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Guerra en Ucrania

La plaza de San Miguel, el memorial que recuerda el horror de la guerra en Kiev

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Kiev intenta vivir una especie de normalidad navideña a pesar de la guerra

Sin tregua navideña y sin que se atisbe un final, la guerra de Ucrania ha entrado en su undécimo mes. En la capital, Kiev, la gente intenta vivir en una especie de normalidad, a pesar de los ataques y los cortes de energía.

A las doce del mediodia y desde que comenzó la invasión rusa, en el campanario de la Catedral San Miguel suena el himno de Ucrania. No es el único símbolo que recuerda que es un país en guerra, porque en la misma plaza han instalado los restos de tanques y vehículos blindados rusos destruidos en la provincia de Kiev.

"Ya nos hemos acostumbrado a la guerra pero sigo muy preocupado", asegura un militar a un equipo de RTVE desplazado hasta la capital ucraniana. "He tenido que salir de Jersón por el bombardeo pero al venir aquí, tengo otra vez la misma sensación de que la muerte está cerca, me recuerda el olor a quemado", cuenta por su parte Natalia, una ucraniana que acaba de llegar a la ciudad huyendo de una guerra que parece seguirla allá adonde va.

Un memorial que parece un desguace

La plaza parece un desguace de tanques viejos pero, de cerca y en los rostros, se puede adivinar el horror que han causado. Los niños ucranianos ya saben cómo suenan las bombas. Natalia y Aleig han venido con sus tres hijos. "Ellos ya han escuchado las explosiones, y saben que no es una película, que es la realidad", asegura la madre. "Los asesinos querían ocupar nuestra capital con sus tanques pero no pudieron llegar, afortunadamente" dice el padre.

La plaza de San Miguel de Kiev, memorial de la guerra

Tanques en la plaza de San Miguel en Kiev. ANA JIMÉNEZ

La plaza de San Miguel, en pleno centro de Kiev, se ha convertido en una especie de memorial dedicado a la guerra. Los ciudadanos pueden ver de cerca cómo han quedado algunos tanques rusos después de la contraofensiva ucraniana, durante los primeros meses. Ahora están convertidos en chatarra que recuerda que la invasión no da tregua ni en Navidad.