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XVI Congreso del Frente Polisario

El futuro de los saharauis, entre las armas y el olvido: "No tenemos nada, así que no hay nada que perder"

  • El movimiento independentista saharaui reelegirá al histórico Brahim Gali como líder
  • Los jóvenes, crecidos en el exilio, apuestan por la guerra contra Marruecos

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Un saharaui caminando en las dunas de Djala, uno de los campamentos de refugiados saharauis en Tindúf
Un saharaui caminando en las dunas de Djala, uno de los campamentos de refugiados saharauis en Tindúf

Llegar al campamento de Dajla lleva unas dos horas y media de viaje en todoterreno desde el aeropuerto de Tinduf, a 1.800 kilómetros al suroeste de Argel. Es el más alejado de todos los asentamientos saharauis en el desierto de saharauis Argelia Un equipo de TVE viaja por una carretera recién asfaltada, una interminable línea negra con pocas curvas en mitad de la nada, un lugar al que los locales llaman hamada, que nos traducen como "el desierto dentro del desierto".

Soldados saharauis en un control de carretera

Los soldados saharauis, cada vez más jóvenes, controlan los accesos a Dajla. ALBERTO FREILE

En los 180 kilómetros de viaje por tierra hay controles militares cada cierto tiempo. Soldados jovencísimos detienen nuestro convoy o lo ralentizan antes de dejarnos continuar. Los vemos perderse en el retrovisor, a la espera de la siguiente señal de vida en el trayecto. A cuentagotas, cada muchos kilómetros, vemos algunos puntos negros en mitad del paisaje. Son los pocos nómadas que se mueven por estas arenas.

Finalmente, en una llanura batida por el viento, aparece el campamento de Dajla.

Un nuevo congreso en el exilio

Hace 50 años aquí no había más que piedras. Ahora, entre pequeñas dunas, proliferan casas de adobe, bloques de cemento y tejados de chapa metálica. Eran hogares provisionales cuando llegaron los refugiados, que hoy llevan décadas instalados en un lugar al que también ha llegado el tendido eléctrico.

Campamento de refugiados de Dajla, Argelia

Campamento de refugiados de Dajla, Argelia. ALBERTO FREILE

Este es el escenario que ha escogido el Frente Polisario para hacer su XVI Congreso, con el lema de 'intensificar la lucha armada' contra Marruecos tras el fin del alto el fuego hace algo más de dos años.

Una casa de hormigón en un amplio recinto rodeado de pick-up con soldados es la sede del cónclave. Dentro, más de 2.000 personas llevan casi una semana debatiendo sobre el pasado reciente y el futuro del Frente Polisario. Mientras deciden sobre la reelección de Brahim Gali como secretario general del movimiento, hablamos con un grupo de veteranos de la guerra contra Marruecos entre 1975 y 1991.

Congreso del Frente Polisario

En el centro de la imagen, Brahim Gali, que será reelegido líder del movimiento independentista saharaui. ALBERTO FREILE

Mohamed tiene 67 años. Habla español con fluidez. Compañero de armas de Gali tras la Marcha Verde marroquí sobre el Sáhara Occidental, cuenta que en aquella guerra no tenían ninguna formación militar. "Queríamos la victoria, aunque fuera con piedras", reconoce. Más de 30 años después, ha vuelto al frente. "Ahora es una guerra tecnológica".

Explica que Marruecos dispone de drones de fabricación israelí a lo largo del kilométrico muro que construyó para contener los ataques del Frente Polisario en el siglo pasado. "Hoy es una guerra electrónica", afirma. "Hay satélites, muchas cosas que no se empleaban entonces". En árabe, su compañero Mahmud cuenta que se saben en inferioridad técnica. "Otra vez", dice. Pero no les importa. "No tenemos prisa, no nos vamos a cansar de combatir en muchos, muchos años". Otro veterano, Dialab, asegura que perdió a muchos camaradas antes del alto el fuego y que ahora, tras la reanudación de los combates han muerto más amigos suyos. Pero él, en la edad a la que la gente se jubila en Europa, volverá al frente.

Los jóvenes apuestan por las armas

Entre los jóvenes, la movilización es aún mayor. Han visto a sus padres y abuelos esperar una solución negociada durante 30 años. Han crecido en la desesperanza, dicen, y no están dispuestos a marchitarse en tiendas de campaña y casetas de arenisca como sus mayores. "No tenemos nada. Así que no tenemos nada que perder", dice Ahmed, un soldado de 28 años que perdió a su padre en la guerra. "No vemos más solución que la continuación de la lucha armada como única vía para lograr la independencia", sentencia.

Los jóvenes saharauis se ofrecen voluntarios para luchar en la guerra con Marruecos

Al lado le escucha su amigo Ayub, universitario. Dice que tenía fuertes discusiones en casa porque su familia aguardaba y aguardaba que Naciones Unidas, España, Francia, Estados Unidos, impulsaran un acuerdo entre Marruecos y los saharauis que les permitiera volver a su tierra como un pueblo libre e independiente. "Mis tíos han estado en esa guerra, han visto cómo caen los mártires, y nos dicen que nos relajemos". Él está de permiso en Dajla mientras dure el Congreso. Después volverá a empuñar el fusil.

Sus madres les ven marchar. Pero muchas creen que es la única solución. Lo piensan con una convicción que resulta sobrecogedora. "Estoy dispuesta a entregar a todos mis hijos para que mis nietos puedan vivir en un país libre e independiente", afirma Suelma Beiruk. Sabe que lo que dice nos impresiona, pero se reafirma: "No tenemos esperanza. No hay otra opción". Su hijo está en el frente. Tiene tres nietos.