El mapa de la (in)seguridad alimentaria: ¿Qué es el hambre? ¿Cuáles son sus causas? ¿Tiene solución?
- Una de cada diez personas sufre hambre en el mundo: entre 702 y 828 millones de personas según Naciones Unidas
- El cambio climático, la inseguridad y la guerra de Ucrania son tres factores que socavan la seguridad alimentaria
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“Hambre es una palabra rara. Ha sido dicha tantas veces, de tantos modos diferentes, significa tantas cosas distintas. Conocemos el hambre y no tenemos ni idea de lo que es…”. Dice el periodista y escritor Martín Caparrós en las primeras páginas de su libro El hambre. No siempre se tiene claro qué es el hambre. “Decimos hambre y hemos oído decir hambre tanto que se gastó, que se volvió cliché”, continúa. En este sentido, podría decirse que, el uso indiscriminado de esta palabra, la convierte en un significante vacío, una palabra que pasa desapercibida, pues el ruido no siempre es la ausencia del silencio.
Entre 702 y 828 millones de personas pasan hambre, según Naciones Unidas. Es una enfermedad silenciosa, pese a ser la “más letal y evitable”. Hasta hace medio siglo la humanidad era incapaz de producir suficientes alimentos para cubrir las necesidades de toda la humanidad. Sin embargo, “gracias a la revolución verde, con las modificaciones genéticas que muchos critican, podemos producir muchos más alimentos”, reflexiona Caparrós en una entrevista con RTVE.es. Las cifras son alarmantes y sigue habiendo muchas personas que no comen lo que necesitan, es decir, que pasan hambre. “Ya no podemos refugiarnos detrás de ninguna imposibilidad técnica. Es una decisión política y económica de los que manejan el mundo”, concluye.
Partiendo de la premisa que el hambre se sufre, en mayor o menor medida, en todo el planeta, los datos revelan que las principales víctimas se encuentran entre los dos trópicos. Las víctimas más graves no se encuentran a este lado del mundo. Según la Clasificación Integrada de Seguridad Alimentaria (CIF) de las 380.000 personas en situación de catástrofe humanitaria o, dicho sin eufemismos, en grave situación de hambruna, 322.010 están en Somalia y 33.000 en SomaliaSudán del Sur. “Da la sensación de que no es nuestro problema, no nos preocupamos por el hambre y no lo ponemos en la agenda”, reflexiona el prestigioso periodista y añade que, quizás sea esa la razón por la que no se ejerza la presión necesaria sobre los poderes para que se ocupen de él.
“Da la sensación de que no es nuestro problema, no nos preocupamos por el hambre y no lo ponemos en la agenda“
“Hablamos del hambre cuando alcanza dimensiones globales y tiene implicaciones en la estabilidad y la paz mundiales”, analiza Lourdes Benavides, experta en seguridad alimentaria de Oxfam Intermón. Pone el ejemplo de la crisis de los precios de alimentos en 2008 que generó una crisis mundial, provocando inestabilidad política, económica y malestar social en los países empobrecidos y subdesarrollados. En estos momentos, vuelve a estar el tema de nuevo en el espacio público como consecuencia del conflicto en Ucrania. En ambos casos, las causas iniciales “se relacionan con disrupciones en los países que son grandes productores y el precio del petróleo y sobre todo muestra, hasta qué punto el sistema alimentario está roto”. Un sistema que con el tiempo se ha demostrado débil y frágil ante distintas crisis como la provocada por la COVID-19 o los efectos del cambio climático.
“No existe una talla única del hambre”
La erradicación de la pobreza y el hambre en el mundo, en todas sus formas, encabezan la lista de Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Para Noncedo Vutula, investigadora Senior en la Escuela de Gobernanza Pública Nelson Mandela de la Universidad de Ciudad del Cabo y especialista en seguridad alimentaria, el hambre no es un problema solo de las Agencias de Naciones Unidas y las oenegés, sino que también lo es de los gobiernos que deben “priorizar el hambre”. “No existe una talla única del hambre”, añade, por ello considera que es importante abordar las distintas categorías de pobreza y aplicarles estrategias específicas para suprimir el hambre.
Los distintos actores políticos y humanitarios identifican, entre las principales causas de la pobreza: el cambio climático, las sequías severas y las inundaciones, las cosechas devastadas y el exterminio del ganado. La falta de formación, también está entre las causas, pues impide que las personas encuentren buenos trabajos, continúa enumerando la experta sudafricana, y añade, con respecto a las mujeres, los matrimonios precoces y la desigualdad de género. Todas estas causas se suman a la cronificación de los conflictos que obligan a millones de personas a desplazarse o emigrar, dejando “sus tierras sin cultivar”.
“Los altos niveles de hambre no se deben a la falta de alimentos; los agricultores producen más que suficiente para alimentar a todo el mundo”, incide Benavides. Sin embargo, le resulta difícil explicar cómo, pese a las cosechas abundantes y a los niveles saludables de reservas de alimentos, el hambre va en aumento desde el año 2017. “El problema es más de distribución y de alimentos inalcanzables o inasequibles. El hambre es, en realidad, un fracaso de la política", sentencia.
“El problema es más de distribución y de alimentos inalcanzables o inasequibles. El hambre es, en realidad, un fracaso de la política“
Según el informe Global Hunger Index, publicado a finales del 2022, el progreso mundial contra el hambre se ha frenado. Caparrós achaca la falta de avances en la erradicación de esta pandemia a la estructura, la manera y las metas con la que se producen los alimentos en el mundo. “Se producen alimentos en el mundo para proveer a los mercados ricos y para sostener esta concentración de la riqueza alimentaria que se da en nuestros países, donde circula una cantidad de alimentos como nunca había habido y se desperdicia una cantidad extraordinaria de alimentos”. De hecho, se calcula que entre Europa y Estados Unidos, un tercio de los alimentos que circulan se terminan tirando
Destaca el periodista, además del desaprovechamiento y la desigual distribución de los alimentos, la especulación financiera que en las últimas tres décadas “ni siquiera la manejan personas, son más bien ordenadores que van armando precios que no tienen nada que ver con la realidad. Es una tontería, pero se venden, se compran contratos por mucho más grano que el que se produce en el mundo. Se están vendiendo y comprando cosas que no existen. Es pura especulación”. Por otro lado, arguye la experta de Oxfam Intermón, “los multimillonarios del sector de la alimentación han aumentado su riqueza colectiva en 382.000 millones de dólares desde el año 2020”, e incide en que, “menos de dos semanas de sus beneficios serían más que suficientes para financiar la totalidad del llamamiento de la ONU de 6.200 millones de dólares para África Oriental”.
El cambio climático socava la seguridad alimentaria
El cambio climático, dice Lourdes Benavides, funciona como un multiplicador de las amenazas, agravando los riesgos y vulnerabilidades frente al hambre, lo cual, unido a los otros grandes desencadenantes del hambre, como son las guerras, las crisis económicas, los desplazamientos, la pobreza y las crecientes desigualdades, están aumentando la presión sobre los sistemas de producción de alimentos, socavando la seguridad alimentaria e incrementando los riesgos de hambruna.
Martín Caparrós coincide en que el cambio climático, sin duda, es una amenaza grave, pero se percibe como una amenaza a largo o, a medio plazo, pese a que ya son visibles sus efectos, en distintos países. “Hay cambios en las condiciones climáticas que perjudican sobre todo a quienes no tienen cómo defenderse”, dice. Pone el ejemplo de países que sufren sequía como Israel y Níger, y cómo el primero no parece estar afectado por contar la infraestructura necesaria para que sus efectos no sean muy adversos, mientras que el segundo, pese a ser el primer productor mundial de uranio se encuentra entre los países con mayores índices de pobreza del mundo. “El problema básico sigue siendo esa desigualdad”, concluye.
El hambre como consecuencia del cambio climático es una clara muestra de la desigualdad mundial, concluye el informe Hambre y Calentamiento Global en el que se analiza la situación de Somalia, Haití, Yibuti, Kenia, Níger, Afganistán, Guatemala, Madagascar, Burkina Faso y Zimbabue, como ejemplo de países que han sufrido, repetidamente, los embates de los fenómenos meteorológicos extremos durante las últimas dos décadas. Estos 10 países, pese a ser los más afectados, apenas suman el 0,13% de las emisiones mundiales de gases contaminantes, mientras que los países del G20 – que controlan el 80 % de la economía – son responsables, en conjunto, de más de tres cuartas partes de las emisiones mundiales.
“Se sigue apoyando a las riquísimas empresas contaminantes que, en muchos casos, proporcionan un importante apoyo a sus campañas electorales”, dice la responsable de la organización. “Los beneficios obtenidos por estas empresas, en menos de 18 días, bastarían para financiar la totalidad de los llamamientos humanitarios de Naciones Unidas, que en 2022 ascienden a 49.000 millones de dólares”, concluye.
La inseguridad pone en jaque la respuesta
Reducir los conflictos, la inseguridad y la inestabilidad política es clave para erradicar el hombre. En el siguiente gráfico puede apreciarse cómo se alza el índice de hambre conforme crece la inestabilidad política. “La única forma de que se haga un reparto de los recursos que garantice los derechos básicos sólo puede hacerse a través de una buena gobernanza, que promueva la paz de manera inclusiva, participativa y responsable, y que incluya a todos los grupos sociales en los procesos de toma de decisiones para, así poder garantizar que los servicios y los recursos se reciban de manera justa y equitativa”, analiza la profesora de la Universidad del Cabo.
Además, asegura la experta sudafricana, es muy importante que exista una voluntad política que busque un ambiente que prevenga o reduzca la violencia masiva. “Es relevante que los líderes políticos no sean influenciados fácilmente. Es necesario fortalecer las instituciones democráticas con liderazgos y estructuras de gobierno que garanticen la rendición de cuentas”. La inseguridad, como pudo comprobar RTVE.es en su reciente estancia en Somalia, es otro de los factores que imposibilitan que las organizaciones humanitarias puedan dar una respuesta inmediata a la hambruna.
La guerra de Ucrania mata en África
La guerra de Ucrania ha demostrado la fragilidad de los países de renta baja o media-baja así como su dependencia de los mercados internacionales para abastecerse de alimentos básicos. Para alimentar a su población, 14 países de renta baja o media-baja, importaban más del 50% de su trigo del corredor del Mar Negro. El siguiente gráfico muestra cómo Eritrea obtuvo la totalidad de sus importaciones de trigo en el año 2021 de Rusia y Ucrania, o cómo Yemen, cubrió casi la mitad de sus necesidades de trigo, también de esos dos países. “Esta dependencia en las importaciones de alimentos es peligrosa”, explica la responsable de Oxfam Intermón. Insiste que se trata de “una capa adicional a los fallos existentes desde hace tiempo en el sistema alimentario mundial”.
Noncedo Vutula recuerda que también se importan aceites vegetales y fertilizantes, productos que junto con los cereales son básicos para las sociedades africanas. “África tiene vastas tierras cultivables que están subexplotadas debido a muchos factores, incluida la complejidad de la propiedad de la tierra”, dice. Los países africanos también son importantes productores de exportaciones agrícolas, en su mayoría cultivos comerciales en lugar de productos básicos que garanticen su seguridad alimentaria. De hecho, la producción de cultivos comerciales como el cacao, el algodón, etc., está impulsada por la necesidad de generar ingresos a través de las ganancias de la exportación.
La proximidad del continente africano al Mar Negro, incide la experta, hace que sea más fácil y logísticamente más económico enviar alimentos desde esta región. Otros proveedores fundamentales de cereales, aceite de girasol y fertilizantes son China, India, Estados Unidos e Indonesia. “Estos países están lejos del continente y, por lo tanto, son mucho más costosos en términos de tiempo y precio para sustituir la región en el Mar Negro”, concluye.
“¿Se puede erradicar el hambre?“
A lo largo de este artículo las voces consultadas han dado algunas pistas de posibles soluciones. Llegados a este punto nos preguntamos: ¿se puede erradicar el hambre?. Erradicar el hambre depende de “nosotros”, dice Caparrós. “No sé quiénes somos nosotros… es una tarea que tenemos que enfrentar y que nos tiene que encontrar”, arguye. La humanidad tiene que buscar las formas de que eso suceda. El escritor habla de fracaso, un fracaso que se debe a la circunstancia de ver el futuro como amenaza y no como proyecto. “Yo creo que a lo largo de la historia hay momentos en los que se consigue imaginar un futuro que nos atrae y que dan ganas de pelear por él”, mientras ese momento llega, habrá quienes, al igual que Caparrós se planteen: ¿Cómo carajo vivir ajeno a la enfermedad más letal y evitable?