'Reinventarse o morir', el dilema de las empresas que se lanzaron a fabricar mascarillas: "Tengo las máquinas paradas"
- Muchas de ellas llegaron a invertir millones de euros para cubrir la demanda cuando hubo desabastecimiento en España
- Critican que las Administraciones públicas opten por importarlas de China porque son más baratas
Alberto tenía una fábrica de colchones en Béjar (Salamanca) y cuando empezó la pandemia decidió reinventarse y fabricar mascarillas. "Compramos nueve máquinas y produjimos 50 millones de mascarillas en 2020”, explica a RTVE.es. Aunque al principio la demanda era elevada, a partir de septiembre de 2021 cayó bruscamente, lo que le obligó a cerrar la fábrica: “Ahora tengo todas las máquinas paradas y estoy intentando venderlas".
En los últimos dos años, el uso de mascarillas entre la población ha caído progresivamente y muchas empresas que entonces se lanzaron a producirlas ahora han cerrado o están buscando nuevas oportunidades para reactivarse. "Hemos reducido el 60% de nuestra actividad y estamos desarrollando otro producto que no es sanitario", cuenta a RTVE.es Juan Francisco Sánchez Gordo, director de operaciones y uno de los socios fundadores de Pi Medical Labs, una empresa de Don Benito, en Extremadura.
Lo mismo ocurre en Airnatech, una fábrica de Castellón que ha pasado de vender 15 millones de mascarillas al mes durante el pico de ómicron a tener ahora solo el 10% de su maquinaria funcionando. "Tenemos la empresa en mínimos para atender a la demanda actual", explica Andrés García, uno de sus fundadores.
En este contexto, el Gobierno ha aprobado este martes el fin de las mascarillas obligatorias en transportes, lo que podría acentuar la caída en su demanda y terminar de estancar la producción de estas empresas.
De fabricar colchones a producir millones de mascarillas
Alberto Sánchez es el administrador único de Fibras Textiles Sánchez S.L, una antigua fábrica de colchones que, con la llegada del coronavirus, empezó a hacer mascarillas quirúrgicas y FFP2. "Llamé a varios clientes y me dijeron que querían pedidos de 20.000 mascarillas diarias, así que decidimos comprar una primera máquina que nos costó unos 180.000 dólares", explica a RTVE.es.
La demanda de esta pequeña empresa fue subiendo y, con ello, también su inversión, de modo que en octubre de 2022 llegó a tener ocho máquinas que fabricaban 80 mascarillas por minuto y otra que fabricaba las FFP2. En total, según calcula, fue un gasto de más de un millón y medio de euros. "Compramos todas en China porque allí eran más baratas y, además, era donde más rápido nos las servían", matiza. También multiplicó su plantilla: "Pasamos de tener 8 trabajadores a un total de 48".
“"Todavía tengo todas las máquinas, que están paradas, y estoy intentando venderlas"“
Llegaron a producir 50 millones de mascarillas en 2020 que vendían a empresas, laboratorios y hospitales de España, Reino Unido, Portugal y Francia. "El ritmo variaba por los repuntes, pero desde junio de 2021 todo fue bajando y en septiembre solo teníamos el 10% de máquinas funcionando", explica. De esta manera, Fibras Textiles Sánchez ha estado todo 2022 sin funcionar y se ha quedado sin los trabajadores que tenía. Ahora, su administrador acumula la materia prima que le ha sobrado, como filtros y tejido, y lo que más dinero le costó: "Todavía tengo todas las máquinas, que están paradas, y estoy intentando venderlas".
Con la poca demanda que hay, explica, no le sale rentable volver a encender los motores: "Puedo mantenerla cuando hay cierto volumen, pero si solo me piden 15.000 mascarillas al mes y las tengo que vender al precio chino, que son tres céntimos por cada una de ellas, no puedo asumirlo porque no cubro gastos". Cuenta que a él le cuesta producirlas más de tres céntimos y ha estado vendiendo las que le han sobrado a 4 o 5 céntimos por unidad, que incluye su coste de fabricación y la tarifa de transportes. "Lo he hecho para que no se echen a perder porque tienen fecha de caducidad", remarca, pero para reactivarse tendría que subir la cifra: "Para poder sobrevivir ahora mismo, tendría que venderlas a 9 o 10 céntimos".
En busca de otro sector donde reactivarse
En esta situación, Sánchez explica que su prioridad está en volver a reconvertirse y empezar una actividad en otro ámbito, aunque todavía no sabe cuál: "Estamos buscando otro nicho al que nos podamos adaptar fácilmente para entrar y trabajar". Además, entre sus opciones tampoco está volver a su antiguo modelo, y señala que "no hemos vuelto a fabricar colchones porque quitamos las máquinas que teníamos para comprar las de las mascarillas".
“"He aprendido una lección: si vuelve a haber un 'boom' de este estilo, nunca dejaré mi negocio de siempre por algo nuevo"“
Ahora, mirando atrás, hace una reflexión: "He aprendido una lección: si vuelve a haber un boom de este estilo, nunca dejaré mi negocio de siempre por algo nuevo". Asegura que su antigua fábrica funcionaba bien y decidieron invertir "para ayudar" y porque desde los organismos públicos les prometieron que iban a dar impulso a su actividad. "Decían que luego se iban a acordar de nosotros", señala, "y al final me he dado cuenta, con el paso del tiempo, de que se han olvidado y nosotros ya no estamos".
Tres socios que no pertenecían al ámbito sanitario
Por otro lado, hay empresas que se crearon de cero para cubrir la necesidad de material que hubo al comienzo de la pandemia. Es el caso de Pi Medical Labs, situada en Don Benito (Badajoz) y fundada en verano de 2020 por tres socios alejados del entorno sanitario, ya que se dedicaban al comercio mayorista y al diseño gráfico.
"Decidimos montar la fábrica con una mentalidad a largo plazo. Creíamos que no era bueno que el país dependiera del exterior para adquirir material para protegerse", explica a RTVE.es Juan Francisco Sánchez Gordo, uno de sus socios fundadores y también presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Mascarillas, Batas y EPIs (OESP). "Hemos llegado a tener 20 máquinas operativas: 12 para quirúrgicas y 8 para FFP2", señala, una inversión que estima en unos cuatro millones de euros.
“"Cada uno estamos reactivando la actividad que hacíamos antes y, a nivel de empresa, tenemos un producto en marcha que no es sanitario"“
En algunos picos del coronavirus, llegó a emplear a 200 personas, el 90% con discapacidad, pero desde el verano de 2022 ha ido reduciendo considerablemente su ritmo de fabricación. "Hemos tenido que parar el 60% de las líneas de producción", indica, aunque todavía siguen vendiendo a grandes supermercados, perfumerías y comercio mayorista. "Donde no conseguimos vender es en lo público porque compran producto chino", matiza.
"Aunque no es nuestro caso, hay empresas que están sufriendo y muchas han cerrado", explica, y reconoce que está explorando otros nichos. "Cada uno estamos reactivando la actividad que hacíamos antes y, a nivel de empresa, tenemos un producto en marcha que no es sanitario", señala el socio, que tampoco quiere desvelar más datos porque aún no está en el mercado.
De producir mascarillas a elaborar vitaminas
Airnatech es una empresa de Castellón que nació de la idea de seis socios de Ibiza que no tenían ninguna relación con el ámbito sanitario. "No éramos industriales y no habíamos visto una mascarilla en nuestra vida", explica a RTVE.es Andrés García, uno de sus socios fundadores. Como explica, patentaron una mascarilla que mantiene la protección de una FFP2 y que tiene una respirabilidad un 60% mayor: "Compramos una primera máquina, la producción fue muy buena y hemos acabado siendo la fábrica más grande de Europa en dos años".
Han llegado a tener las 24 máquinas con las que cuentan actualmente y llegaron a dar trabajo a 360 personas al mes durante la variante ómicron. "Produjimos el 50% de mascarillas FFP2 en España y hacíamos 16 millones de mascarillas al mes", sobre todo a nivel nacional, suministrando al 40% de farmacias del país y a grandes cadenas de supermercados y comercio.
“"Ahora están en funcionamiento el 10% de todas las máquinas y vamos a dejar bajo mínimos la fábrica"“
No obstante, García señala que a partir de abril de 2022, cuando dejaron de ser obligatorias en espacios interiores, notaron una importante caída en la demanda y, por tanto, en su producción. "Ahora están en funcionamiento el 10% de todas las máquinas", explica, "y vamos a dejar bajo mínimos la fábrica" para poder atender a una demanda que es reducida, pero estable. "Tenemos clientes en Suecia y seguimos trabajando para el 40% de farmacias españolas. Son pedidos más normalizados porque son personas que siguen recurriendo a las mascarillas", cuenta.
De forma paralela, llevan un año embarcados en otro proyecto de ámbito farmacéutico: "Hemos estado desarrollando cuatro tipos de vitaminas que son muy específicas y que están teniendo buena entrada". Su actividad, por tanto, combinará la producción de mascarillas con este nuevo nicho: “Llevamos un año, ya tenemos stock y estamos vendiendo”.
Critican la posición de las Administraciones públicas
Según explican estos empresarios, el escenario actual está regido por los precios y las Administraciones públicas prefieren importar producto chino antes que recurrir al español porque es más barato, algo que ocurre más ahora, remarcan, cuando la urgencia ya no es la misma que al comienzo de la pandemia.
"Al principio, todos queríamos comprar mascarillas nacionales para reactivar nuestro tejido productivo, pero eso se ha olvidado y se ha vuelto a comprar producto chino", indica el administrador de Fibras Textiles Sánchez. Asimismo, el socio de Pi Medical Labs matiza que "es imposible fabricar en España al mismo precio que en otros sitios como China porque las condiciones y las garantías son completamente distintas".
Por otro lado, aunque algunas tienen el foco en su reconversión, también recuerdan la importancia de poder mantener reservas de mascarillas por si en un futuro vuelve a haber otra emergencia sanitaria global. Según apuntan, esta es una tarea a nivel nacional y el socio de Airnatech destaca que "España y Europa deben pensar qué quieren hacer, ya que depender del exterior para protegerte no es bueno". No obstante, estos empresarios explican que ese no es el escenario actual y dan pie a una reflexión: "El futuro de todas las empresas de mascarillas va a ser cerrar. Lo que no se sabe es qué pasará si vuelve a haber un problema".