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María Ressa: "Las empresas estadounidenses de redes sociales han llevado a la destrucción de la democracia"

  • La filipina recibió el premio Nobel de la Paz en 2021
  • La periodista presenta en España su libro 'Cómo luchar contra un dictador'

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María Ressa: "Las empresas estadounidenses de redes sociales han llevado a la destrucción de la democracia"

La filipina María Ressa (Manila, 1963) recibió el premio Nobel de la Paz en 2021. Junto al ruso Dimitri Muratov, el comité noruego le reconocía el valor por exponer lo que el gobierno de Rodrigo Duterte estaba haciendo en su sangrienta guerra contra las drogas. Directora ejecutiva del medio 'Rappler', la principal página informativa de Filipinas, ha sido perseguida tanto por el gobierno como por la justicia influida por el Ejecutivo. Presenta en España su libro 'Cómo luchar contra un dictador' (Península, 2023).

Pregunta: ¿Quién es el dictador? ¿El político, el magnate de las redes o el algoritmo?

Respuesta: Creo que por eso me gusta el título del libro, porque podría ser cualquiera de esos tres en diferentes momentos y muchos más. Pero vamos con cada uno de los que mencionas. Como sabes, yo vengo de Filipinas y allí tuvimos al presidente Duterte, que en apenas seis meses se hizo con los tres poderes del Estado. En ese tiempo logró convertirse en el presidente más poderoso que nuestra nación ha conocido más allá del dictador Ferdinand Marcos.

Ahora bien, si me preguntas por un dictador global, creo que tendríamos que mirar a los jefes de los medios de comunicación social. En el libro, me centro en particular en el impacto de Facebook y cómo un hombre sin ningún tipo de controles y equilibrios decide lo que sucederá con el resto del mundo.

P: Nos queda el algoritmo…

R: Cierto. Creo que hay una tiranía de las tendencias o, sencillamente, una tiranía de los algoritmos. Un algoritmo es un código de opinión. Es sólo una forma de tomar, digamos, tu decisión editorial y luego replicarla un millón de veces. Así que, si el editor es parcial, lo que toca se convierte en parcial. Y eso es parte del problema: que el sesgo codificado ha sido empujado por estos algoritmos, que han hecho que quienes están marginados en el mundo real sean aún más vulnerables en el mundo virtual. Mujeres, LGBTQ plus, etc. Estos algoritmos actúan de maneras que no son visibles para los seres humanos. Estos algoritmos optimizan para obtener el máximo beneficio. Eso ha convertido a las plataformas de medios sociales en sistemas de modificación de comportamiento. Y todos nosotros, los usuarios, somos sus perros de Pavlov. Nuestros comportamientos están siendo cambiados. Estamos siendo insidiosamente manipulados.

Me hice periodista porque creo que la información es poder.

P: ¿Es más difícil luchar contra esta dictadura que contra un dictador humano?

R: Hace tiempo que tenemos problemas en el mundo real. Y, de hecho, la ONU presentó un plan de objetivos de desarrollo sostenible, cosas que, como mundo, queremos como mundo: erradicar la pobreza, hacer frente al cambio climático. Eran 17 objetivos, y la idea era hacerlos realidad en 2030. Era un objetivo a largo plazo. El problema es que la tecnología llegó y le agregó una carga. Me hice periodista porque creo que la información es poder. Y lo que ocurrió es que nuestro ecosistema de información se vio corrompido por la codicia de las empresas tecnológicas. Así que el mayor cambio ha sido la tecnología. Y la ironía, por supuesto, es que son las empresas estadounidenses de medios sociales las que en última instancia han llevado a la destrucción de los principios de la democracia y los derechos humanos. Ahora mismo hay que añadir ByteDance o Tik Tok, que es todavía peor. Teníamos a Facebook, que es como un mazo para nuestros corazones y mentes, pero Tik Tok es como una sonda quirúrgica.

P: ¿Se pueden combatir?

R: Es difícil luchar contra un dictador si ni siquiera te das cuenta de que tu comportamiento está siendo cambiado. Estsa empresas inicialmente se concibieron para el marketing y la publicidad y lo que están haciendo es optimizar sus algoritmos y su diseño para mantenerte desplazándose en su teléfono celular. Ahora vivimos en una economía de la atención. ¿Y cómo te mantienen pegado a la pantalla? Miedo, ira, calor. Esto es un test A/B como el que hacen en publicidad. Ellos saben lo que nos va a mantener ahí. Entran a través de nuestras emociones. Cambian lo que pensamos y, en última instancia, cómo actuamos. Eso es manipulación insidiosa. Lo que realmente puso todo patas arriba fue el estudio del MIT de 2018 que nos enseñó que las mentiras se propagan al menos seis veces más rápido que los hechos. Eso es como si le dijeras a tu hijo: “miente, y te daré una recompensa cada vez que lo hagas”.

Las personas que ganan la guerra en las redes sociales usan estas emociones que han llevado a la violencia, miedo, ira, odio: mienten y usan mentiras. Y lo que ocurre es que la gente que no usa esos principios no tiene llega tan lejos en las redes. Es lo que nos pasa a las organizaciones de noticias, porque somos responsables si mentimos. Este es el cambio fundamental que ocurrió en el mundo. Cuando las empresas se convirtieron en los guardianes, le quitaron el poder a las organizaciones de noticias y abdicaron de la responsabilidad de proteger la esfera pública cuando las mentiras se propagan más rápido que los hechos.

P: ¿Qué impacto tiene esto en la política real?

R: Aquí es donde entran en juego las tres frases que he dicho una y otra vez. Sin hechos, no puedes tener verdad. Sin verdad, no hay confianza. Sin estas tres, no tenemos realidad compartida. No podemos resolver problemas existenciales complejos como el cambio climático, por ejemplo. No podemos tener democracia. Por eso el mundo está al revés. Por eso, desde 2020, el 60% del mundo vive bajo un régimen autoritario y el número de democracias ha retrocedido a niveles de 1989. Eso es a nivel de gobierno, cierto, pero a nivel personal, echemos un vistazo al impacto en nuestros adolescentes, en nuestros niños pequeños: hay mayores niveles de depresión, suicidio, desórdenes alimenticios entre las chicas jóvenes.

La desinformación es como la cocaína: si la tomas una o dos veces, estás bien. Pero si la tomas todo el tiempo, te conviertes en un hombre cambiado. Pues nosotros hemos estado consumiendo desinformación desde 2014.

P: ¿A estas alturas no hay oposición posible?

R: Como te digo, es más difícil luchar contra el dictador cuando no te das cuenta de que te están manipulando. Usaron nuestras emociones para saltarse nuestro pensamiento racional, para cambiar nuestro comportamiento. Han impactado en tres capas. En primer lugar, la personal, sicológicamente, en cada uno de nosotros en cuanto usuarios en las plataformas. La segunda capa es la sociológica: esta es la razón por la que estamos viendo el alejamiento de la democracia a nivel mundial. Y hay una última capa de la que rara vez hablamos que es la evolutiva. Nuestra especie podría cambiar porque esta cosa en la que estamos metidos está cambiando la plasticidad de nuestros cerebros. Está cambiando nuestras hormonas y nuestras emociones. Tienes mayores niveles de dopamina cuando estás en esto, ¿verdad? Entonces, ¿qué hace eso si estamos constantemente en esta droga? Yuri Andropov, el ex presidente de la KGB decía que la desinformación era como la cocaína: si la tomas una o dos veces, estás bien. Pero si la tomas todo el tiempo, te conviertes en un hombre cambiado. Pues nosotros hemos estado consumiendo desinformación todo el tiempo desde 2014, y ahora estamos viendo el impacto en nuestras sociedades.

P: ¿Entonces no hay alternativa?

R: ¿Puedes luchar contra un dictador que no puedes ver aquí y crees que realmente tienes capacidad de actuar? La cuestión es que, si no tienes integridad de los hechos, no puedes tener integridad de las elecciones. Tenemos 90 elecciones entre hoy y 2024. Si miramos el número de países democráticos, este será el punto de inflexión para la destrucción de la democracia.

P: ¿Quiere decir que hay gente que ha votado y que votará “mal”?

R: No estoy entrando en la mente de ninguna persona. Lo que estamos haciendo es mirar lo que el algoritmo y las plataformas tecnológicas están haciendo a las personas, a las sociedades y, en última instancia, a nuestra especie. Es algo así como el tabaco. Durante muchos años, las compañías tabacaleras insistían en que el tabaco era realmente bueno y la gente lo creyó, y muchos murieron.

Yo estoy del lado de la evidencia, de las pruebas. Estoy del lado de los hechos. No me importa a quién votes. Me importa que tengas la capacidad de elegir, que no estés siendo manipulado por alguien con poder que quiere más poder. O por alguien que entiende de tecnología. Y aquí ya no són sólo las redes sociales. El capitalismo de vigilancia usa también programas como Predator y Pegasus. Correcto. Así que para mí, creo que no se trata de si alguien vota bien o mal. Es que el voto debe tener integridad y las elecciones deben ser realmente libres. Creo que estamos en un momento en el que la tecnología se ha vuelto tan divina que nos ha quitado, nos está quitando, el libre albedrío.

P: ¿Usted está de acuerdo con censurar contenidos?

R: Censurar es la palabra equivocada. Ahora mismo, las redes sociales ya han censurado los hechos. En el viejo mundo, cuando éramos los guardianes, las mentiras se quedaban fuera porque éramos responsables. Ahora es al revés. Las mentiras se propagan más rápido y los hechos se han mantenido al margen.

¿En qué mundo vivimos? ¿Qué clase de mundo crearemos si no podemos ponernos de acuerdo sobre los hechos? Este es un verdadero dilema global. Porque si no nos ponemos de acuerdo sobre los hechos, nunca podremos llegar a un acuerdo, que es en definitiva de lo que trata una democracia. Eso es. No se trata de gritarnos unos a otros, que es lo que estas empresas tecnológicas parecen querer que hagamos.

En realidad, se trata de escuchar y permitir que nuestras mentes racionales sean capaces de cambiar lo que otra persona está pensando. Es un intercambio de ideas que ahora es imposible en estas plataformas tecnológicas, porque su objetivo no es darnos información: su objetivo es mantenernos pegados al móvil dentro de su red social. Las empresas dirán que se limitan a reflejar la naturaleza humana. Pero eso tampoco es cierto. Yo soy de esa generación que veíamos aquellos dibujos animados en los que, para mostrar que había que tomar una decisión ética, te ponían a un diablo y a un ángel, y en medio el personaje que tenía que decidir. El diablo decía: hazlo, hazlo, hazlo, hazlo. Y el ángel replicaba: no, no lo hagas, lastimarás a otras personas, eso no es lo correcto. Bueno, pues lo que estas compañías tecnológicas han hecho es amordazar al ángel y sacarlo de tu hombro. Estamos al borde de la autodestrucción en muchos sentidos, y necesitamos un ecosistema de información que tenga integridad de los hechos.

P: ¿Eso significa que está bien prohibir medios como RT o Sputnik, tal y como ha hecho la Unión Europea, que los acusa de mentir?

R: No, no y no. Creo que tu pregunta normaliza las mentiras. Tu pregunta normaliza un mundo en el que no hay integridad en nuestro ecosistema de información, cuando este sistema está corrompido. La propaganda disfrazada de noticias o disfrazada de hechos es insidiosamente manipuladora. Y aquí hay que responder con rapidez. Citas a RT o a Sputnik, pero piensa en Trump. Si al presidente Trump le hubieran sacado de Twitter a tiempo, después de la tercera vez que mintió o incitó a la violencia, entonces no habríamos tenido el gran alboroto de, bueno, “es el presidente”. ¿Te das cuenta de lo equivocado que estaba para empezar? El presidente que incita a la violencia no importa si se llama Trump o Biden. Es el acto. No es nada personal. Eso es lo que hace un guardián. Así que no hay debate al respecto. Es un hecho, basado en hechos. Es sólo si sus guardianes son parciales o no.

P: ¿Y no se ha sido parcial con los medios rusos?

R: RT y Sputnik han ganado una gran distribución global, en gran parte a través de los medios sociales. La propaganda rusa ha estado ahí desde hace mucho tiempo, pero no habían ganado el tipo de distribución que los medios sociales les dieron precisamente por el diseño de los medios sociales. Cuando Rusia invadió Ucrania… Piensa en eso. Esta es la primera vez que tenemos una guerra convencional en cuántos años. Y lo que el mundo estaba haciendo, y es lo que hacían los Estados Unidos, era ponerse del lado de Ucrania y trata de detener la impunidad y restaurar el orden mundial. Esta es la realidad. Ningún país o persona puede dictar todo a todos los demás. Para eso tenemos la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que son los principios que nos guían.

Pero volviendo a tu pregunta, creo que tenemos que tener muy claro qué es noticia, qué es democracia, qué es propaganda. Porque si no, se produce un fenómeno de luz de gas, especialmente en las redes sociales. Cuando China se autodenomina democracia, no es lo mismo que una democracia defectuosa como la de Estados Unidos. No hay falsas equivalencias. Tenemos que entender que el mundo es más complejo. Y parte de la razón por la que es más complejo es porque las autoridades, debido a sus propios intereses creados, se negaron a llamar a las cosas por su nombre. Cuando la UE y los Estados Unidos bloquearon las señales de RT y Sputnik, estos medios comenzaron seis horas de programación en Kenia. Son una mascarada, no una organización de noticias. Y creo que tenemos que llamarlo así. E incluso periodistas que realmente creen en el equilibrio. Así es. Tenemos que ser muy claros con nuestras palabras. Los periodistas occidentales tardaron mucho en decir que Trump mintió. Cuando Duterte mentía, lo llamamos mentira. Hoy hay que llamar a las cosas por su nombre. De lo contrario, la manipulación insidiosa puede hacerte luz de gas y cambiar el significado de las palabras.

P: Ucrania también utiliza la propaganda. Y la OTAN y Estados Unidos. No es algo raro en tiempos de guerra. ¿Esa propaganda sí se debe permitir?

R: Hay una diferencia entre mentiras y hechos. Decir que un vaso está medio vacío o medio lleno son formas correctas de decir lo mismo. Lo que llamarías propaganda de Occidente, de la UE, de OTAN, de Ucrania, lo que sea, Creo que como periodistas en los viejos tiempos, cuando ese era nuestro único problema, era mucho más fácil denunciar las mentiras... En el libro hablo de lo que nuestro antiguo corresponsal de la CNN en Yakarta tuvo que hacer bien. Y de cómo fue el objetivo de unos Estados Unidos muy poderosos. Esos excesos ocurrieron. Pero sólo digo que, en este mundo actual, en el que la gente no sabe distinguir entre una mentira y un hecho, esa preocupación se convierte en un problema que es consecuencia de algo que viene de más arriba.

Vayamos a los hechos. ¿Qué país invadió a qué otro país? Rusia invadió Ucrania. Eso es un hecho. ¿Qué país está bombardeando qué país? Rusia está bombardeando Ucrania. ¿Qué país ha pedido el imperio de la ley a la comunidad mundial? Ucrania. Y creo que los periodistas deberían pedir cuentas a todo el mundo, pero no hacer la falsa equivalencia de mentiras y hechos, porque no son lo mismo. No son lo mismo. Es como el cambio climático desde hace muchos, muchos años. Si quisieras estar seguro como reportero, informarías que, ya sabes, los estudios muestran esto del cambio climático de la ONU, pero luego otros dicen esto otro. Esa es una equivalencia falsa. En el libro, también hablo de lo que hacen los periodistas. Nos inclinamos por las pruebas. Nuestro objetivo no es sólo hacer, él dijo, ella dijo, creo que eso no es buen periodismo. Eso no es periodismo de investigación.

P: En Irak se dijo, “Bush dice esto, los iraquíes dicen esto otro…

R: Sí, parte de lo que se puede reprochar a las naciones democráticas es que han mirado hacia otro lado cuando se ha producido una agresión, como el caso de Estados Unidos e Irak. Sí, ha habido errores en el pasado, pero el problema es que todas estas cosas no pueden utilizarse para justificar la realidad en la que nos encontramos. En el libro, hablo del momento presente del pasado, y repaso cómo uno puede perderse en todos los fracasos río abajo. Pienso que el ecosistema de la información es un río contaminado. Estamos recogiendo agua de este río contaminado, limpiamos el agua y luego la vertemos de nuevo y esperamos que eso sirva de algo. Pero no cambia nada. Tenemos que ir realmente río arriba y detener el flujo, impedir que la fábrica contamine el río. Si no podemos garantizar la existencia de hechos y de una realidad compartida, no podemos garantizar la integridad de las elecciones. Este es un momento insostenible. Supongo que lo que he intentado hacer en el libro es analizar nuestros valores.

Los periodistas Maria Ressa y Dmitry Muratov, Nobel de la Paz

P: ¿Qué responsabilidad tienen los propios medios?

R: El mayor error que cometimos fue no entender la tecnología. Lo que hicimos fue insertar el botón de compartir de estas plataformas tecnológicas y ponerlas en nuestros sitios web. En el momento en que hicimos eso, les dimos nuestras audiencias. Y cuando entramos en sus plataformas, entramos en su sistema y nos sometimos a sus reglas, que en realidad no distinguían entre realidad y ficción e hicieron de la distribución de noticias parte de su algoritmo para mantener al lector haciendo scroll. Estábamos luchando contra las mentiras, y las mentiras terminaron ganando. Ese fue el comienzo de nuestra cooptación. Entramos voluntariamente en ella, porque también fue la mercantilización de las noticias. El problema es que el periodismo de noticias no es un juego de popularidad. Hacemos locuras como no ser populares con los líderes a los que hacemos preguntas difíciles Hacer que el poder rinda cuentas rara vez es popular, y si buscas un juego de popularidad, entonces deberías ser un influencer, no un periodista.

P: A usted la persiguió Duterte y todavía hoy enfrenta cargos penales. ¿El premio Nobel de la Paz la ha protegido?

R: Lo cierto es que la única defensa que tenía era contar bien la historia para hacer brillar la luz. Y tuvimos una gran ayuda de las organizaciones de noticias de todo el mundo. Creo que en parte el Presidente Duterte también lo olvidó. Pasé casi 20 años en la CNN. Mis compañeros crecieron y empezaron a dirigir organizaciones de noticias, algunas de ellas en España, de hecho. Creo que el Comité Noruego del Nobel valoró lo que los periodistas han tenido que pasar en la última década. Hemos visto más periodistas encarcelados o asesinados que en ningún otro momento. Somos los que estamos en primera línea. Y su decisión de conceder el Premio Nobel a los periodistas, reconoce los sacrificios que seguimos haciendo y tenemos que hacer, incluso cuando sufrimos nuevas formas de ataques. Creo que su próxima fase de dárselo a la sociedad civil en 2022 también demuestra lo importante que es ayudar a que la democracia vuelva a vivir. Sabemos lo que hace el silencio. El silencio es complicidad. No hay que dejar colgados a los periodistas, por lo que se nos viene encima.