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Día de la Mujer 8M

La vida en los pisos tutelados para escapar de la vulnerabilidad: "Sin esta ayuda no podría sobrevivir"

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Una mujer con su hijo
Una mujer con su hijo

Neris llegó a España desde Honduras hace nueve años. Cinco de ellos estuvo trabajando en varias casas como empleada del hogar de forma interna. Cuando nació su hija ya no pudo seguir con este tipo de trabajo y se encontró sin ingresos ni ayuda para hacer frente a una vivienda. Ahora tiene un trabajo a media jornada, pero como explica a RTVE.es "con una niña y sin la ayuda de la vivienda no podría sobrevivir''.

Gracias a su trabajadora social, Neris encontró la residencia-hogar Villa Paz en Madrid, en la que vive con su hija desde hace casi un año. Allí cada mujer tiene su propio cuarto en el que viven con sus hijos y comparten las zonas comunes entre las que están el comedor. También -indica Neris- "hay parque para los niños y ludoteca". "Este alojamiento es de mucha ayuda porque, sabiéndolo aprovechar y si tenemos trabajo, podemos ahorrar'', relata.

Esta vivienda ha supuesto un alivio para Neris no solo a nivel económico, también a nivel emocional. Recibe la visita de una psicóloga una vez a la semana, algo que le ha venido "muy bien''. "Estando aquí me he sentido muy protegida, muy apoyada en todos los aspectos".

Además, hay varias educadoras sociales que la aconsejan en la búsqueda de empleo. En mayo su niña cumple tres años y ya no puede quedarse más en este recurso. Ahora necesita encontrar un trabajo de más horas para poder hacer frente a esta nueva etapa. "Cuando salga todo se me complica un poco porque estoy sola'', indica.

Sin redes de apoyo, con trabajos precarios, migrantes, con responsabilidades familiares o víctimas de violencia de género. Las mujeres se enfrentan a múltiples factores que hacen más probable que se enfrenten a una situación de exclusión social y que se van enquistando tras la pandemia.

La crisis provocada por la llegada del coronavirus afectó a sectores más feminizados como el comercio o la hostelería, lo que, según explica el informe de la Fundación FOESSA de 2021, ha supuesto "un retroceso mayor para muchas mujeres en términos de integración social''.

Esto ha supuesto que "los hogares con una sustentadora principal mujer han visto aumentar la exclusión social más del doble que aquellos en los que la mayoría de ingresos los aporta un hombre. Con ello, la exclusión social severa ha llegado al 13,1% en los primeros, casi el doble que en los segundos'', indica el informe. "Los hogares monoparentales, y especialmente aquellos encabezados por una mujer, todavía han experimentado un empeoramiento mayor, alcanzando el 21% de exclusión social severa (y un 40% en el total de exclusión).'', añade.

Un apartamento propio para vivir con sus hijos

La precariedad en el empleo, los elevados precios de la vivienda o la violencia de género son factores que hacen a las mujeres más vulnerables. ''La exclusión es multifactorial", subraya Mayte Galán, directora del Espacio Mujer Madrid (EMMA) de la fundación José María de Llanos, desde el que, entre otros proyectos, gestionan el recurso de alojamiento.

"A una mujer no le pasa solo una cosa, le pasan 20.000 cosas" explica Galán. "No obstante -prosigue- tener una casa es una necesidad básica, después de eso podemos empezar a trabajar en todo lo demás".

El edificio del Espacio Mujer Madrid cuenta con varios apartamentos donde viven 15 mujeres con sus hijos menores de cuatro años. Todos ellos tienen su baño y su cocina particular. También hay zonas comunes como un gran salón con juguetes para los niños, una cocina por si les apetece hacer la comida juntas o una terraza para disfrutar en verano.

''Una de las cosas más particulares de este centro es que cada una cuenta con su apartamento propio", explica Lucía Rodríguez, coordinadora de alojamientos de la organización a RTVE.es. "El hecho de tener una vivienda para ti, pues aparte de dignificar, te da toda la privacidad para tener una vida familiar normal", añade.

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Las mujeres que suelen acceder a este recurso son mujeres con una situación económica precaria, un contexto familiar complejo o han vivido algún tipo de violencia de género. "Todo esto hace que lleguen con una merma en su es su propia identidad", indica Rodríguez.

Por esta razón, el empoderamiento es una de las herramientas con las que trabajan desde esta organización. "El empoderamiento tiene mucho que ver con que se sientan personas de derecho", sostiene Rodríguez. "Que sepan que pueden pedir que les paguen las horas extra o tener derecho a una vivienda digna".

A estas problemáticas se suma el dificil acceso a la vivienda que existe en la Comunidad de Madrid. Según el informe de Foessa la exclusión de la vivienda afectó en 2021 al 19,7% de los hogares en Madrid y al 25,1% de la población.

El recurso de Espacio Mujer Madrid abrió sus puertas en 2016 y según explica su directora, ahora están notando un repunte. "Siempre hay lista de espera, sale una y entra otra", cuenta. "No sabemos si ha sido por la pandemia o porque el alojamiento es un problema para todos los ciudadanos en general".

"Es importante que puedan decidir"

Con el paso del tiempo las trabajadoras de este centro ven como las mujeres van cambiando. Vienen de situaciones muy inestables y cuando están en estos recursos consiguen un poco de tranquilidad. "No viven tan agitadas. Esto al final afecta mucho a su día a día, a las rutinas de sueño, a la crianza del peque, a su nivel de estrés", comenta Rodríguez.

Esta seguridad les permite desarrollar nuevas herramientas para reclamar su espacio en la sociedad, así como ampliar su capacidad crítica y de decisión.

"Es importante que puedan decidir porque, muchas veces, por su situación vital, han decidido por ellas. Es importante que puedan elegir por ellas mismas lo que quieren hacer y donde quieren estar", indica Galán.

El objetivo de todo este trabajo es que después de año y medio, el tiempo que pueden estar en este recurso, puedan acceder a una vida autónoma sin necesidad de ayuda.

Autonomía y acompañamiento, claves para avanzar

Pisos para cuatro personas, cerca de medios de transporte y de servicios básicos como los supermercados. Así son las viviendas para supervivientes de violencia de género que gestionan desde la asociación Progestión. Estas características son importantes porque lo que buscan con estos pisos es que las mujeres adquieran su propia autonomía y un espacio desde el que construir sus objetivos.

"Trabajamos en pisos normalizados, compartidos con máximo otras tres personas, porque no son pisos, no son alojamientos, es tu hogar. Ellas tienen que ver que es su hogar y su zona de seguridad y a partir de ahí se puede trabajar todo lo demás. Si no tienen una zona de seguridad, no se puede trabajar nada", sostiene Elvira Rodríguez, coordinadora general del Área de Intervención de Progestión.

"Gestionan su alimentación, la organización de la vivienda... Nosotras solo intervenimos cuando hay alguna reunión o cuando hay algún conflicto que no pueden solventar. La idea es que sean lo más autónomas posible para cuando estén fuera del recurso", añade su compañera Irene Ahmadi coordinadora territorial de la asociación.

La convivencia, aprender a poner límites y la gestión del conflicto son otras de las cosas que se trabajan durante su estancia. Algunas de las mujeres que llegan a estas casas vienen de centros de emergencia y pasan a compartir piso con personas que no han visto nunca.

Por esta razón, explica Estrella (nombre ficticio), superviviente de violencia de género a RTVE.es "el acompañamiento que nos dan es muy importante". Para ella, llegar a este alojamiento supuso "una tranquilidad enorme", pero reivindica el acompañamiento como factor clave. "Yo no quería ni salir a la calle" relata.

Estas viviendas son el primer paso para construir una normalización en su día a día que les permita recuperar su autonomía económica, social y emocional. "Esto del alojamiento es un proceso y no te puedes quedar solo con eso. Si te quedas solo con el alojamiento, te estás quedando con la mitad", concluye Estrella.