Vivir un siglo y poder contarlo, la revolución de la salud
La ciencia y la tecnología estirarán la vida de nuestros órganos y tejidos. Enfermedades o lesiones hoy mortales, crónicas o incapacitantes podrían curarse. Todo apunta a que nuestros cuerpos se mantendrán vivos y sanos durante más años. Pero hay una gran incógnita: el cerebro. ¿Nos acompañará durante todo el camino?
Un salto tecnológico está llegando a la medicina. En la actualidad estamos siendo testigos de la germinación de herramientas y técnicas de enorme potencial que podrían revolucionar nuestra salud y posibilidades de supervivencia para las próximas décadas, como en su momento lo hicieron los antibióticos, las primeras vacunas o los trasplantes. Un empuje transversal y multidisciplinar que está redibujando las fronteras del conocimiento y, seguramente, de la vida humana.
Ejemplos de ello en los siguientes vídeos. En el primero, el hospital Virgen del Rocío de Sevilla utiliza algoritmos para diagnosticar melanomas, con una fiabilidad de más del 90%. En el segundo, las máquinas también cumplen una función de compañía, como 'Temi', el robot de asistencia con el que comparte piso Álvaro Posada, de 74 años.
El futuro también es prometedor. En el tercer vídeo del anterior mosaico, el ingeniero bioquímico Robert S. Langer muestra a TVE cómo podrían ser las píldoras inteligentes que servirían para administrar uno o múltiples medicamentos en una sola toma y con las dosis preprogramadas, lo que simplificaría los seguimientos médicos y farmacológicos. En el último, el español Francisco Mojica, precursor del uso de la técnica CRISPR, herramienta de investigación genética con la que hay 70 ensayos clínicos en marcha en torno a enfermedades como el cáncer.
¿Será normal vivir cien años?
A lo largo de la historia, gracias a los avances médicos, la esperanza de vida del ser humano ha ido aumentando. Pero el gran paso adelante se ha dado en el último siglo, llegando a más que duplicarse, especialmente en los lugares socioeconómicamente desarrollados. En países como España, hoy es habitual superar los 80 años de edad, lo que era altamente improbable solo tres o cuatro generaciones atrás.
Una evolución que, paréntesis de la pandemia aparte, ha mantenido su tendencia al alza. Surgen entonces preguntas de mera lógica: ¿seguiremos viviendo más? ¿Cuál es el límite del ser humano?
Los expertos parecen tener claro que nuestro cuerpo vivirá más y en mejores condiciones. La medicina, con avances prometedores en múltiples campos, apunta a que, antes o después, controlaremos el cáncer, las enfermedades genéticas o crónicas y los problemas relacionados con el envejecimiento.
El ser humano es capaz incluso de hacer frente a enfermedades nuevas que desatan una pandemia mundial. Las vacunas contra la COVID-19 basadas en la tecnología del ARN mensajero han demostrado gran eficacia y desvelado su potencialidad más allá de la batalla contra el SARS-CoV-2.
Corpore sano… in mens sana
Pero la expectativa de vivir más viene con incógnitas. ¿Seguirá el cerebro el ritmo del cuerpo? La salud y longevidad cerebrales, ¿también se prolongarán? ¿Será más frecuente llegar a mayor en un cuerpo sano con un cerebro disfuncional?
Nuestra salud y funcionalidad cerebral marcan y continuarán marcando durante los próximos años los límites de la calidad de vida. Comprender en profundidad el cerebro humano supondría un salto cualitativo para atajar dolencias neurológicas hoy en día ya comunes al final de la vida, como el párkinson o el alzhéimer.
Y la prevalencia de estas enfermedades no hará más que crecer. Según el informe Alzheimer's Disease International, una persona está desarrollando demencia en el mundo cada tres segundos.
El cerebro humano, el gran desconocido
Con los estamentos científicos cada vez más conscientes de que la salud del cuerpo debe ir acompañada de la salud de la mente, la financiación pública y privada para investigar el cerebro se ha multiplicado en los últimos años. Grandes conglomerados científicos han surgido en Estados Unidos (BRAIN) o la Unión Europea (Human Brain Project), financiados con miles de millones de dinero público. Al mismo tiempo, la neurociencia ha captado grandes cantidades de fondos privados en busca de desarrollar tecnologías de vanguardia.
Hasta ahora, los resultados son relativamente modestos. Lo reconocen incluso los investigadores más punteros en el campo. Richie Khoman, el director científico del WYSS Center de Ginebra, la que podría considerarse como la capital europea de la investigación neurocientífica, lo sentencia con claridad ante las cámaras de TVE: "El cerebro está entre las grandes cuestiones: cómo empezó el universo, cuál es el origen de la vida y cómo funciona nuestra mente. Sin duda son los tres grandes misterios científicos". La complejidad del cerebro, el órgano más desconocido, supone todavía un reto mayúsculo. Pero comprenderlo resulta imprescindible para desarrollar nuevos tratamientos.
A día de hoy empezamos a ser capaces de editar nuestro genoma, aplicar algoritmos a la medicina o diseñar los primeros robots de asistencia que, quizá, nos acompañen cuando nuestra mente empiece a fallar. Pero, ¿seremos capaces de descifrar el cerebro? ¿Hasta dónde podremos comprender el órgano humano más genuino? ¿Veremos sentido a vivir más pero olvidando nuestra identidad? ¿Resolveremos esta disyuntiva? En definitiva, ¿cómo será la salud humana dentro de 10.000 días?