El dolor "inexplicable" de una Navidad con sillas vacías: "La muerte de mi marido me rompió el alma"
- Durante las fiestas navideñas el difícil sentimiento de la pérdida se acentúa, avisan los psicólogos
- Validar las emociones de las personas en duelo y no imponer una forma de vivir la Navidad puede ayudar
Se viste de luces, de regalos y de serpentinas, pero la Navidad, a veces, duele. Lo sabe bien quien ha perdido a un ser querido. Sin las personas que parecían eternas al otro extremo de la mesa, los días señalados ya no son más que números. Deja de tener sentido montar el árbol o comprar la cena en aquel mercado que tanto les gustaba, pero también da miedo. Todo huele y sabe a ellas. “Es un dolor inexplicable”, recuerda Loli Fernández, sobre las primeras Navidades sin el amor de su vida. "La muerte de mi marido me rompió el alma", asevera.
Es difícil disfrutar de las Navidades cuando se está en duelo, reconoce también la presidenta de la asociación Decir Adiós, Gina Campalans. La tristeza, la rabia, la nostalgia y la incertidumbre se hacen más presentes "cuando todo el mundo alrededor está de fiesta". "Entonces hay una sensación más real de la pérdida", lo que muchos identifican con el 'síndrome de la silla vacía.
“Hacen que se note más la ausencia de nuestros seres queridos“
La psicóloga Silvia Ferrer, por su parte, prefiere no usar dicha etiqueta porque no ayuda a "normalizar el duelo". No obstante, sí reconoce que el dolor de la pérdida se acentúa en la Navidad y en sus reuniones. "Las celebraciones, en especial las navideñas, marcan el paso del tiempo y hacen que se note más la ausencia de nuestros seres queridos", apunta a RTVE.es.
La Navidad nunca volverá a ser la misma, admiten igualmente tanto Fernández como Campalans, pero sí puede volver a vivirse sin dolor. Ambas han sufrido la muerte de un familiar e insisten en aportar esperanza: del sufrimiento necesario del duelo puede pasarse a las anécdotas y el amor.
"Cuando se sienta una persona en su sitio es como una traición"
David, el hijo mayor de Gina Campalans, perdió la vida un septiembre de hace 19 años mientras practicaba submarinismo, su deporte favorito. El paso del tiempo no ha borrado "su sonrisa y su alegría vital" del corazón de sus padres y de sus cinco hermanos, pero tampoco el recuerdo de aquella primera y dolorosa Navidad sin él. "Siendo mamá de seis, estaba acostumbrada a preparar unas fiestas preciosas", algo que su corazón, "roto", no le permitió hacer.
Mientras la calle se llenaba de preparativos, ella no tenía ganas de "celebrar nada". Era incapaz de imaginarse cocinando el pavo de cada año o de adornar la casa aunque su entorno, la publicidad y los escaparates le animasen a ello. "Cuando estás en duelo no entiendes por qué el mundo sigue girando", y menos disfrutando de la Navidad.
Ese año uno de sus hijos se ofreció a organizar la cena en su casa, quitándole un gran peso de encima, y, aunque dolió, también sintió el calor de su familia. Entonces entendió que era el momento de "hacer las fiestas diferentes". "No podemos forzar algo que no sentimos, quienes nos rodean tienen que ser conscientes, proporcionando su apoyo", añade. Ahora ayuda a otras personas a enfrentarse al pesar de las reuniones y a expresar cómo esto les hace sentir sin vetar permanentemente la Navidad.
Desde la asociación Decir Adiós, abordan las fechas más señaladas del año, que "agudizan los sentimientos que aparecen tras una pérdida significativa". En esos momentos se presenta el llamado 'síndrome de la silla vacía' "al encontrarnos rodeados de varias personas en una mesa y ver que su asiento ya no está" o, incluso, que otro familiar lo ocupa. "Cuando se sienta una persona en el sitio de nuestro ser querido a veces se siente como una traición", narra Campalans.
Las Navidades son días difíciles y "de emociones fuertes", reconoce también el psicólogo Paco Manso, que coordina varios grupos de apoyo en la asociación Alma y Vida. "Te despiertas recordando cuando eras un niño tu padre jugaba contigo o cuando venía el abuelo a casa", incluso aunque hayan pasado "20 o 30 años". Por eso, la gente suele "escaparse" a cualquier lugar que no le recuerde las fiestas. Una reacción natural en los primeros momentos que no debe hacernos creer que el dolor vaya a acompañarnos siempre.
Del dolor a las anécdotas: "En Navidad hay que permitirse sentir la pérdida"
Aunque cada persona pasa por un duelo distinto, todo el mundo puede volver a ser feliz. Piensa de esta forma Loli Fernández, que dio el último adiós a su marido, su gran amor, hace seis años: "Fueron 50 años de matrimonio y sentí que se me iba la vida". Desde que su compañero se fue, decidió ocupar su silla en Navidad como homenaje.
Fue "raro", "difícil" y le acompañó "una tristeza inmensa" durante la primera cena. Sin embargo, ahora es feliz escuchando cada año las anécdotas de sus nietos sobre su abuelo mientras se sienta en ella. "Nunca pensé que podía volver a estar tan bien", celebra Fernández al recordar su vida antes de formar parte de Decir Adiós. Su presidenta, Campalans, también es testigo de que "se puede ser feliz de nuevo". "Siempre tenemos presente a David, pero ya disfrutamos con ilusión de las Navidades".
“Hay que perdonarse a uno mismo“
La razón detrás de estas experiencias es que el duelo no es una enfermedad, y mucho menos una depresión perenne. "Es un proceso normal y saludable por el que pasamos todos", explica la profesional de la Asociación Nacional de Psicólogos y Residentes Silvia Ferrer. Cuando se está dentro del dolor, es común creer que nunca va a desaparecer, pero "requiriere tiempo". "Hay que perdonarse a uno mismo y permitirse sentir la pérdida", sobre todo en fechas señaladas.
Solo tras ese sufrimiento necesario se puede comenzar a reconstruir una vida sin los que ya no están, asegura por su parte Manso. En su grupo de apoyo algunos padres suelen dejar un asiento libre a propósito con la foto de sus hijos, colocando frente a él un plato y cubiertos a modo de homenaje. Por eso para él la consciencia de la 'silla vacía' es en estas ocasiones un paso hacia adelante: significa que se ha logrado "aceptar la Navidad" mientras se les recuerda.
Cómo ayudar a una persona en duelo en Navidad
Volver a disfrutar de fiestas señaladas no depende únicamente del proceso de duelo individual, sino de la actuación y validación del entorno. "Si vas a una cena en la que no se te permite llorar y nadie recuerda a tu ser querido es posible que te cueste bastante volver a celebrar", explica el psicólogo a RTVE.es. Sin apoyo y con la presión de esconder el sufrimiento para que los demás puedan festejar, el duelo "puede durar toda la vida".
Por el contrario, si durante la reunión se habla de la persona fallecida y se comprende el malestar de quien sufre, la fecha puede ser mucho más agradable. El problema es que a veces faltan las palabras para consolar a quien está pasando por un mal momento. "No sé qué decirte" es la respuesta más frecuente, sugiere Manso. "Pero no tenemos por qué decir ni hacer nada, sino simplemente estar ahí, escuchar y abrazar", afirma.
Asimismo, el coordinador de Alma y Vida recomienda evitar frases como "no llores" o "haz un esfuerzo por nosotros". Si bien es cierto que cuando hay niños durante la reunión el asunto es más delicado, pues "no podemos robar su Navidad", también existen alternativas como disponer un espacio tranquilo al que la persona pueda retirarse para calmarse y asimilar las emociones cuando sean demasiado "intensas".
Ferrer aconseja también "no imponer una forma de disfrutar de estas fiestas" y respetar las decisiones de nuestros familiares. Y, en cualquier caso, es una buena idea contactar con un profesional que pueda ayudar a afrontar, comprender y expresar los sentimientos característicos del duelo. Lo más importante cuando se está atravesando una pérdida, sin duda, "es cuidarnos a nosotros mismos".