Cuando la Navidad llega en pleno verano, trabajando o en mitad del desierto: "Aprendes a disfrutarla con lo que tienes"
- Muchos viven las fiestas alejados de las luces, los villancicos o la familia, a veces por elección y otras por obligación
- Una médico, dos taxistas, un español en Argentina y una trotamundos cuentan sus distintas experiencias navideñas
La Navidad no siempre es como la venden las películas de sobremesa. Muchos la viven alejados de la idílica estampa de las calles repletas de luces, los villancicos o las reuniones familiares. A veces por elección, pero, otras, porque "no queda más remedio". Es el caso de algunos profesionales esenciales como los médicos o de autónomos como los taxistas, a quienes la inflación y el precio del carburante han obligado a trabajar también en Nochebuena o durante el último día del año. "Es duro", pero al final "aprendes a disfrutar con lo que tienes", reconoce Laura del Castilo, taxista desde hace más de una década.
Del Castilllo ha pasado años sin tomarse las uvas y en soledad. Pese a que siempre procuraba llevar consigo un bote con las 12 necesarias para escuchar las campanadas desde su taxi, en ocasiones el momento le pillaba conduciendo. Este 2022 tendrá la suerte de quedarse en casa en un día tan señalado, pero advierte que muchos de sus compañeros saldrán a la calle por razones económicas.
Por otro lado, hay quien echa de menos el clima navideño y familiar no porque le toque trabajar, sino porque no lo tiene a su alcance. Pablo Fernández de Retana es vasco, pero vive en Córdoba, Argentina, desde hace más de una década, y su Navidad. El calor allí es sofocante, cuenta, y eso influye mucho en la forma de vivir la festividad.
Mientras Fernández de Retana extraña el frío de la Navidad, Carmen Maestre y su hija buscan el calor en los meses de enero y diciembre saliendo de España. Una tradición con una historia detrás y que, pese a que les ha llevado a perderse momentos familiares, también les ha dejado memorables recuerdos navideños.
Así es el fin de año de una médica de urgencias
La doctora Maite Maza es una de esas profesionales esenciales a las que todas las Navidades les toca trabajar, ya sea en Nochebuena o el 31 de diciembre. Es médica de urgencias y dice tomarse ya fin de año como "un día laborable más". Pero cuando el móvil comienza a llenarse de notificaciones con felicitaciones de su familia y de sus amigos, es cierto que llega a sentirse "un poco sola", confiesa a RTVE.es.
Trabajar en urgencias en Nochevieja no es solo difícil por la ausencia de los seres queridos, sino también por el "clima delicado" que envuelve la jornada en el hospital, cuando "convive la celebración con personas que lo están pasando mal, que están enfermas y que están sufriendo". Hay más estrés y nerviosismo de lo normal en los pacientes y, muchos prefieren evitar el "ambiente festivo". "La gente que está en el hospital tampoco puede pasar la Navidad en casa", lamenta.
En cualquier caso, Maza relata que los médicos de urgencias son una gran familia y siempre tratan de encontrar un "hueco" para reunirse, ya sea para cenar o para comerse las uvas juntos. "Una vez tomamos las uvas con la hora canaria", cuenta al recordar cómo una emergencia retrasó la entrada del nuevo año. "Es un día especial", pero "lo primero es lo primero" y, asegura, al final es una jornada más para ser conscientes de "la suerte que tenemos" con la Sanidad española.
Villancicos y risas en el taxi: "Subí la radio y tomé las uvas con un mendigo"
Pero también hay quienes trabajan en Navidad en ambiente de fiesta, algo "especialmente duro" porque "recuerdas lo que te estás perdiendo", explica el taxista Daniel Albalat. Esta Nochevieja saldrá a medianoche con su vehículo y llevará a casa a otros profesionales como los camareros o los enfermeros, pero, sobre todo, a familias y amigos de celebración. Su taxi se llenará así, como de costumbre, de "villancicos y de risas" que le alegrarán la noche y que le harán extrañar aún más su hogar.
“Es lo que ha tocado y hay que tratar de disfrutarlo“
Albalat conducirá el día 31 de diciembre por "necesidad". Reconoce que lo hace por ese "pequeño aliciente" de la tarifa de fin de año ahora que la inflación aprieta, aunque también destaca la importancia de que alguien dé ese "servicio esencial". "Trabajamos cuando otros disfrutan, y no queda otra que asumirlo", apostilla a RTVE.es. Comparte esta opinión su compañera Laura del Castillo, que lleva 15 años en el sector del taxi y muchos festivos a sus espaldas. "Es lo que ha tocado y hay que tratar de disfrutarlo", añade.
A Castillo le encanta la Navidad. Le gusta sobre todo cuando la pasa en casa con su familia, pero también ha intentado llevar consigo el espíritu navideño cuando le ha tocado trabajar durante las fiestas. "Lo peor es que estás sola", y eso lo arregló un año al encontrarse con otra persona en mitad de la calle. "Paré, subí la radio y me senté con un mendigo a tomarme las uvas", así ninguno de los dos entró al nuevo año en soledad. Ahora ya no suele "currar" en estas fechas, aunque sigue contagiando de Navidad con el proyecto Taxi Luz, una iniciativa que saca a ver las luces de la capital a ancianos y niños enfermos, cuyas reacciones "alucinantes" le llenan el corazón.
La Navidad a veces también llega "en medio de la nada"
Carmen Maestre y su hija llevan alrededor de una década viajando cada año, y "casi siempre" en Navidades. Todo comenzó porque su trabajo no le permitía tomarse días libres durante el verano, por lo que la época navideña, cuando los colegios vuelven a dar vacaciones a los menores, era la única que podía estar con su hija. Ahora ya se ha convertido en toda una "tradición" que no tiene pensado dejar de lado. "No entiendo la Navidad sin viajar", asegura.
Este 2022 estarán en Jordania diez días, incluido el de Nochebuena, pero ya han pasado esta fecha en Costa Rica, México y Marruecos, entre otros países. En todos ellos han tratado de "buscar una buena cena de Navidad" y de tomarse las 12 uvas, aunque guardan un recuerdo especialmente bonito de su estancia en Tanzania. Allí fin de año les pilló "en medio de la nada", cuando el camión en el que volvían al hotel desde el Parque Nacional del Serengueti se atascó en el barro en plena noche. Por suerte, una joven con la que compartían vehículo había descargado en su teléfono el sonido de las famosas campanadas.
Han vivido momentos "muy especiales" y que "jamás" se les borrará de la memoria, y, sin embargo, la trotamundos reconoce que viajar por elección en Navidad también tiene su lado "malo". Maestre ha "sacrificado" momentos familiares como ser partícipe de la ilusión de sus sobrinos con la llegada de Papá Noel o los reencuentros a los que muchos están acostumbrados en estas fechas. "Cuando no pudimos salir por la pandemia fue toda una fiesta para mis sobrinos, no se creían que la tita estuviese", recuerda.
Sin turrones, sin frío y sin luces: la Navidad de un español en Argentina
La última Navidad que Pablo Fernández de Retana pasó en España fue hace ya 15 años. Desde entonces vive en Córdoba, una provincia de Argentina que alcanza una temperatura máxima promedio de 30 grados en los días más calurosos del verano. Y esta época del año es la que coincide con las Navidades del hemisferio sur, es decir, que el árbol o el belén se montan en Latinoamérica con camiseta de tirantes y pantalones cortos.
Concretamente, en Argentina el verano llega el 21 de diciembre y finaliza el 20 de marzo. Durante el primer mes estival los ciudadanos también se reúnen los días 24 y 31, cuenta el joven, pero en la provincia en la que reside se vive "una Navidad muy light". "Más que Navidad son unos días de regalos" en los que se suele comer carne a la parrilla y en los que el que "las calles iluminadas, el frío, la nieve, los villancicos o los turrones" brillan por su ausencia.
"Se echa de menos la atmósfera navideña", lamenta el español, quien recuerda sus primeras Navidades en Córdoba como "shockeantes" por las diferencias tanto culturales como de clima. Allí, uno de los pocos adornos navideños que decoran la ciudad es un "árbol metálico iluminado" y "celebran más la victoria de un club de fútbol" que la Navidad, bromea. Pero también reconoce que Argentina guarda muchos tesoros que compensan con creces este choque cultural: desde su gente y su espíritu solidario, hasta el sabor "incomparable" de su carne.