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Conde-Pumpido, el presidente progresista del Constitucional que fue también fiscal general del Estado

  • Con 49 años, fue el magistrado más joven en llegar al Tribunal Supremo
  • Se le considera próximo al PSOE tras haber sido fiscal general del Estado con Zapatero

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Cándido Conde-Pumpido, en una imagen del pasado mes de diciembre
El nuevo presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, en una imagen del pasado mes de diciembre.

Cándido Conde-Pumpido ha puesto el broche de oro a una carrera como pocas en la judicatura tras ser elegido presidente del Tribunal Constitucional. Este magistrado del ala progresista genera tanta crítica como admiración, pero nadie cuestiona su incuestionable talla jurídica, pese a su simpatía con el PSOE.

Fue fiscal general del Estado con el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, se opuso -durante su etapa en el Tribunal Supremo- a la imputación del expresidente del Gobierno Felipe González por el 'caso GAL' y se mostró -como magistrado del TC- en contra de considerar inconstitucionales varios apartados del estado de alarma que dictó el Ejecutivo de Pedro Sánchez por la pandemia del coronavirus.

Este miércoles ha resultado elegido presidente de la corte de garantías en el primer Pleno celebrado tras la renovación parcial del tribunal, que tuvo lugar el pasado lunes cuando los cuatro nuevos magistrados del Constitucional tomaron posesión de sus cargos y alteraron, con su llegada, el sistema de mayorías de la corte para dar ventaja al bloque progresista sobre el conservador.

Lo hace tras superar por un solo voto a la también magistrada progresista María Luisa Balaguer, que rehusó hasta el final de dar un paso al lado, como le pedían algunas voces dentro del mismo bloque progresista, para dejar vía libre al considerado candidato nato de este grupo, que una década después recupera la ansiada mayoría en el tribunal.

Asume la Presidencia tras seis años como magistrado en el Tribunal Constitucional, órgano al que llegó en 2017 tras ser designado por el Senado. Desde mediados de 2022, cuando el TC vio caducar el mandato de cuatro de sus magistrados -incluido su presidente-, el nombre de Conde-Pumpido empezó a sonar como candidato a encabezar la corte de garantías, pero no ha sido hasta este miércoles que se ha hecho con el cargo.

Conde-Pumpido (A Coruña, 1949) culmina así una carrera de vértigo en la alta judicatura española en la que lo ha sido todo tras abrirse paso en una insigne familia de juristas y forjarse como juez en la Audiencia de San Sebastián en los años de plomo de ETA, los más violentos de la banda, y la respuesta de la guerra sucia de los GAL.

El juez más joven en llegar al Supremo

Su ascenso en la carrera judicial ha sido fulgurante. Con solo 49 años se convirtió en el miembro más joven del Tribunal Supremo. Lo hizo apadrinado por su padre Cándido Conde-Pumpido Ferreiro, que llegó a ser el 'número dos' del Ministerio Fiscal, pero cuya figura ha sido ampliamente superada y eclipsada por su primogénito, uno de los fundadores de la asociación progresista Jueces y Juezas para la Democracia.

Su paso por la Sala de lo Penal del Supremo dejó huella. Fue ponente de las sentencias que determinaron la condena y abandono del cargo de tres presidentes autonómicos -Gabriel Urralburu, de Navarra; Juan Hormaechea, de Cantabria; e Ignacio Velázquez, de Melilla. Lo mismo ocurrió con la sentencia que incrementó la condena de Luis Roldán, exdirector General de la Guardia Civil.

Conde-Pumpido también fue magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, donde destacó por su oposición a la imputación del expresidente del Gobierno Felipe González por el caso GAL.

Fiscal General del Estado con Zapatero

De ahí pasó a liderar la Fiscalía General del Estado entre 2004 y 2011, durante las dos legislaturas de José Luis Rodríguez Zapatero. Es quien más tiempo ha ostentado este cargo. Es la etapa de la que más presume por el andamiaje que forjó en el Ministerio Público. Su mandato coincidió con el estallido de los peores años de la corrupción que persiguió con puño de hierro a través de Anticorrupción: Malaya, Palma Arena, Brugal, Palau y Gürtel.

En sus primeros años como fiscal general, la Fiscalía triplicó la presencia de fiscales en la Audiencia Nacional especializados en terrorismo islamista, tras los atentados del 11-M. De su mandato se recuerdan, entre otras, la ya famosa frase que pronunció durante una tregua de ETA y la negociación del Gobierno con la organización terrorista de que había que "mancharse las togas con el polvo del camino".

Pero también ocho años en los que se batió contra no pocas acusaciones del PP que reclamó su dimisión por distintos asuntos y que le granjearon el recelo y la oposición de ciertos sectores del mundo judicial, que ven en él no a un jurista progresista o de izquierdas, sino a un hombre fuerte del partido socialista en la judicatura.

Su capacidad de liderazgo y de gestión está fuera de toda duda, como su talla jurídica forjada a lo largo de cuatro décadas y su solvencia como jurista especializado en derecho penal, pero la sombra del PSOE sigue resultado demasiado alargada para algunos compañeros de profesión cuando su nombre sale a la palestra, hasta el punto de considerarle un estratega que maneja la agenda política.

Esa vinculación todavía le persigue y prueba de ello es que los vocales conservadores del CGPJ no ocultan que vetaron recientemente al magistrado José Manuel Bandrés para el Constitucional para frustrar la aspiración de Conde Pumpido de presidir el TC, ya que el voto de aquel se antojaba crucial para el desenlace. Sin éxito.

Coordinador del 'procés' en el Constitucional

Conde-Pumpido se convierte en presidente del TC tras acceder en marzo de 2017 a propuesta del Senado y procedente del Supremo, a donde había regresado en 2012 tras su cese como fiscal general.

Su llegada coincidió con el punto álgido del 'procés' y de hecho hizo valer su fama de penalista para coordinar la tramitación de los recursos presentados contra la causa judicial del proceso independentista de Cataluña de 2017, un asunto en el que se esforzó por mantener la unanimidad de todos los magistrados, pero del que finalmente decidió en abril de 2021 apartarse voluntariamente ante las recusaciones presentadas contra él por los condenados y huidos.

Poco después, Pumpido fue el único magistrado que defendió la decisión de incluir al exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias en la comisión del CNI en lugar de anularla, como hizo el TC.

Tras ello, se produjo un episodio que amenazó con hacer saltar por los aires el tribunal, como cuentan en privado varios de sus entonces compañeros, cuando arremetió duramente contra ellos en un borrador de su voto particular contra la sentencia que declaró inconstitucional el primer estado de alarma. "Es extravagante, propia de un lego y un jurista de salón", dijo.

Fue tal el revuelo interno que se vio obligado a salir públicamente a disculparse con sus compañeros. Pero el daño ya estaba hecho y caló hondo entre los conservadores del tribunal, como acredita el hecho de que hayan apoyado sin fisuras a María Luisa Balaguer pese a ser aún más de izquierdas que Conde-Pumpido.

Pero todo eso es el pasado porque ahora Pumpido modulará su Presidencia apostando por sacar del cajón los temas más controvertidos porque entiende que el tribunal no puede desentenderse de ellos y que es tarea del presidente apretar para, al menos, debatirlos en Pleno. Tiene dos años y medio por delante.