La angustia en las labores de rescate: "Llaman, piden que les salvemos, pero no podemos"
- La ayuda tarda en llegar a algunas regiones afectadas por los dos terremotos que han dejado más de 7.800 muertos
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La angustia y la esperanza pesan por igual en el ánimo de los supervivientes y de los rescatistas que buscan a las víctimas de los dos devastadores terremotos que este pasado lunes sacudieron el sur de Turquía y el norte de Siria. La cifra de muertos supera los 7.800.
Aunque en las primeras 24 horas la probabilidad de encontrar a gente con vida bajo los escombros aún es alta, las bajas temperaturas, la nieve y la lluvia, así como el terreno montañoso de algunas zonas, dificultan las labores de rescate y la atención a quienes se han quedado en la calle, sin nada. Las carreteras que comunican las ciudades también han resultado dañadas.
A pesar de todos los obstáculos, los esfuerzos aún se ven recompensados: 8.000 personas han sido rescatadas en Turquía después del primer seísmo.
Los equipos de emergencia tardan en llegar
En la provincia turca de Hatay, según relata Reuters, los vecinos se quejan de la lentitud de la respuesta de emergencias.
Una mujer pedía ayuda bajo los cascotes mientras Deniz, un vecino, lloraba y apretaba las manos. "Hacen ruidos, pero nadie viene - se lamentaba - Estamos devastados, devastados. Dios mío... Llaman, piden que les salvemos, pero no podemos. ¿Cómo les vamos a salvar? No ha venido nadie desde la mañana".
Ayla ha conducido desde Hatay a Gaziantep, la ciudad más cercana al epicentro del primer seísmo, para buscar a su madre. Un equipo de seis bomberos de Estambul trabajaban entre las ruinas de lo que hasta la madrugada del lunes había sido un edificio de ocho pisos.
"Aún no hay supervivientes. Un perro callejero vino y estuvo ladrando durante mucho tiempo en un punto concreto. Temí que fuera mi madre, pero era otra persona", ha declarado Ayla a Reuters. "Encendí las luches del coche para ayudar. Han sacado dos cuerpos, pero ningún superviviente", ha añadido.
“Nuestra situación es desastrosa. Tenemos hambre, sed. Es miserable“
En Kahramanmaras, las familias se han reunido en torno a las fogatas arropadas con mantas. "Salimos de la casa por poco - explica Neset Guler, abrazado a sus cuatro hijos - Nuestra situación es desastrosa. Tenemos hambre, sed. Es miserable".
En Iskenderun, la antigua Alejandreta, toda la unidad de cuidados intensivos de un hospital se vino abajo. Los trabajadores sanitarios hacen lo posible para atender a la nueva oleada de pacientes del terremoto. "Tenemos un paciente al que han llevado a operar, pero no sabemos qué ha pasado", ha explicado Tulin, una mujer en la treintena, mientras lloraba y rezaba ante lo que quedaba del hospital.
En Hatay han sido hallados con vida una madre y su bebé de seis meses, tras 29 horas bajo los escombros de su vivienda. En Kahramanmaras, Diyarbakir y otras ciudades han seguido extrayendo a víctimas con vida.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha declarado el estado de emergencia en las 10 provincias afectadas. Esta declaración implica, por ejemplo, que se podrá movilizar totalmente al Ejército.