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Ucrania, un año en guerra (III)

Valery, de músico a combatiente: "He pasado de tocar en teatros a hacerlo en los funerales de militares"

  • Hace un año se encontraba de gira en Polonia cuando Rusia invadió Kiev
  • "Por supuesto, no me gustaría ir a pelear. Si hay necesidad me llamarán y debo ir. Estoy obligado", dice a RTVE.es

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Valery, de músico a combatiente: "He pasado de tocar en teatros a hacerlo en los funerales de militares"

Valery Tarasenko e Ilhor Samoilenko son contrabajistas originarios de Odesa. Hace un año se encontraban de gira en Polonia, y aunque los tambores de guerra ya sonaban con intensidad a las puertas de Kiev, nunca se hubieran imaginado que este conflicto pudiera suponer el silencio entre las notas que escriben el guion de sus vidas. "He pasado de tocar en teatros a tocar en los funerales de militares", asegura Valery a RTVE.es.

El año pasado, Valery cruzó la frontera para encontrarse con su familia en Odesa, su ciudad natal, que se preparaba para defenderse de la ofensiva. Entonces, el músico contó a este medio la llamada que había recibido para unirse a las filas del ejército. Aquel 19 de marzo, Valery cambió su vida entre los bastidores del emblemático Teatro de Ópera y Ballet por las trincheras y los cuarteles de la vida castrense. Se marchaba dejando una ciudad amenazada. La toma de Jersón y la incesante artillería rusa sobre Mykolaiv hacían prever que Odesa no tardaría en caer. Sin embargo, los malos augurios sobre la Perla del Mar Negro, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, quedaron en un mal sueño. Un año después, la ciudad ha recuperado la vida de antes de la guerra. Mientras, Valery la observa resignado desde la distancia.

El 24 de febrero continúa hasta hoy

Valery emprendió un camino que otros decidieron por él. "Hoy todavía es 24 de febrero. Todas las horas del día se han extendido durante los 365 días del año", dice. Es como si la guerra hubiese paralizado todo, algo que también percibe en el ambiente. "El clima ha ido cambiando, pero no me doy cuenta de que las estaciones avanzan". Señala las calles nevadas de Kiev, donde nos recibe en un pequeño piso que tiene alquilado con otro compañero. Es su refugio fuera de las instalaciones militares, su nuevo hogar, un lugar poco apto para el arte. "Las instalaciones del ejército no están preparadas para la música".

Valery Tarasenko tiene 35 años, es músico y en marzo le llamaron para unirse al Ejército

Valery Tarasenko tiene 35 años, es músico y en marzo le llamaron para unirse al Ejército. PABLO TOSCO

Por el momento no ha tenido que entrar en combate. Su contacto con el frente se produce cuando toca en los funerales de sus compañeros militares caídos. Acompaña el dolor de los familiares con una música sombría, triste y patriótica. "Es difícil tocar viendo delante a personas que lloran a sus seres queridos y esto siempre me rompe el corazón. Por mucho tiempo que pase, no me acostumbro".

Por otro lado, su deber como músico militar es "mantener la moral alta y arengar a las tropas en los cuarteles". Como todos, es consciente de la superioridad militar de Rusia, pero no le falta moral. "Siempre tenemos la esperanza de conseguir la victoria y a nadie se le permite rendirse", sentencia. Se refiere sobre todo a los que vuelven exhaustos de la primera línea, aquellos que se han jugado la vida y han visto morir a otros.

"En las obras, como en la vida misma, no todo es trágico"

Cuando habla de su familia, Valery recupera la sonrisa secuestrada por la guerra. "En las obras, como en la vida misma, no todo es trágico. El pasado mes de noviembre nació mi hija pequeña". Muestra orgulloso las fotografías de su familia: "¡Mira cómo ha crecido Emilia!", dice, sobre su hija de seis años. Confiesa que siente nostalgia, pero ni la distancia ni la guerra son una barrera insalvable para el amor, señala.

"Me toca cambiar el contrabajo por un fusil", nos dijo hace un año. Sin embargo, aunque ahora tiene entrenamientos, la música no ha desaparecido de su vida. Se trajo su contrabajo y cuando puede, ensaya. De hecho, como la prensa no puede acceder a estas instalaciones militares, no enseña un vídeo tocando. Quizás este es un motivo de alivio. Coge una tetera grande y nos sirve un té con miel de Odesa, con la expresión seria.

Valery Tarasenko tocaba el contrabajo y ahora tiene que marcharse al Ejército

Valery Tarasenko tocaba el contrabajo y ahora tiene que marcharse al Ejército PABLO TOSCO

"Antes de la guerra, cuando tocaba, estaba muy preocupado por el público y el directo, pero ahora ya no me pongo nervioso", dice. Cree que ha perdido el miedo escénico. En los pocos ratos libres, intenta practicar las escalas del concierto para contrabajo en Re Mayor de Vanhal. Espera recuperar pronto el escenario perdido, aunque la música ya no le sirve para desconectar y olvidarse del mundo. "Cuando cojo un instrumento y saltan las alarmas de Odesa, Mykolaiv o en la región de Kiev, vuelvo a la realidad. Pasa todo el rato", lamenta.

Una persona sentada con el fondo del Teatro de Ópera y Ballet de Odesa

Una persona sentada con el fondo del Teatro de Ópera y Ballet de Odesa. PABLO TOSCO

La vida sigue en el teatro de Odesa

En Odesa, el teatro es majestuoso. La fachada, un año después, está despejada: las barricadas, cruces de acero y bolsas de arena han dado paso a una calle limpia que se abre frente a una fachada decorada en estilo barroco italiano. El gran vestíbulo tiene figuras doradas de estuco. Además, cuenta con 24 salidas para evitar tragedias en caso de fuego. "Los arquitectos tenían esta premonición". "Todo lo que teníamos para proteger la ciudad lo han llevado a Jersón, que se ha convertido en nuestro escudo terrestre desde que fue liberada, como lo ha sido Mykolaiv durante todos estos meses", dice una vecina.

El Teatro de Ópera y Ballet y la Escalera de Potemkin son los dos lugares más emblemáticos de Odesa. En junio, este teatro reabrió sus puertas al público, pese al contexto de guerra. Cruzar su puerta principal supone adentrarse en otro mundo y dejar atrás todo lo demás. Ilhor Samoilenko es amigo de Valery, pero él no ha sido llamado por el ejército y sigue trabajando y tocando. Valery no cree que sea injusto. "Los músicos cómo él tienen que quedarse. Si no, ¿quién haría posible los espectáculos en Odesa?".

Ilhor Samoilenko, amigo y compañero de Valery Tarasenko, sigue trabajando en el Teatro de Ópera y Ballet

Ilhor Samoilenko, amigo y compañero de Valery Tarasenko, sigue trabajando en el Teatro de Ópera y Ballet. PABLO TOSCO

Ilhor atiende a RTVE.es en el escenario donde, a su lado y con el mismo instrumento, solía tocar Valery. Recorre la ópera media hora antes de la función, mientras enseña el lugar en el que trabajaba su amigo. "La vida de un músico es diferente a la de un soldado y nosotros llevamos toda una vida tocando", reflexiona sobre el destino de su amigo. Hablan varias veces a la semana y sabe que extraña su vida de aquí. Quiere que vuelva para poder volver a ir a pescar juntos, "uno de nuestros hobbies", dice. "Creo que es terrible cuando los músicos deben ir al frente de batalla y unirse a las fuerzas armadas y pelear contra el ejército ruso. Que pase esto en el siglo XXI es un desastre", denuncia.

Además, confiesa su temor a ser llamado a combatir. El miedo a la muerte siempre está presente. "Por supuesto, no me gustaría ir a pelear. Si hay necesidad me llamarán y debo ir. Estoy obligado", concluye.

La cultura, más patriota que nunca

Durante la entrevista, Ilhor reflexiona sobre la cultura, que, según considera, este año ha sido más patriótica que nunca. Ejemplo de ello es el idioma: en Odesa antes se hablaba más ruso que ucraniano, pero ahora "hemos presenciado un surgimiento de la lengua, la cultura y la música de nuestro país". Además, han aparecido nuevos artistas en este contexto de guerra y los retirados han vuelto a la escena para apoyar la lucha. Gran parte de la creación cultural está protagonizada por el conflicto. Sin embargo, afirma que también "hay entretenimiento, las personas necesitan distraerse para no autodestruirnos". Por otro lado, destaca que todos los fondos están dirigidos a lo militar y que esto hace que se invierta menos en los eventos culturales.

Valery Tarasenko es un contrabajista de Odessa que hace un año se encontraba de gira en Polonia

Valery Tarasenko, contrabajista de Odessa, se encontraba hace un año de gira en Polonia. PABLO TOSCO

Hace un año, los testimonios que recogimos desde RTVE.es sobre la cultura rusa coincidían en que “tenía que quedar al margen de la guerra". Pero ahora constatamos que la guerra ha hecho mella. "Si utilizan el hecho de cantar, tocar y escuchar música rusa para decir que somos rusos y para justificar la invasión, entonces lo evitamos”, asegura. Valery coincide con esta reflexión. De hecho, confiesa que los compositores italianos son lo que escucha más ahora.

Quizás algún día, asegura Ilhor, vuelvan a escuchar a los clásicos rusos, porque ellos no sabían que existiría alguien como "Putin, capaz de invadir a un país vecino". Pero la cultura ha terminado entrando en batalla, concluyen estos dos músicos que no pueden quedarse al margen. "Nos esforzamos en identificarnos como ucranianos". Ahora, más que nunca, la cultura es un elemento identitario.

"Comienza en cinco minutos", dice Ilhor, que quiere que veamos la obra que está a punto de comenzar desde la cuarta planta. La gente se sienta. El patio está prácticamente lleno. Se apagan las luces, suena la música y sube el telón. Representarán un clásico del ballet, la obra GiselleUna tragedia para desconectar de la propia. Una obra que narra la vida de una mujer truncada por la traición y la mezquindad humana, una historia que, a diferencia de la que viven Valery y su amigo Ilhor, al menos tiene un final cierto.

Dos bailarinas en la representación de Giselle en el Teatro de Ópera y Ballet de Europa

Dos bailarinas en la representación de Giselle en el Teatro de Ópera y Ballet de Europa. PABLO TOSCO