Telemedicina más allá del teléfono: el futuro que adelantó la pandemia levanta recelos en pacientes y sanitarios
- Impulsada por la emergencia sanitaria, el uso de la teleasistencia creció en todas las comunidades autónomas a partir de 2020
- Los profesionales insisten en que esta modalidad no debe sustituir a la consulta presencial, sino complementarla
Impulsada por la irrupción de la pandemia y su impacto en hospitales y centros de atención primaria, la telemedicina, aumentando cada vez más su presencia en el Sistema Nacional de Salud. Su potencial es enorme, ya que podría permitir aligerar las listas de espera y la sobrecarga de las consultas, simplificar la burocracia y optimizar recursos, evitando desplazamientos innecesarios tanto de pacientes como de profesionales. Sin embargo, desde el ámbito sanitario insisten en que esta modalidad no debe sustituir a la atención presencial, sino complementarla, aplicando las nuevas tecnologías de una manera segura para el paciente y sin pérdida de calidad en la asistencia.
En los últimos meses, comunidades autónomas como Madrid han ensayado proyectos para llevar la teleasistencia a la urgencia hospitalaria, saturada en buena medida por el deterioro generalizado de la atención primaria. Este es el punto que ha levantado más ampollas entre los profesionales sanitarios, quienes lo ven como un acto médico arriesgado, ya que consideran que la exploración física es una herramienta fundamental para desempeñar su trabajo con garantías, especialmente en ese momento crítico que representa la urgencia sanitaria. También desaprueban la ausencia de protocolos, que no han desarrollado ni el Ministerio de Sanidad ni las comunidades autónomas.
"La telemedicina aplicada a la urgencia es algo que se tiene que valorar y estudiar. Puede haber algún caso o situación en la que puede ser útil, pero en general en urgencias hay que ver al paciente, tocarlo, explorarlo... No vale con una llamada telefónica. Se puede estudiar a futuro, pero de momento no lo veo", declara a RTVE.es Pascual Piñera, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES).
Más allá de la urgencia, el uso de la telemedicina se ha extendido en todas las regiones españolas durante los últimos tres años, fundamentalmente en su modalidad telefónica, para atender especialidades como pediatría, ginecología, psiquiatría o dermatología; un alto porcentaje de cuyas consultas no requiere presencialidad. También para atender aquellas patologías en las que la imagen es fundamental, como neurología, teleictus o radiología.
Tomando los últimos datos disponibles, referentes a 2021, algo más de la mitad de las consultas realizadas en España (52%) se hicieron de forma telemática. Catorce provincias atendieron a más del 60% de sus pacientes por teléfono, entre las que destacan Valladolid, Gipuzkoa y Palencia, todas por encima del 65%. En el extremo opuesto se encuentran Baleares, Badajoz y Cáceres, con apenas un 4% de consultas atendidas a distancia. Ceuta, Melilla y La Rioja no realizaron consultas de este tipo o no han aportado datos.
Hay que tener en cuenta que en 2021, el año al que se refieren estos datos, España aún atravesaba meses complicados debido a la pandemia, con importantes restricciones y medidas impuestas por las autoridades sanitarias para hacer frente a las sucesivas olas de contagios, y este hecho seguramente ha tenido una gran influencia en el elevado uso de la teleconsulta por parte de la población española. Hasta que no se disponga de los datos referentes a 2022, un año más tranquilo desde el punto de vista epidemiológico, no se podrá saber si esta tendencia se ha consolidado o si, por el contrario, ha vuelto a niveles más parecidos a los de años anteriores a la pandemia.
Según los últimos datos disponibles, los de 2021, de las 170 áreas de salud en las que se divide España, 41 realizaron más del 60% de sus consultas médicas de forma telemática. La que alcanzó un mayor porcentaje fue Valle del Guadalhorce, en Málaga, con un 71,68%, seguida por Bidasoa (Gipuzkoa) -71,63%-, Málaga -70,72%- y Debabarrena (Gipuzkoa) -70,34%-.
En general, la mayor parte de las áreas sanitarias que destacan especialmente en el uso de la telemedicina pertenecen al País Vasco. Muy cerca de Bidasoa y Debabarrena, aparecen Donostialdea (Gipuzkoa) -69,12%-, Barakaldo-Sestao (Bizkaia) -68,89%-, Ezkerraldea-Enkarterri-Cruces (Bizkaia) -68,16%- y Bilbao-Basurto (Bizkaia) -67,79%-. Fuera de Euskadi, únicamente aparecen en este grupo destacado dos áreas de Castilla y León: Valladolid I-Oeste (Valladolid) -69,21%- y El Bierzo (León) -68,07%-.
En cuanto a la enfermería, un ámbito que por lo general requiere de mayor presencialidad, solo el 15% de las consultas de 2021 se atendieron de forma telemática a nivel nacional. Navarra, Bizkaia y Lleida son las tres provincias que más han recurrido a esta modalidad de atención, todas por encima del 30%. En el extremo opuesto, 15 provincias aparecen por debajo del 10%; mientras que Ceuta, Melilla y La Rioja no la utilizan o no aportan datos.
Un arma "para todo"
Los profesionales médicos ven en general con buenos ojos el auge de la telemedicina en España, cuyo potencial no pasa desapercibido para ellos. Sin embargo, también son conscientes de que su implantación requiere de un cambio muy profundo en todos los niveles. "Valoramos la telemedicina de una manera muy positiva, ya que es un arma que nos puede servir para todo: puede facilitar muchísimo y acelerar las consultas, ayudar a que las personas que tienen difícil acceso a la consulta puedan realizarla de una manera más rápida, contribuir a la sostenibilidad del planeta...", manifiesta a RTVE.es Manuela García, vicepresidenta segunda del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM).
Esta doctora puntualiza que la telemedicina tiene que estar acompañada de "unas normas muy claras, de una seguridad clarísima desde el punto de vista legal y también deontológico, porque lo que nos da miedo es por ejemplo la aparición de plataformas donde realmente no identificas a quien está al otro lado de la pantalla". Sobre el auge de dispositivos y apps de promoción de la salud, García cree que en el futuro se podrán utilizar de manera generalizada, "pero hay que mirar sobre todo su seguridad, para que cursen con un sistema de calidad".
La mitad de la población, incómoda con las consultas telefónicas
El auge de las consultas telefónicas propiciado por la pandemia de COVID-19 se caracterizó por su carácter abrupto, derivado de la urgencia sanitaria del momento, por lo que los pacientes no tuvieron más remedio que acostumbrarse de manera muy rápida. Este hecho, sumado a que una parte importante de los usuarios han sido personas de edad avanzada, ha contribuido a que esta modalidad actualmente no cuente con el reconocimiento de casi la mitad de la población. Así lo constata el último informe de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), que apunta a que las consultas médicas telefónicas resultan incómodas para el 45,5% de los encuestados.
Un 26,9% se declara "poco o nada satisfecho" y un 63,4% afirma que por teléfono puede explicarse peor que en una consulta presencial. Además, un 47,6% está convencido de que no entiende las indicaciones del médico igual de bien que si estuviera cara a cara. El 33,7% opina que todas las consultas deberían ser presenciales y un 63,5% admite ambos formatos.
Sobre este asunto, la FADSP asegura que las consultas telefónicas retrasan el diagnóstico y suponen una barrera en el acceso para las personas mayores. En esta misma línea, Carmen Flores, presidenta de la asociación El Defensor del Paciente, se muestra "preocupada" por el auge de la teleasistencia, ya que, a su entender, "conlleva mucha dificultad en el diagnóstico y se pone en peligro la salud de los pacientes". Según ella, "parece que los responsables políticos están orquestando un modelo sanitario low cost, tratando de maximizar rendimiento con el mínimo gasto posible”.
Una dificultad para adaptarse que no solo han encontrado los pacientes, sino también los propios sanitarios, como ha quedado en evidencia en Cataluña. En esta comunidad autónoma, un estudio realizado en colaboración con la Generalitat concluye que el nivel de alfabetización digital entre los profesionales sanitarios es medio-bajo, especialmente entre el personal médico y de enfermería. "A raíz de la pandemia nos hemos encontrado que una de las barreras de la telemedicina es la falta de habilidades digitales en los profesionales sanitarios. Por eso, habría que llevar a cabo formación para ellos, pero resulta complicado debido a sus agendas ya de por sí saturadas", explica a RTVE.es Francesc Saigí Rubió, profesor de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), donde dirige el Centro Colaborador en eHealth de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el único que existe en España.
Futuro de la telemedicina
La atención primaria, el pilar sobre el que se asienta el Sistema Nacional de Salud, ve con esperanza la aplicación de nuevas tecnologías en general, y la telemedicina en particular, como una herramienta que ayude a paliar las graves turbulencias por las que atraviesa, aliviando en parte su elevada presión asistencial. Pero el futuro de la medicina a distancia aspira a ser algo más que una llamada telefónica, ampliándola mediante aplicaciones como las vídeollamadas, la monitorización a distancia, el control de pacientes con enfermedades crónicas o los ensayos clínicos descentralizados.
El uso generalizado de internet en los hogares, unido al incremento de las capacidades de los teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos, ayudarán sin duda a que se produzca este auge de la telemedicina. También lo harán los wearables o "tecnología ponible", con el uso de relojes, ropa inteligente y todo tipo de sensores corporales que permiten la monitorización a distancia de parámetros como la presión sanguínea, electrocardiogramas, niveles de glucosa, ritmo respiratorio, presión arterial pulmonar o sueño. Ante la ingente cantidad de información recibida, la inteligencia artificial podría ayudar a tomar decisiones clínicas, identificando patrones a partir del análisis de los datos recopilados por los dispositivos de monitorización remota.
Sin embargo, aquí aparecería otro de los principales escollos que tiene ante sí la telemedicina: la complicada tarea de proteger una información extremadamente sensible. "Estos dispositivos y apps generan información médica, información clínica, y el dilema está en lo que ocurre cuando esa información está en la nube. Eso es muy importante y hay que tenerlo en cuenta a la hora de compartir, por ejemplo, tus datos clínicos con un profesional sanitario, porque hay que asegurarse de que esa transmisión de información sea segura, fiable y no vaya a parar a terceros", expone Francesc Saigí Rubió.
"La pandemia derribó las barreras que existían antes, e hizo posible la explosión de la telemedicina. Pero ahora todo lo que hemos ganado se está perdiendo, nos han faltado los cambios necesarios para terminarla de implementar", prosigue, y añade que "se tienen que remodelar los servicios, y reorganizar el sistema, y no lo hemos hecho". Según este experto en salud digital, "si no pones profesionales médicos detrás de esa tecnología que sean capaces de trabajar con la información que le viene, y que sean capaces de tratar a pacientes a distancia, seguiremos igual, y tendremos los servicios saturados, con largas listas de espera".
Saigí Rubió también recalca que, "aunque dispongamos de mucha tecnología, también hay reglas de oro que debemos mantener, como el contacto, ya que el paciente siempre quiere contacto con el profesional médico".
Preguntado sobre si el futuro de la medicina pasa por la teleasistencia, este especialista responde con rotundidad: "Sí, absolutamente". "No se hablará de la telemedicina como algo excepcional, sino como algo complementario, normal, igual que está sucediendo con la banca virtual, por ejemplo. Aunque con la salud es más difícil porque hay cuestiones regulatorias y faltan leyes que no tenemos, falta más tecnología, más cambios culturales, más profesionales médicos, más cambios organizativos, más líderes…Falta liderazgo, a nivel profesional y a nivel político", concluye.