Un día con los rescatistas españoles en Antioquia: "Estamos quemando todos los cartuchos, no perdemos la esperanza"
- Bomberos, sanitarios y perros guía trabajan para encontrar a supervivientes entre los escombros cinco días después
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"Vamos a un sitio en el que llevan cinco días en una terrible situación. Faltan suministros. Hay que estar unidos y con los ciudadanos, empatía". Son las palabras de uno de los mandos de la Unidad Especial de Emergencia y Respuesta Inmediata de la Comunidad de Madrid (Ericam) a su equipo desde el campus de la universidad de Iskenderun, donde han desplegado su campamento. La mitad de los miembros de esta unidad de rescate de 40 personas se prepara para ir hacia Antioquia, una de las zonas más afectadas por el terremoto del lunes, con el objetivo de rescatar a supervivientes que se encuentren entre los escombros.
En ese mismo campus también se ponen a punto los militares de los buques Juan Carlos I y Galicia. "Hemos venido un destacamento de enlace para las autoridades turcas, en principio para tareas de coordinación, y ahora nos han asignado una serie de grupos para hacer trabajos de desescombrado", explica el comandante Gonzalo Espiñel.
El equipo de rescate de la Comunidad de Madrid está formado mayormente por bomberos, así como dos perros y tres sanitarios: un médico, un enfermero y un técnico sanitario. Hace tan solo unos días, lograron sacar a un hombre con vida entre los escombros de una vivienda, pero cinco días después del terremoto, las opciones de encontrar a un superviviente son muy complicadas.
"Se pierde un poco la esperanza. Igual ha quedado algún hueco de vida. Lo que estamos haciendo es lo último que se puede hacer. Quemar todos los cartuchos, meter los perros y que nos confirmen realmente que ahí no hay personas vivas", asegura Kike Arribas, miembro de Ericam, mientras se pone el casco y el equipo antes de subir al autobús que les llevará a Antioquia.
Y es que hallar vida después de varios días se convierte en una tarea más difícil. "A medida que pasa el tiempo es más difícil. Aunque las construcciones son de hormigón y han caído en sándwich, la mayoría creando huecos a medida que pasan los días, salvo que te pille en un sitio como la cocina o en un sitio donde puedas tener agua, es muy difícil", cuenta el jefe del equipo de rescate del consorcio de Alicante, Salvador Duque.
La coordinación con organizaciones turcas
Antes de partir hacia Antioquia, la oficial de bomberos Annika Coll se reúne en una de las tiendas de campaña de su campamento con la organización turca GEA, hermanada con Ericam. También acuden militares de los buques españoles.
Todos se coordinan con la organización GEA para ver qué lugares son los más necesitados y aquellos en los que las probabilidades de encontrar supervivientes son más altas. Para ello, confían en los ciudadanos que avisan de que han escuchado a personas entre los escombros.
"Tienen muy buena red local de gente. Ayer sacaron a dos supervivientes. Han ido a muchos terremotos y saben muy bien cuándo les están diciendo la verdad o no", asegura Coll al hablar de GEA, que desde que comenzaron sus labores de rescate tras el terremoto, han logrado salvar la vida a casi 30 personas.
Una vez elegido el lugar en el que desplegarán su dispositivo, todos preparan sus mochilas, se ponen sus uniformes, cogen a los perros y el material que necesitarán. Antes de montarse en el autobús cedido por la alcaldía de Iskenderun que les llevará a Antioquia, algunos de los afectados que duermen cerca de su campamento se hacen fotos con los bomberos de Ericam. Saben cuándo se van, pero nunca cuánto tiempo estarán trabajando en la ciudad.
"No buscamos al libre albedrío"
Después de un viaje de más de una hora, la devastación que ha dejado el enorme temblor en Antioquia se apodera del paisaje. Aquí las calles han desaparecido y han quedado sepultadas por los edificios.
El equipo de Ericam llega al campamento base de GEA en la ciudad. Se encuentra en un parque de niños, al lado de un colegio cuyo patio se ha convertido ahora en un campamento de afectados.
Una parte del equipo, la que necesita menos materiales, se monta en unos 4x4 de la organización turca y se dirigen hacia el punto elegido. A medida que se acercan al lugar, las personas que ahora viven en las calles se acercan de forma desesperada a ellos y les dicen unas palabras en turco. Aunque no conocen el idioma, se entiende que lo que piden es que busquen a sus familiares.
Al llegar al lugar en cuestión, las personas que vivían en la vivienda explican a los rescatistas cómo era antes la vivienda dibujándolo sobre el capó de un coche aplastado y lleno de polvo. "Lo primero que se hace es recibir información de los lugareños, que son los que nos dicen dónde han oído algo. No buscamos al libre albedrío", explica Arribas.
Antes de empezar el despliegue, aparece entre los escombros un equipo de rescate español. Llegaron el miércoles a Estambul desde Alicante con cuatro guías caninos con sus binomios, uno de ellos marca cadáveres. "Todo lo que hemos encontrado son cadáveres. Lo peor es que casi todos son niños", dice con lágrimas en los ojos Duque.
"Nunca nos rendimos"
Una vez conocido el lugar y con una idea de dónde se puede encontrar el superviviente, el equipo de Ericam se dispone a hacer una búsqueda superficial. En silencio, suben a la parte de arriba de los escombros. "El oído humano puede escuchar hasta cinco metros", explica David Barderas. Después, gritan: "¡Equipo de rescate!", pero no obtienen respuesta.
Al hacer dos búsquedas superficiales no escuchan nada y pasan a la siguiente fase del operativo: los perros de rescate. Mia y Farah están preparadas para su labor, buscar a personas vivas entre los escombros. "Primero nos huele a todos nosotros y todos los olores los va separando. Entonces cuando hay alguien que huele diferente, ése es. Tiene que estar vivo. Si está muerto ni le ve", asegura uno de los miembros del equipo de la unidad canina.
Después de dar varias vueltas e incluso meterse dentro de algún hueco entre los escombros no ha habido suerte. El siguiente paso es emplear el geófono, un aparato con el que pueden escuchar sonidos hasta a diez metros. Tampoco escuchan nada.
"Nunca nos rendimos. Si te rindes pierdes la esperanza y pierdes la energía", asegura el coordinador de GEA con la voz entrecortada. Al ver que no hay respuesta, el equipo vuelve a recoger sus cosas y uno de ellos pregunta: "¿Dónde está el siguiente edificio?".