Nieve y calor, el reto de un amor imposible: el cambio climático obliga a las estaciones a adaptarse para sobrevivir
- Hoy en día, una estación de esquí no puede subsistir si no dispone de cañones de nieve producida
- Las estaciones han cambiado por completo su fisonomía debido a las variaciones de temperatura actuales
- Vuelve a ver 'Turismo de nieve, nuevos desafíos' en RTVE Play
Cuando subes a una estación de esquí, los más veteranos del lugar suelen contarte que antes nevaba con más regularidad, pero que siempre ha habido rachas de precipitaciones cuantiosas o escasas.
En Sierra Nevada todavía recuerdan cuando tuvieron que suspender la copa del Mundo en 1995 porque aquel año no nevó nada y posponerla para 1996, y en Baqueira nos han contado que en la temporada 2012/2013 acabaron con 12 metros acumulados en algunas pistas.
Sin embargo, esta temporada no ha empezado de la mejor manera para casi ninguna estación, no solo en España, sino también en Europa
Las estaciones han cambiado por completo su fisonomía, y ese cambio, en parte, se debe a que las evidentes variaciones de temperatura provocadas por el cambio climático les obliga a adaptarse ante el reto de su supervivencia.
¿Serán viables todas las estaciones?
Hoy en día, una estación no puede subsistir si no dispone de cañones de nieve producida. Son los nuevos magos de la nieve. Potentes y costosos aparatos, cada vez más eficientes pero que siguen necesitando mucha energía y agua para producir nieve, más aún con temperaturas marginales si tienen que trabajar hasta dos grados positivos y no pueden aprovechar esas deseadas ventanas de frío como quisieran.
Los estudios de los observatorios climáticos revelan que, en un futuro próximo, las estaciones que solo cuenten con cotas bajas y dependan de los cañones no tendrán viabilidad porque la nieve no llegará a esas altitudes y pese a las inversiones realizadas tendrán que cerrar.
Readaptarse y transformarse en estaciones de montaña será su única opción si quieren mantener el tejido económico que se mueve en torno a esas instalaciones. Y es aquí donde entran en conflicto los intereses de quienes mueven los hilos del negocio de la nieve, y los científicos y plataformas ambientalistas.
Unos focalizan sus esfuerzos en invertir para ampliar y subsistir y los ecologistas critican un gasto que acarrea alteración del entorno y construcciones masivas.
Amor por la montaña
Si algo hemos visto durante el rodaje de este reportaje realizado en las estaciones de Baqueira Beret y Sierra Nevada es que todos, los que trabajan en las estaciones, quienes estudian la nieve y la montaña y quienes defienden el territorio, el paisaje y el medioambiente, aman la montaña. Lo llevan en su adn.
Núria Martí, geóloga de la Plataforma Sos Pirineus, lleva años denunciando construcciones ilegales, inversiones en su opinión insostenibles y propugnando nuevas visiones de turismo basadas en el respeto a la naturaleza.
Nacho Sacau, jefe de máquinas de Baqueira Beret, presume de tener la mejor oficina posible. Lleva 20 años mimando las pistas y cada día siente la nieve de manera diferente. Él, que en sus ratos libres escala sobre hielo o corona cimas hasta en el Himalaya, sigue disfrutando cada día manteniendo la nieve de las pistas de Baquiera para lograr retenerla.
Los jefes de nieve producida de ambas estaciones, Andreas Bielser y Alberto Ballarín, pasan decenas de horas pendientes de los pronósticos del tiempo analizando los GPS y los satélites que les ayudan a optimizar el trabajo. Dónde hay que innivar, dónde no.
A punto de jubilarse, los jefes de montaña de Sierra Nevada y Baqueira, Eduardo Valenzuela y Jordi Cardona, reflexionaban con nosotros que la naturaleza humana está en luchar para mejorar las cosas. Ambos están convencidos de que las estaciones trabajan para acercar la montaña al cliente no para deteriorarla.
Algo que sostiene igualmente Jesús Ibáñez, el presidente de Atudem, la organización que aglutina 35 estaciones españolas: "Donde hay una estación de esquí no existe España vaciada. Donde hay una estación de esquí, hay riqueza a su alrededor".
Seguiremos esquiando, pero con limitaciones
Pero no todo vale, nos contaba Marc Pons, investigador del Observatorio Pirenaico del Cambio Climático y del Andorra Research Investigation, que lleva años dedicado a estudiar los cambios dinámicos de la nieve. Según él, "la producción de la nieve es una estrategia acertada en el corto plazo, pero si no se hace hincapié en la sostenibilidad de estas, en la forma en la que se produce la energía o como gestionan el agua, las estaciones llegarán a tener serios problemas".
Vamos a seguir esquiando. “La situación con el cambio climático del sector del esquí no es la hecatombe”, asegura Marc Pons. Seguiremos esquiando, pero con limitaciones.
"Nosotros necesitamos la nieve porque vivimos de la nieve“, nos decía Jonatan López, responsable de proyectos y sostenibilidad de Baqueira Beret. "Los que venimos a trabajar a una estación de esquí es porque nos gusta la montaña, amamos la montaña. Lo que queremos es preservarla para futuras generaciones y transmitir ese amor tanto al esquí como a la montaña".
El deseo de ambientalistas como Nuria es que las estaciones respeten el entorno, que no hagan nuevas actuaciones, que no inniven todas las pistas porque no es sostenible y que el tejido económico de los valles no se centre solo en el turismo de nieve que, además, es estacional, sino que se fomenten otros usos y otros medios de vida.
A sus 85 años Manuel Hernández, granadino que nació en la cara norte de Sierra Nevada, uno de los impulsores iniciales de que se construyera la estación de esquí en Pradollano, dice que deslizarse por la nieve "es como un amor eterno, y ese amor eterno es como todos los amores, tiene sus puntos álgidos, y otros más bajos y a la nieve, le pasa igual".