Las primeras pinceladas del joven Sorolla, de concursante en exposiciones a adorador de Velázquez
- Cultura adquiere tres pinturas inéditas que Sorolla pintó con 20 años
- Las obras pueden verse en una exposición en el Museo del artista en Madrid
Prolífico retratista de la alta burguesía, superestrella internacional, académico, experto hombre de negocios y más, los focos iluminaron tanto a Joaquín Sorolla que parece que no hay zona de sombra sin escudriñar sobre el pintor de la luz, pese a todo, sus primeras pinceladas desvelan a un joven que tuvo que buscarse la vida para atrapar con los dedos su vocación. Y lo consiguió.
Nacido en Valencia (1863-1923), sus padres murieron en una epidemia de cólera y fue acogido por unos familiares, su tío cerrajero intentó transmitirle el oficio. Todo fue vano.
El adolescente Sorolla quiere ser pintor y tras terminar su formación en la Escuela de Artesanos se lanza con tan solo 15 años a presentar sus trabajos a todos los concursos regionales y exposiciones nacionales que se le ponen a tiro con resultados desiguales.
En la de Madrid de 1881 prueba suerte con tres marinas valencianas que no encajaron con la corriente oficial que escoraba hacia lo histórico. No se arredra y sin un estilo aún aquilatado “salta” a la pintura realista estudiando y copiando a Diego de Velázquez sin descanso en El Prado. Una influencia que permeará toda su obra.
Finalmente, en 1884 alcanza la gloria al obtener la Medalla de Segunda clase en la Exposición Nacional por su obra Defensa del parque de artillería de Monteleón, que se caracterizaba por su aura melodramática y oscura.
El avispado Joaquín Sorolla había cogido el truco como le confesó socarrón a un amigo suyo: “Aquí, para darse a conocer y ganar medallas hay que hacer muertos”. Esta faceta como pintor juvenil es la que descubre la exposición Sorolla. Orígenes en el museo del autor en Madrid, como un precalentamiento a la celebración del año del artista en 2023.
La muestra aspira a desanudar las lagunas artísticas y culturales de esta primera etapa y lo hace con un incentivo de lujo: la presentación de tres obras inéditas y en perfecto estado que el Ministerio de Cultura ha adquirido por un valor total de 357.000 euros a colecciones privadas.
En la posada, La esclava y la paloma. Desnudo y El oferente [Ver imágenes que encabezan la noticia] fueron pintadas por Sorolla con tan solo 20 años. Escenifican uno de sus primeros éxitos en la Exposición Regional de Valencia en 1882 y sus huellas de genialidad artística aún por explotar.
"Con firma y rúbrica, ambos lienzos constituyen ejemplos sobresalientes de los ejercicios académicos de formación que el pintor dominaba ya plenamente. A través de su temática de inspiración pompeyana, demuestran el dominio de los conocimientos clásicos de Sorolla, a la vez que anticipan la enorme soltura del 'maestro de la luz' con el blanco", destacó el ministro de Cultura, Miquel Iceta.
Asimismo, En la posada (1883) es un óleo sobre tabla de 27,4 x 17 centímetros, adquirido por valor de 50.000 euros. Firmado y dedicado, constituye uno de los escasos ejemplos de escenas inspiradas en la pintura de casacón de Mariano Fortuny y del maestro de Sorolla, Francisco Domingo Marqués.
Evolución del estilo
La exposición (Del 21 de diciembre al 19 de marzo de 2023) se adentra en estos pasos con una nutrida muestra de 93 obras premiadas en los concursos, además de sus primeros bocetos, dibujos, retratos y bodegones con los que empezó a bosquejar, y que nunca antes habían sido expuestos.
“Joaquín Sorolla ya empieza a despuntar en ese género que tantas satisfacciones le dio luego en el futuro, pero también tenemos dibujos que salen de las escuelas de artesanos que nunca se han visto. Ese artista que con 15 años representa desde un bodegón hasta esas 'Inmaculadas' de Murillo o esas escenas orientales”, explica Luis Alberto Pérez Velarde, conservador del Museo Sorolla y comisario de la exposición.
Una cara que también asoma su personalidad determinada y ayuda a completar el rompecabezas de su proceso creativo. ¿Cómo era el joven Sorolla? “Sobre todo muy inquieto y extremadamente inteligente”, afina el comisario.
Gracias a la exposición de 1884, la Diputación de Valencia le becó para continuar su formación en Roma y constituyó la palanca de su triunfo internacional.