La moda empática de la fotógrafa Joana Biarnés
- Una exposición muestra los reportajes de moda de la primera fotoperiodista española
- Biarnés huía del artificio en imágenes cargadas de frescura y avanzadas a su tiempo
“No era nada vampira en el sentido de que no te robaba el alma cuando disparaba, sino que al revés creaba una relación de empatía absoluta con las personas que fotografiaba”.
La definición de Josep Casamartina i Parassols, comisario de la exposición que Madrid dedica a Joana Biarnés, acota precisa la personalidad y el nervio creativo de la fotógrafa catalana.
Biarnés atesoraba coraje, vitalidad y una curiosidad extrema, en palabras de sus numerosos amigos. Su empuje la convirtió en la primera fotoperiodista española en el diario Pueblo en los años 60 donde ejerció de todoterreno: disparó retratos, política, temas de corte social o la crónica deportiva a pie de campo donde acudía “hecha un pincel”, sin achicarse un ápice encarando el machismo recalcitrante.
“Cuando iba a cubrir un partido de fútbol, el público empezaba a gritarme que me fuera a fregar y el árbitro me decía que qué hacía allí, que yo era una mujer. La verdad es que era horroroso”, recordaba en un video que exhibe la muestra Joana Biarnés. Madrid/ Moda a pie de calle en la Sala Canal de Isabel II (hasta el 23 de julio de 2023).
La feliz confluencia de Biarnés con el microcosmos de la moda fue una evolución más que lógica. Se amoldaba a sus gustos personales y a su adelantada modernidad en una España aún grisácea.
“En Pueblo había una página dedicada a la moda y yo siempre quería hacer este tipo de fotografía. Me fijaba en las portadas de Vogue y otras revistas extranjeras, eso era lo que quería hacer”, señalaba sobre una vocación por las imágenes que bebió de su padre fotógrafo, que le iluminó en la eterna búsqueda de “una foto diferente”.
Las calles de Madrid como escenario
La exposición recoge en una amplísima selección parte de estos reportajes realizados en una capital cambiante entre 1962 y 1972. Joana Biarnés esquivó los marcos fastuosos y las evasiones estéticas. A cambio, avanzó las tendencias con una visión aguda y, de nuevo, pionera.
“Aporta una larga secuencia que es lo que está pasando en los años 60 y primeros 70. Esta evolución de la seriedad y la formalidad de la alta costura a cómo la moda se apodera de la calle con el prêt-à-porter. Lo hace con mucha frescura porque también es protagonista, cuando irrumpe la minifalda de Mary Quant, ella está en Londres”, explica Casamartina, comisario y experto en historia de la moda, que espigó entre más de 25.000 negativos para emerger estas gemas vitalísimas.
“Traslada esa idea del fotoperiodismo que es captar la realidad al momento sin poses ni artificios. También es la primera que saca a la calle a las modelos sin preparar el escenario, directamente interactúan con el espacio o con el público sin moldear una historia”.
Como fotógrafa de moda colaboró con diseñadores como Elio Bernhayer, Paco Rabanne, Asunción Bastida o Carmen Mir y entre sus modelos se encontraban una jovencísima Pilar Bardem o Carmen Cervera en su boda con Lex Barker, mucho antes de convertirse en la baronesa Thyssen.
“Te diría que acabó siendo amiga de todos ellos y le tenían mucha confianza por su cercanía, nunca tenía una postura dominante”, apunta el historiador que recuerda que también acompañó a Massiel a elegir su icónico vestido de Eurovisión en 1968.
Retirada y redescubrimiento
Biarnés compaginó los reportajes de moda con el fotoperiodismo y la medida de su empecinamiento la aporta su desternillante anécdota sobre los Beatles a su paso por España en 1965.
No contenta con las imágenes que había tomado en Madrid, la reportera siguió al cuarteto de Liverpool hasta Barcelona, se coló en la habitación de su hotel “con su inglés macarrónico” durante tres horas, realizó un reportaje exclusivo y hasta les enseñó flamenco.
Esta mixtura de mirada femenina y desparpajo le permitió captar al natural a figuras popularísimas como el cantante Raphael-con el que colaboró estrechamente durante ocho años fotografiando todos sus eventos-, la actriz Carmen Sevilla- de la que decía que era bella de todas las formas-Lucía Bosé o Dalí en un antecedente de la prensa rosa que se caracterizaba por el respeto hacia las “celebrities”.
Precisamente, la carrera de la fotógrafa cerró abruptamente en los años 80, en plena cumbre, cuando ella misma decidió ponerle punto y final. Asomaba una crónica del corazón que se había transformado en montajes con paparazzis y un tono amarillista con el que no comulgaba.
Biarnés partió rumbo a Ibiza donde abrió un exitoso restaurante, Can Joana, del que vivió hasta su jubilación. Un avance de la honda huella que le marcó Baleares. La selección fotográfica de Madrid cierra con un guiño a la moda Adlib que nació en las islas en los 70, influida por el movimiento hippy y su “viste como quieras pero con estilo”.
El retiro voluntario de la fotoperiodista provocó que su nombre cayera en el olvido durante décadas. En la última etapa de su vida, falleció a los 83 años en 2018, exposiciones y documentales como Una entre todos (2015), dirigido por Òscar Moreno y Jordi Rovira, han redescubierto su archivo con las impresionantes imágenes con las que la entonces joven fotógrafa inmortalizó las terribles inundaciones del Vallés en 1962.
En este renacimiento, Joana Biarnés con casi 80 años y una degeneración macular que le redujo la visión al 30%, volvió a agarrar su cámara y el entusiasmo porque a pesar de las trabas "las fotógrafas disparan con el corazón”, aseguraba con una sonrisa.