Cronología de la invasión rusa de Ucrania: del fracaso de la operación relámpago a la guerra de desgaste
- El conflicto ha vivido varias fases, con cambios en la estrategia rusa
- Ucrania ha conseguido resistir e incluso recuperar territorio perdido en un año de combates
- Guerra Ucrania - Rusia, en directo
Hace un año, Rusia lanzó la invasión de Ucrania. En este periodo han muerto más de 8.000 civiles, según la ONU. El número de bajas militares se desconoce, pero según EE.UU. podrían estar en torno a los 200.000, divididos en partes iguales entre rusos y ucranianos.
El conflicto, que marcó 2022 y ha tenido repercusiones globales, ha pasado por diversas fases, tanto militares como diplomáticas y políticas.
La fase previa: EE.UU. avisa de que Rusia prepara una invasión
Como un prólogo de lo que estaba por venir, Estados Unidos advirtió en diciembre de que Rusia preparaba una invasión de su vecino. Las fotos de satélite mostraban concentraciones de vehículos y tropas en bases militares cercanas a la frontera.
Moscú negó que planeara una agresión y presentó unas "líneas rojas" que incluían la vuelta de la OTAN a sus posiciones de 1997 y el cumplimiento de los Acuerdos de MInsk de 2014 entre el gobierno ucraniano y los secesionistas prorrusos de las regiones ucranianas de Lugansk y Donetsk. Moscú además insistía en que no iba a devolver Crimea (anexionada en 2014) a Ucrania.
El 21 de febrero, Rusia reconoció la independencia de ambas regiones y el 23 el presidente ruso, Vladímir Putin, ordenó la invasión por tierra, mar y aire, que comenzó en la madrugada del 24. Los objetivos declarados de Rusia eran la "desnazificación" y la "desmilitarización" de Ucrania.
Primera fase: Rusia intenta tomar Kiev en una operación relámpago
Las tropas rusas avanzaron desde el norte (desde Bielorrusia), este (a través de Járkov y Sumi) y sur (desde las zonas prorrusas de Donetsk y Lugansk y desde Crimea). El avance fue acompañado de bombardeos masivos y despliegue de fuerzas de élite aerotransportadas detrás de las líneas ucranianas (como en el aeródromo de Hostomel).
El objetivo era converger sobre Kiev para tomar la capital, deponer al gobierno ucraniano y poner fin rápidamente al conflicto.
Una "guerra relámpago" que no fue tal, tanto por fallos rusos (tropas insuficientes, problemas logísticos, insuficiente uso de la aviación), como por la resistencia de los ucranianos, que recibieron inmediato apoyo internacional.
El arma preferida por los ucranianos contra los tanques rusos eran los lanzamisiles portátiles Javelin, que se han convertido en uno de los iconos del conflicto. Otra de las novedades es la digitalización del campo de batalla, con el uso de drones comerciales y la importancia de los datos obtenidos en tiempo real por inteligencia vía satélite o fuentes abiertas.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se convirtió a partir de entonces en todo un símbolo por permanecer en Kiev y difundir vídeos en redes sociales. En este momento, Ucrania comienza a ganar la guerra informativa.
Los rusos consiguieron algunos éxitos: el 3 de marzo, las tropas rusas conquistaron Jersón, la primera (y única) capital regional que ha caído en su poder, y de la que meses más tarde se retiraría. También tomaron el control de la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, causando la alarma internacional.
Los invasores cercaron la capital y conquistaron localidades cercanas (Borodianka, Bucha, Irpin), pero a finales de marzo decidieron retirarse. En esas localidades aparecieron pruebas de crímenes de guerra (ejecuciones sumarias de civiles, violaciones, fosas comunes).
Tras el levantamiento del cerco a Kiev, las negociaciones de paz iniciadas por ambas partes en Turquía decayeron. En aquellas conversaciones, Ucrania llegó a ofrecer su renuncia a entrar en la OTAN a cambio del cese de hostilidades.
El 14 de abril, los rusos sufrieron otro revés: el hundimiento del Moskvá, el buque insignia de la Flota del Mar Negro.
Segunda fase: La batalla de Mariúpol y la lucha por territorios en el sur y el este
Rusia se centró entonces en los frentes donde tenía concentradas sus tropas, al noroeste, este y sureste, en una batalla dominada por la artillería.
Los rusos fracasaron en su intento de tomar Járkov, segunda ciudad del país, pero en el sur conquistaron la ciudad costera de Mariúpol, creando un corredor terrestre entre Rusia y Crimea. La batalla por Mariúpol redujo la ciudad a ruinas y castigó a la población civil.
La suerte de los ucranianos comenzó a cambiar cuando EE.UU. les envió lanzaderas de misiles HIMARS: con un alcance de 80 kilómetros, les permitieron golpear las líneas logísticas rusas detrás del frente, y preparar el contraataque.
Tercera fase: Contraofensiva ucraniana en Jersón y Járkov y retirada rusa
Kiev había anunciado una contraofensiva, que se inició en agosto, pero ocultó que sería doble: en el sur (Jersón) y en el noreste (Járkov). En cuestión de días, los ucranianos recuperaron una treintena de localidades y llegaron hasta la frontera.
El 21 de septiembre, ante la situación creada, Putin decretó la movilización parcial de 300.000 reservistas. Miles de rusos abandonaron el país para evitar ser enviados al frente.
Poco después, el presidente ruso subió la apuesta y anexionó unilateralmente cuatro regiones que sus tropas ocupan pero no controlan totalmente: Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón.
Los ucranianos siguieron avanzando y echaron a los rusos de Liman (región de Donetsk). Una semana después, un ataque contra el puente que une Crimea con Kerch demostró que los ucranianos eran capaces de golpear la península, anexionada por Rusia en 2014. Como represalia, los rusos bombardearon Kiev por primera vez desde junio.
Cuarta fase: Rusia pasa a la defensiva y bombardea las infraestructuras ucranianas
Ante el empuje ucraniano, Putin nombró a nuevo comandante de las fuerzas rusas en Ucrania: Serguéi Surovikin.
Surovikin puso en marcha una campaña de bombardeos contra infraestructuras eléctricas, que aún continúa. Rusia usa misiles balísticos Kalibr y misiles de crucero lanzados desde el Mar Negro, pero también oleadas de drones de tecnología iraní. Aunque no alcancen su objetivo, los ataques desgastan las defensas antiaéreas ucranianas.
Los bombardeos dejan a las ciudades ucranianas sin luz, calefacción ni agua. Mientras Ucrania y sus aliados occidentales acusan a Moscú de tomar como rehén a la población civil usando "el frío como arma", Rusia alega que estas infraestructuras permiten al enemigo mantener su esfuerzo de guerra.
El 9 de noviembre, Surovikin ordenó la retirada de la ciudad de Jersón, a orillas del río Dniéper (recordemos, la única capital regional que los rusos habían logrado conquistar), donde sus tropas habían quedado aisladas. La retirada supuso una derrota política para Putin pero permitió a los rusos reducir el frente, ocupar mejores posiciones al otro lado del río y fortificar sus defensas para impedir el avance ucraniano hacia el sur.
Quinta fase: Llega el invierno y la guerra se estanca
El invierno impone limitaciones y cambia la forma de la guerra. Ambos contendientes muestran además síntomas de agotamiento.
El frente se ha estrechado y los combates de infantería y duelos artilleros se han centrado en puntos muy concretos (Soledar, Bajmut). La situación es de estancamiento: hay avances y retrocesos tácticos, de pocos centenares de metros.
Los bombardeos artilleros no cesan y Rusia ha continuado bombardeando las infraestructuras ucranianas.
El grupo de mercenarios Wagner ha ganado protagonismo en esta fase, incluso atribuyéndose victorias antes de la comunicación oficial del Ministerio de Defensa. Los medios ucranianos ven en esto una pelea interna entre Yevgueni Prigozhin, dueño del Grupo Wagner, y el Ministerio de Defensa.
Esta es quizá una de las razones del cambio en la dirección de las operaciones: Valeri Gerasimov, jefe del Estado Mayor, ha ocupado el lugar de Surovikin.
¿La próxima fase? Nuevas ofensivas y camino de los dos años
La inteligencia ucraniana ha señalado que la primavera y el principio del verano serán meses decisivos. Ambos contendientes preparan ofensivas, que según algunos observadores como la OTAN, ya estarían en marcha en torno a Vuhledar y Bajmut, en el Donbás.
La entrega de tanques Leopard y Abrams a Kiev podría ayudarle atacar o resistir, pero es difícil que lleguen a tiempo y en número suficiente. Ucrania insiste en pedir aviones, pero Alemania y EE.UU. de momento se niegan.
Lo que está claro es que la guerra no ha sido la "operación militar especial" rápida que preveía Putin. En su lugar, el mayor conflicto armado que vive Europa desde la Segunda Guerra Mundial se ha convertido en una guerra de desgaste, tanto militar como económico, que se encamina hacia su segundo año, sin visos de un final negociado ni de que ninguno de los contendientes pueda imponer sus condiciones por la fuerza.