La resistencia femenina y la clandestinidad, claves en el sabotaje de Auschwitz
- El diario de Anna Wajcblum narra las atrocidades y el intento fallido de conspiración por el que ahorcaron a cuatro mujeres
- Documentos TV recuerda a las Víctimas del Holocausto en el aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi
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El 27 de enero de 1945, las tropas soviéticas entraron en el infernal campo de Auschwitz-Birkenau. Los prisioneros fueron liberados, pero tan solo dos semanas antes, los nazis ahorcaron en público a cuatro mujeres que intentaron sabotear la maquinaria de guerra nazi y su macabro programa de exterminio del pueblo judío. Todo quedó registrado en el diario de Anna Wajcblum, una de las supervivientes del campo de la muerte.
La resistencia femenina de Auschwitz-Birkenau
En mayo de 1943, el levantamiento polaco contra la invasión de las tropas de Hitler termina con miles de judíos capturados y fusilados. El resto de habitantes del gueto de Varsovia fueron deportados al campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau.
Anna Wajcblum tenía 15 años, cuando junto a sus padres y hermana mayor, Estusia, fueron trasladados en un tren de ganado al campo de la muerte. Separadas de sus progenitores, las dos chicas fueron destinadas al comando Unión que no era otra cosa que la fábrica de municiones de Auschwitz.
“Miles de nosotras contribuimos a la victoria del diablo“
Allí, donde eran obligadas a jornadas de 12 horas diarias de trabajos forzados y soportando humillaciones, desnutrición y malos tratos, alimentaron la maquinaria de guerra nazi. "Miles de nosotras contribuimos a la victoria del diablo", cuenta Anna Wajcblum en el diario que escribió en 1945, cinco meses después de la liberación de Auschwitz.
En este diario Anna describió con todo tipo de detalles el infierno que vivían los prisioneros cada día, pero también cuenta cómo se creó y organizó la resistencia femenina que participó activamente en una operación clandestina desde dentro de Auschwitz. "El trabajo era importante para el esfuerzo bélico alemán, así que vi la oportunidad de sabotearlo", revela Ada, una de las mujeres de la resistencia.
“El trabajo era importante para el esfuerzo bélico alemán, así que vi la oportunidad de sabotearlo“
El plan consistía en sacar pólvora a escondidas de la fábrica. Y la hermana de Anna, Estusia, no lo pensó dos veces. "Nos aterraban las consecuencias, pero no lo suficiente como para no hacerlo", se recuerda en el diario. El motor de la resistencia femenina se había puesto en marcha.
El sabotaje
Las diferentes mujeres movían la pólvora desde la fábrica al cuarto donde se guardaba. Y de allí la trasladaban, a diario, hasta uno de los crematorios donde la iban acumulando. "Todo era muy secreto", asegura Anna. Dario Gabbai fue destinado al bloque 13, el del comando especial.
Lo primero que recuerda es que allí vio a unas 2.500 o 3.000 personas entrar en la cámara de gas. Los hombres de estos comandos eran los encargados de incinerarlos. "Sabíamos perfectamente en qué consistía la Solución Final del pueblo judío", insiste Gabbai. Por eso, no dudó en colaborar con la resistencia y en la rebelión prevista. Salir de ese infierno merecía correr riesgos inconcebibles. "Éramos demasiado jóvenes para morir, por eso, decidimos luchar", proseguía.
“Se rebelaron ante su destino: morir en la cámara de gas“
El 7 de octubre de 1944, el comando especial se sublevó. Volaron el crematorio número 4. "Se rebelaron ante su destino: morir en la cámara de gas", se puede leer en el diario de Anna.
Heroísmo femenino, sacrificio y esperanza
Los prisioneros del comando especial "cortaron la alambrada y todos escaparon, después nos enteramos que los habían cogido a todos", dice Lusia Haberfeld, otra de las mujeres de la resistencia. La esperanza se perdió definitivamente. Durante la investigación, los alemanes encontraron restos de pólvora que sólo podía proceder de la fábrica. "¡Sabotaje, sabotaje!, esto es un crimen contra el gran Reich", gritaba Hössler, el comandante de las SS que dirigía con mano de hierro la fábrica de municiones y a los prisioneros que trabajaban en ella.
“¡Sabotaje, sabotaje!, esto es un crimen contra el gran Reich“
Cuatro mujeres asumieron toda la culpa de la operación clandestina. Entre ellas estaba Estusia, la hermana mayor de Anna. "Había 4 sogas", relata Lusia. "Para dar ejemplo, la ejecución será pública", fueron las palabras de Hössler que Anna trasladó a su diario.
Trece días después, comenzó la evacuación de Auschwitz. Anna era la más joven de todos los que participaron en la conspiración y con su diario aportó un extenso y terrible testimonio de lo que fueron los peores tiempos de la vida de los judíos en la II Guerra Mundial.