La lucha de Portugal contra la mutilación genital femenina: "Muchas no se acuerdan, lo ven como un escenario festivo"
- Desde 2015 las mujeres inmigrantes embarazadas que acuden a un hospital público portugués reciben un seguimiento completo
- En 2022 se detectaron 190 casos, lo que representa un aumento de un 27,4% con respecto a los identificados en 2021
- (Actualización) Sigue en vivo las movilizaciones y eventos del 8M por el Día Internacional de la Mujer 2023https://www.rtve.es/noticias/20230308/dia-internacional-mujer-2023-directo-manifestaciones-espana/2430706.shtml
El hospital Fernando Fonseca de Lisboa es por población el más grande de Portugal. Atiende a 600.000 personas, la mayoría inmigrantes africanos, muchos de antiguas colonias lusas como Angola, Guinea o Guinea Bissau. Desde hace diez años, la población inmigrante ha crecido, y con ella el número de casos de mutilaciones genitales femeninas. En 2022, los servicios sanitarios detectaron 190 casos, lo que representa un aumento de un 27,4% con respecto a los casos identificados en 2021.
La cifra crece y el Fonseca es un puesto de vigilancia hospitalario clave, el año pasado hubo más de 2000 nacimientos. Nos cuentan que su filosofía ha sido siempre tener contacto directo con la mujer inmigrante, apoyarla, hablar su idioma hasta criollo.
Un vínculo que ha permitido destapar una realidad que preocupa, los casos de mutilación genital detectados.
"Muchas no se acuerdan cuando ocurrió y lo ven como un escenario festivo de cuando eran niñas", dice Débora Almeida, una de las enfermeras del equipo de atención. Su labor es sobre todo informar de que esa práctica es ilegal y que va en contra de todos los derechos humanos.
'El corte'
Según el último estudio, la mayoría de las víctimas identificadas sufrieron lo que popularmente se conoce 'el corte' con una media de 6 años de edad. Van a sus países de origen y vuelven. Pero tienen que saber, dice Débora, que esa práctica no sólo es delito en Portugal. "No queremos juzgarlas, pero tienen que estar informadas que la mutilación es un crimen y se pena también en otros países como Guinea", señala.
Desde 2015 todas las mujeres inmigrantes embarazadas que acuden a un hospital público portugués reciben un seguimiento completo, tanto las madres como sus bebés si son niñas. Joia, una mujer de Guinea Bissau embarazada de nueve meses, espera un niño. "En mi país se sigue practicando la mutilación y es muy triste, tenemos que acabar con esto. Tenemos diferentes etnias, los balantas y la etnia fulas, hay gente que practica también pero en otras etnias, como los mandingas y los grupos musulmanes", asegura. "Hay que poner fin a esto", añade.
Seguimiento exhaustivo en los hospitales portugueses
El equipo de vigilancia médico en el Fonseca abre una ficha a cada mujer embarazada inmigrante y de cada niña que nace en el hospital. Es una manera de hacer seguimiento, nos cuenta Khatidja Amirahi, otra de las enfermeras. "Nuestro principal objetivo es proteger a las nuevas generaciones, a las niñas que nacen aquí".
El trabajo es complicado, no es fácil detectar la mutilación de labios o de clítoris en su mayoría. De hecho, es en consultas regulares y en seguimientos de embarazo cuando salen a la luz. "Evitamos con ellas decir mutilación porque es una expresión muy fuerte y porque muchas veces ellas tampoco lo ven como algo negativo", nos cuentan.
Entre consulta y consulta son cientos de conversaciones con ellas, y mucho tiempo para reflexionar y acercarse a la que ha sido víctima. Y es que, desde que se cuentan los registros de mutilaciones en Portugal, ha habido 825 casos. Y sólo uno hasta el momento llegó a manos de la justicia, que condenó a tres años a un joven que había permitido la ablación de su hija con apenas un año y medio en su país de origen, Guinea Bissau.