El futuro incierto de los niños huérfanos tras los terremotos: de la búsqueda de familiares al peligro de la trata
- El Ministerio de Familia de Turquía ha recibido más de 200.000 solicitudes para acoger o adoptar a huérfanos del terremoto
- Durante las emergencias humanitarias, los niños pueden ser víctimas de tráfico de seres humanos
- Cómo ayudar a los afectados por los terremotos en Turquía y Siria
Los equipos de rescate descubrieron a Aya enterrada bajo los escombros de su casa, unida por el cordón umbilical a su madre muerta. Su historia se hizo viral y miles de personas de todo el mundo se ofrecieron a adoptarla.
Lo mismo ha ocurrido en Turquía, donde el Ministerio de Familia ha recibido más de 200.000 solicitudes para acoger o adoptar a huérfanos del terremoto.
"Ese tipo de peticiones se tienen que ver con muchísimo cuidado porque, primero, hay que agotar todas las posibilidades que puedan existir en sus comunidades, antes de pensar en una adopción. El entorno más favorable para el desarrollo emocional y físico del niño es el lugar de donde viene", explica a RTVE Carmen Monclus, responsable de protección de la operación transfronteriza de UNICEF Siria-Turquía.
La reagrupación familiar es la prioridad
Existen varios tratados internacionales sobre lo que se debe hacer para proteger a los menores que han quedado separados de sus familias tras una catástrofe. La Convención de los Derechos del Niño (CDN), de 1989, recoge que tienen que estar bajo la protección del Estado. Además, según las Directrices que nacieron para aplicar este acuerdo, lo principal es identificar y registrar a los menores para reagruparlos con sus familiares.
Virginia Pérez, de UNICEF Bolivia y experta en respuesta a terremotos, lo tiene claro: "Toda la ayuda que tenemos que dar a un menor separado de su familia tiene que ser en el mismo lugar en el que vive porque, así, se facilita que padres y madres puedan buscar a sus hijos, que puedan acercarse a un hospital o a un centro donde saben que se les está acogiendo temporalmente".
Precisamente, esto es lo que ocurrió con Ibrahim, un bebé sirio de 18 meses. Atef Nahnouh encontró al pequeño solo en un hospital de Afrin, en el norte de Siria. "Grabamos un vídeo de él y lo publicamos en las redes sociales. Pusimos 'prohibida la adopción' porque tenía la esperanza de que su madre o padre estuvieran vivos", cuenta Atef desde el campamento improvisado en el que él y su mujer han cuidado del pequeño.
Tres días después del seísmo, el padre de Ibrahim, por fin, apareció. Llorando, lleno de polvo y cicatrices, tras haber estado atrapado entre los escombros de su casa, Jomaa Biazid pudo reunirse con su hijo.
Muy vulnerables al tráfico y la explotación
Cuando ocurre un desastre natural, muchos menores quedan desamparados y el caos y la confusión pueden ser aprovechados por personas o grupos dedicados a la trata infantil.
"Durante las emergencias humanitarias hay un gran riesgo para los niños o niñas porque pueden ser víctimas de tráfico de seres humanos, explotación laboral, sexual e incluso tráfico de órganos", describe Carlos Chana, responsable de Infancia en Dificultad Social de Cruz Roja Española.
En Turquía y Siria hay temor de que esto ocurra porque hay antecedentes. "En Nepal interceptamos a muchos niños que estaban a punto de salir del país", asegura Virginia Pérez, que considera los aeropuertos como "lugares clave" para prevenir el tráfico. En Haití, tras el seísmo de 2010, el Gobierno reconoció que había tráfico de menores, e incluso en la propia Turquía, después del terremoto en 1999, hubo denuncias de trata infantil.
"En terremotos, especialmente, aumenta este fenómeno, sobre todo, en países en los que ya había dinámicas de tráfico infantil. Hay una percepción de que muchos niños se han quedado huérfanos y necesitan ser adoptados, o las familias adoptantes ven una oportunidad para acelerar sus procesos de adopción", desgrana Pérez.
Por eso, muchos estados prohíben las adopciones cuando ocurre una catástrofe. Eso hizo Sri Lanka en 2005, después de conocer casos de tráfico de menores tras el tsunami que devastó el Sureste asiático y dejó más de 400 huérfanos.
Los huérfanos sirios, un futuro más negro
Para los menores turcos, que han perdido a sus padres, el futuro es complicado, pero para los sirios podría ser mucho más oscuro. El terremoto ha magnificado la crisis humanitaria que sufre el país árabe tras casi doce años de guerra.
"No son casos que tenemos solo ahora con el terremoto; ya antes había niños no acompañados, separados a los dos lados de la frontera y también en el noroeste de Siria", afirma Carmen Monclus.
En un país totalmente dividido, la zona afectada por el seísmo está bajo control de distintas facciones que combaten entre sí y no comparten información: grupos rebeldes afines a Turquía, otros ligados a los islamistas, el Gobierno de Bashar al Assad e incluso milicias kurdas.
La zona más afectada ha sido el noroeste, controlado por los rebeldes, donde no hay un gobierno; solo autoridades de facto y grupos armados sobre el terreno. "Aunque las organizaciones internacionales y las oenegés locales intentamos coordinarnos para ayudar a estos niños, todo es muy complicado: compartir información es difícil, buscar a las familias es difícil…", cuenta a RTVE Layla Hasso, Directora de Comunicación en Hurras Network, una organización de protección infantil siria.
A esto se suma que muchos niños no tienen documentos de identidad, por lo que conocer la cifra de nuevos huérfanos es una tarea prácticamente imposible. En Siria, la reunificación familiar también es algo muy complejo, porque millones de familias han huido de sus hogares y están desperdigadas a lo largo de varias fronteras.
"Hemos recibido casos de un niño que ha quedado huérfano en el noroeste de Siria, pero la familia extensa se encuentra en el noreste de Siria o en el área controlada por el Gobierno o, algunas veces, en Turquía. Entonces, es muy difícil poder reunir a este niño con su familia, no hay forma de hacerlo", asegura Hasso.
En Siria casi no hay orfanatos porque cuando un niño pierde a sus padres, la familia extensa (abuelos, tíos, primos, etc.) normalmente siempre interviene. El problema es que esas familias también están lidiando con las consecuencias del terremoto y con la pobreza que afecta al 90% de la población.
Sin cifras oficiales
Un mes después del desastre, los muertos en Turquía y Siria sobrepasan ya los 51.000 y hay miles de heridos. Más de siete millones de niños y niñas se han visto afectados por los terremotos, pero todavía es imposible decir cuántos han perdido a sus padres.
Según las últimas cifras de UNICEF, en Turquía se ha identificado a 1.874 niños no acompañados; de ellos, 1.353 se han reunido con sus familias y 99 han sido internados en instituciones. En el noroeste de Siria, 133 niños fueron registrados como menores no acompañados.
Su futuro es incierto. Reunirles con los suyos o buscarles un nuevo hogar no es nada fácil. "Algunos casos toman días, semanas, pero otros más complicados pueden llegar a alargarse meses o incluso años, especialmente los de aquellos niños que no tienen documentos de identidad o que todavía no hablan", sostiene Hasso. Lo único que está claro es que todos necesitarán un gran apoyo para reconstruir sus vidas rotas.