento especial que no puedes mezclar con ningún otro color, porque si lo haces, desaparece ese efecto fluorescente. Es un rosa que no existía. Pero quería recrear esos colores fluorescentes que tienen algunas criaturas submarinas”.
En cuanto al mundo que rodea a su sirenita, Lacombe nos comenta: “Ese mundo submarino es bastante sexual, con formas fálicas, colores muy potentes y donde flota continuamente esa idea del amor y la sensualidad de los cuerpos. En contraste, la sirenita destaca por su ambigüedad. Digamos que vive en un mundo muy definido, desde el punto de vista sexual, pero ella fluye, no está definida”.
¿Era Andersen homosexual?
Durante años algunos expertos han negado que Andersen fuera homosexual, a pesar de esas apasionadas cartas de amor a Edvard. “Es difícil decirlo con seguridad, pero si lees esas cartas parece claro que era homosexual, porque en ellas dice que le gustaría ser una mujer para que lo amara, que le gustaría tener relaciones con él… para mí el mensaje es inequívoco”.
“Además –añade-, es una relación que duró años. Hay más de 300 cartas dirigidas a Edvard. Por eso creo que no fue un amorcillo, sino una relación con mayúsculas. El problema es que Edvard no estaba enamorado. Y es algo que afectó a Andersen profundamente”
“Esa relación, que Jean-Baptiste Coursaud analiza en el epílogo del libro, es lo que llevó a Andersen a escribir La sirenita –continúa-. Si no hubiera sido por ese amor imposible, por ese sentimiento de no haber nacido en el cuerpo adecuado, jamás habría escrito esta historia ni otras como El patito feo o La reina de las nieves. Porque esa es la temática común a esas historias”.
“Investigando y leyendo escritos de sus amigos, también hemos descubierto que a Andersen le llevaron en dos ocasiones a prostíbulos y él se pasaba toda la noche hablando con las prostitutas, pero vestido” -asegura Lacombe-.
“Hay gente –añade el ilustrador-,que se empeña en decir que Andersen no era homosexual, sino que era asexual, apoyándose en que también cortejó a la hermana de Edvard, Louise Collin. Pero la escribió solo dos cartas, nada que ver con las 300 que dedicó a Edvard”.
“También se ha descubierto que Hans Christian Andersen tenía un diario en el que expresaba su frustración por no mantener relaciones sexuales. Porque, además, era una persona con una profunda religiosidad. Cada día que se masturbaba ponía una cruz en ese diario. Por eso pienso que no fue una persona asexual, sino alguien que no fue capaz de vivir su sexualidad”.
El final original que Andersen tachó
En el libro también se recupera el final original que Andersen tachó y en el que la sirenita recuperaba su voz. “Ese final es importantísimo –asegura Lacombe-, el propio Andersen lo confesaba en una de sus cartas a Edvard, en la que le dice: “Tenga presente que, con la persona a la que en verdad aprecio, mido sus palabras, sobre todo las que están tachadas, pues suelen ser las que van del corazón a la pluma”.
“Para mí esa parte que está tachada es la más importante del libro –continúa-. Estamos en 1836, cuando todavía ni existía el término homosexual, y en esas frases Andersen dice que solo cuando esté muerto y sea un alma inmortal podría ser amado por quien él quería”.
“En ese final –añade-, Andersen verbaliza de una forma muy hermosa, que se puede tener una identidad en el alma y otra en el cuerpo. Para mí ese final es importantísimo, porque cuando escribe a Edvard le dice que ese es el final del personaje, no de él mismo. Es decir, se esconde tras el personaje. Pero… ¿por qué hace eso”.
“Pienso –añade-, que lo hace porque cinco años antes había escrito un poema dramático, Agnete y el tritón, en el que era una mujer la que se enamoraba de un tritón que se llamaba Edvard. Y eso hizo que Edvard se enfadara muchísimo y que le dijera que si no tenía imaginación para inventarse algo”.
“Por eso -concluye Lacombe-, cinco años después, creo que pensando en ese momento, Andersen empezó a escribir La sirenita el mismo día de la boda de Edvard”.
Unos alucinantes fondos marinos
Destacar los alucinantes fondos marinos, llenos de colores fluorescentes, en los que Lacombe sitúa La sirenita. “En estos casos se suele utilizar acuarela, porque al ser una técnica que usa el agua, evoca el mar y le da un toque de ligereza a las cosas, como si flotaran. Pero lo que yo quería era transmitir ese sentimiento de densidad que tenemos al sumergirnos en el agua”.
“Esa sensación de inmensidad, de algo muy profundo, de no saber dónde estamos, porque estamos tan profundos que no tenemos ninguna referencia de donde está la superficie. Quería representar esa inmensidad del mar y por eso uso un azul tan oscuro, tan profundo”.
Dicen que dibujar las olas del mar es una de las cosas más complicadas, pero no para Lacombe: “Para mí ha resultado muy sencillo, a mi lo que me cuesta dibujar es un coche moderno (ríe). Pero me encanta dibujar la naturaleza. En este caso, para el castillo acuático me he inspirado en el trabajo de la escultura Eva Jospin, con formas bastante sexuales, muy diferente del típico castillo de Walt Disney”.
‘Enciclopedia de seres mágicos’
Lacombe también ha presentado, junto a su colaborador habitual, el escritor Sébastien Perez, la Enciclopedia de seres mágicos (Edelvives), cuyos dos primeros tomos están dedicados a Las Hadas (escrito por Perez e ilustrado por Bluebirdy) y Las Brujas (escrito por Cécile Roumiguière e ilustrado por Lacombe).
“La colección está coordinada por Lacombe –nos cuenta Sébastien-, y hay previstos seis tomos. La idea es lanzar dos cada año. Hace años ya hicimos un libro sobre las brujas pero Benjamin quería repetir y por eso lo ha hecho con Cécile, mientras que yo he escrito el de Las hadas, que ilustra Bluebirdy, una gran artista de origen iraní, que vive en Noruega”.
“Queríamos que en este libro hubiera hadas de todo el mundo, una especie de representación internacional –añade Sébastien-. Lo que tienen en común los tomos es que están estructurados de forma similar. Así conoceremos a las hadas protectoras, las peligrosas, las de los elementos… Y también hemos buscado en otras culturas, por ejemplo, los yokais japoneses, de los que también habíamos hablado”.
“Además –nos explica el escritor-, queríamos indagar es ese vínculo especial que las hadas tienen con la naturaleza. Por eso el mensaje que subyace en todo el libro es ese amor y respeto por la naturaleza”.
“Destacaría los dibujos de Bluebirdy por su sensibilidad –continúa Sébastien-. Su bellísimo trazo combina a la perfección con ese respeto por la naturaleza y el medio ambiente”.
En cuanto a su hada favorita, Sébastien destaca a: “La Aziza de los bosques de Benín, que enseña a los cazadores a respetar a los animales. Algo que está plenamente de actualidad, porque hay un conflicto abierto en Francia entre cazadores y no cazadores”.
Sobre el libro de Las brujas, Lacombe destaca: “Ya he colaborado mucho con Cécile y en 2008 ya hicimos juntos La niña silencio, que para mí fue un libro muy importante. Yo sabía que iba a usar esa visión más feminista y reivindicativa para hablar de las brujas. Y a ella le encantaba el libro Genealogía de una bruja que Sébastien y yo publicamos en 2008”.
“En ese libro –añade Lacombe-, íbamos a contracorriente de todo lo que se escribía en ese momento sobre brujas, ya que siempre eran horribles, viejas, con una verruga en la nariz… Por eso ahora hemos escrito este libro que habla de la condición de la mujer y en el que retomo el trabajo que habíamos hecho con Cécile”.
“En este libro repasamos la historia de las brujas y su representación en la cultura popular –continúa-. Pero, sobre todo, hablamos de esa condición de la mujer. Por ejemplo, en una época no tan lejana, Greta Thunberg podía haber sido considerada una bruja. Porque en todas las brujas, da igual la época o el lugar, solo encontramos un punto en común, y no es la vejez o que den miedo, sino que no tienen marido. Ese es el punto común en todas las brujas”.
En cuanto a sus proyectos, Benjamin Lacombe asegura que: “Estamos trabajando en Dragones y Monstruos, los próximos tomos de esta colección. Y con Sébastien en un ambicioso proyecto en el que ya llevamos tres años. Es algo que nos emociona muchísimo. Además, voy a ilustrar El retrato de Dorian Gray. Y en la misma colección de La sirenita vamos a lanzar El libro de la selva, con el ilustrador Andrea Serio”.