Brasil hunde un portaaviones "fantasma" que deambulaba por el Atlántico repleto de sustancias tóxicas
- El 'Sao Paulo' contenía en su interior, entre otras cosas, más de nueve toneladas de amianto
- Desde hace meses navegaba sin rumbo y se había convertido en una embarcación fantasma
La Marina de Brasil ha hundido este viernes el portaaviones 'Sao Paulo', que desde hace cinco meses navegaba sin rumbo por el Atlántico con desechos tóxicos y se había convertido en una embarcación fantasma.
"El procedimiento fue dirigido con la competencia técnica y la seguridad necesaria para evitar perjuicios de orden logístico, operacional, ambiental y económico al Estado brasileño", ha indicado la Marina en un comunicado.
El hundimiento, autorizado por la Justicia federal, se realizó a pesar de que la Procuraduría brasileña presentó el jueves un nuevo recurso ante la Justicia para impedir la acción por razones ambientales.
El 'Sao Paulo' fue vendido como chatarra en 2022, pero ningún puerto extranjero lo aceptó por los materiales tóxicos que habían en su casco.
Transportaba 9,6 toneladas de amianto
El portaaviones ha sido hundido en aguas territoriales brasileñas en el océano Atlántico, a unos 350 kilómetros de la costa, debido a que era "inevitable" que se hundiera de forma espontánea dado que el casco está dañado y presenta problemas de flotabilidad.
El que fuera el mayor navío militar de Brasil transportaba 9,6 toneladas de amianto, una sustancia con potencial tóxico y cancerígeno, así como 644 toneladas de tintas y "otros materiales peligrosos", alegó la Procuraduría.
La Marina aseguraba que la empresa que adquirió el 'Sao Paulo' hace cinco meses para desmontarlo y reciclar sus materiales no adoptó las medidas necesarias para obtener la autorización para remolcarlo a puerto y poder reparar los graves daños que amenazan su capacidad.
Antes sirvió a la Armada francesa con el nombre de 'Foch'
El periplo del antiguo buque de guerra, que sirvió a la Marina francesa con el nombre de 'Foch' comenzó en agosto, cuando fue vendido por 2 millones de dólares a un astillero turco especializado en el desguace de embarcaciones.
El navío nunca llegó a su destino debido a que las autoridades de Turquía prohibieron su entrada, por lo que tuvo que dar vuelta poco antes de llegar al estrecho de Gibraltar.
Desde entonces, el segundo y último portaaviones de la flota de la Marina de Brasil vagaba por el Atlántico, ante la negativa de los puertos, incluso los brasileños, de recibirlo.
Construido en Francia en 1963, el portaaviones tenía 266 metros de eslora, capacidad para albergar 1.300 tripulantes y transportar 30 cazabombarderos.
Brasil lo compró en 2001 por 12 millones de dólares, pero lo desactivó en 2017 porque estuvo más tiempo en puerto que en alta mar.