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Asalto al poder en Brasil

Cerca de 1.500 detenidos tras desmantelar el campamento desde el que se lanzó el ataque al Congreso en Brasilia

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Partidarios del expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, abandonan un campamento frente a la sede del Ejército en Brasilia
Seguidores del expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, abandonan un campamento frente a la sede del Ejército en Brasilia.

La policía del Distrito Federal de Brasilia ha detenido al menos a 1.200 personas este lunes, que se suman a las detenciones realizadas el domingo, tras desmantelar uno de los campamentos de seguidores radicales del expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que no reconocen la victoria del líder progresista, Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones de pasado octubre y piden "una intervención militar".

El campamento levantado sirvió de base a los bolsonaristas más radicales para lanzar el ataque contra las sedes de los tres poderes del Estado, el Congreso Nacional, el Palacio Presidencial, y la Corte Suprema. Su líder, el expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro, que se trasladó a Florida antes de la toma de posesión de Lula, ha sido ingresado en un hospital estadounidense con un dolor abdominal.

La Policía Civil del Distrito Federal de Brasilia informó de la detención de 300 personas el domingo. El ministro de Justicia, Flavio Dino, ha dicho que ese día se produjeron "209 detenciones en flagrante" y ha situado en "unas 1.500" el total de personas arrestadas por las autoridades tras las detenciones llevadas a cabo en el campamento.

El ministro, que ha asegurado que el país se encamina hacia "la absoluta normalización institucional" a gran velocidad, ha dicho que la mayoría de los detenidos estaba en el campamento y han sido trasladados a una sede de la Policía Federal, para ser identificados e interrogados por unos 50 equipos de investigadores.

Agentes de la Policía Militarizada de Brasilia, reforzados por tropas del Ejército, han bloqueado los accesos al campamento desde el que se lanzó instalado frente al cuartel general del Ejército en la capital, Brasilia, a primera hora de este lunes para impedir la llegada de más manifestantes y han ordenado el desalojo pacífico de los que permanecían en el lugar.

El cerco ha surtido rápidamente efectos y, sin la necesidad del uso de la fuerza por parte de las autoridades, los cientos de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro que estaban acampados frente al Ejército comenzaron a recoger sus pertenencias y a abandonar el lugar.

En solo media hora, en el campamento tan solo quedaban las carpas y algunas infraestructuras abandonadas, así como un puñado de manifestantes que se apresuraban para recoger colchones y otros utensilios.

La prensa brasileña habla de "bolsonaristas radicales" y "vándalos" el día después del asalto al poder en Brasil

Orden de desmantelar los campamentos bolsonaristas

El desalojo pacífico se ha producido después de que el magistrado Alexandre de Moraes, uno de los once miembros de la Corte Suprema, ordenara el desmonte de todos los campamentos montados por bolsonaristas frente a cuarteles militares en todo el país y desde el que los seguidores del líder ultraderechista defendían un golpe de Estado en Brasil para impedir la investidura de Luiz Inácio Lula da Silva, que asumió la Presidencia hace ocho días.

El campamento de los radicales en Brasilia, montado hace más de 70 días, desde que el líder progresista se impuso en la segunda vuelta de las presidenciales, sirvió de base para los manifestantes que invadieron el domingo las sedes de los tres poderes de Brasil y fue el lugar al que regresaron tras su fracasado intento de forzar un golpe de Estado.

Moraes, responsable por varias de las investigaciones contra Bolsonaro y sus seguidores por ataques a la democracia, ordenó también que los ocupantes de los campamentos que participaron en los ataques "sean detenidos en flagrante por la práctica de diferentes crímenes".

El número de radicales había aumentado

El número de radicales en el campamento frente al cuartel general del Ejército venía cayendo desde la investidura de Lula, el 1 de enero pasado, y hasta el jueves las autoridades contabilizaban unas 200 personas.

Pero el sábado el número había saltado a cerca de 3.000, después de que los bolsonaristas convocaran la manifestación del domingo en Brasilia, que terminó en caos y en el ataque a las instituciones.

Ante el caos generado por el asalto a las edificaciones públicas, Lula decretó la intervención federal del área de seguridad de Brasilia hasta el próximo 31 de enero, con lo que las policías regionales estarán bajo control del Gobierno federal.

El asalto al Congreso, la Presidencia y el Supremo solo se resolvió después de cuatro horas y media de desconcierto, cuando agentes antidisturbios cargaron y lanzaron gases lacrimógenos contra los exaltados que estaban dentro y fuera de los edificios de los tres poderes.

Según las últimas informaciones, al menos 300 personas fueron detenidas el domingo por los ataques antidemocráticos, que fueron ampliamente condenados por todas las instituciones de Brasil y por la comunidad internacional.

Bolsonaro, hospitalizado en EE.UU.

Mientras Brasil continúa evaluando y sobreponiéndose al asalto al poder del domingo, el expresidente Jair Bolsonaro ha sido ingresado en un hospital de Orlando (Florida), según ha informado su esposa a través de Instagram.

Bolsonaro ha sido hospitalizado aquejado de un dolor abdominal relacionado con la puñalada que sufrió durante la campaña electoral de 2018. Posteriormente, se ha informado de que el expresidente no presenta síntomas de gravedad, sino un "bloqueo intestinal" que, con toda probabilidad, no requerirá de cirugía.