Científicas: Es una mujer ¿no se habrá equivocado de sitio?
- Estereotipos como el de que ellas tienen menos talento que ellos para la ciencia les hacen desistir de sus vocaciones
- Documentos TV aborda los obstáculos a las mujeres en el ámbito científico con motivo del Día Internacional de la Mujer
- Ya puedes ver 'Las mujeres en la ciencia' en RTVE Play
En la actualidad, las mujeres tan solo representan una tercera parte de los puestos de trabajo en el campo de la ciencia. Sexismo, infravaloración, invisibilidad y techos de cristal son solo algunas de las barreras con las que se encuentran las mujeres tanto en el acceso como en la permanencia en sus carreras.
Los estereotipos por los que se rige la sociedad, como el de que la ciencia es cosa de hombres, hacen que muchas mujeres desistan de su vocación de científicas. Y si ellas no se abren paso hoy en este ámbito no podrán acceder al 80% de los puestos de trabajo que la ciencia y la tecnología demandarán mañana.
¿Quieres ser científica? comienza a saltar obstáculos
En la actualidad, el número de chicas que optan por carreras de ciencias va a la baja. Suscitar su interés no resulta fácil, porque la presión y los clichés que perciben cada día en relación a ocupar su espacio científico no se suelen conjugar en femenino.
Y los datos no hacen más que corroborar esta realidad. En ámbitos como el de las matemáticas o la tecnología digital, la mujer no llega al 15%, por ejemplo, en países como Francia.
La brecha de género sigue sin reducirse. En un mundo totalmente digitalizado y en el que la ciencia se impone a pasos agigantados, la sociedad corre el riesgo de que el futuro sea creado solo por los hombres y para los hombres. ¿Y cómo se ha llegado a esta situación?
“De pequeña, en el colegio, escuchaba todo el rato que a los niños les gustaban las ciencias, y a las niñas, las letras“
Los expertos que estudian el fenómeno y las propias chicas saben dónde encontraron las primeras barreras. "Yo, de pequeña, en el colegio, escuchaba todo el rato que a los niños les gustaban las matemáticas y las ciencias, y a las niñas, las letras", explica Adélaïde.
Esta joven, de 14 años, tiene claro que el sistema educativo propaga, desde que los estudiantes son pequeños, el sesgo de género que acompañará a las chicas en adelante. Las penalizará, las hará más inseguras y, a la larga, desistirán de sus vocaciones.
Las cifras son preocupantes. En Francia, desde el año 2000, el porcentaje de ingenieras se ha ralentizado y los últimos cinco años lleva estancado en el 22%. Las que resisten a estos clichés inoculados, llegan al mismo lugar que los chicos, aunque eso sí, con mucho más esfuerzo.
Solène Lallarta, ingeniera mecánica en cálculo de estructuras saltó con éxito estas primeras trabas. A sus 28 años trabaja en los astilleros más importantes de Francia, un lugar muy masculinizado donde los empleos técnicos están copados en un 98% por hombres.
“Aunque soy buena en matemáticas y me encanta la mecánica, tuve que hacerme valer en mi puesto y en mis funciones“
Precisamente allí, le esperaban otros obstáculos. "Aunque soy buena en matemáticas y me encanta la mecánica, tuve que hacerme valer en mi puesto y en mis funciones", relata Solène.
Recuerda haber escuchado a algún compañero indignarse porque ella iba a ser su jefa y tenía, además, 20 años menos que él. Y también la reiterada falsa idea preconcebida de que la orientación derecha - izquierda es un problema más habitual entre las mujeres.
"No hay ningún argumento científico, sólido, serio e ineludible", explica el investigador en Psicología Social y Cognitiva, Pascal Huguet, "por el que las mujeres sean menos competentes en campos como las matemáticas o las ciencias", afirma el experto que ha estudiado por resonancia magnética los cerebros de las chicas y los chicos.
Lo que sí afecta al rendimiento de ellas frente al de ellos es la introducción del estereotipo de inferioridad de las mujeres. Y esa trampa social las perjudica en el campo científico.
Sexismo, invisibilidad, desconfianza, más barreras
Agathe Begault tiene 32 años y dirige un equipo informático. "Mi trabajo consiste en crear software y codificarlo", explica. En su ámbito laboral ha tenido que ganar la batalla de la credibilidad, una legitimidad en un sector donde las mujeres son invisibles.
“Cuando aporto ideas no se me presta atención, pero 5 minutos más tarde las repite un hombre y son una gran genialidad“
"Cuando aporto ideas no se me presta atención, pero 5 minutos más tarde las repite un hombre y son una gran genialidad", se queja, harta de sufrir la indiferencia que le hicieron sentir en empleos anteriores. "Es algo que te hace dudar continuamente".
A la invisibilidad, las mujeres suman los techos de cristal donde, por ejemplo, en el campo docente solo hay una mujer por cada siete hombres. El sexismo, la indiferencia y hasta la suplantación y el silencio hacia trabajos y descubrimientos hechos por mujeres atribuidos directamente a los hombres.
Y la ciencia no se ha salvado de esta quema. En sociología, la negación del trabajo y los logros de las mujeres científicas tiene incluso un nombre: el efecto Matilda.
Silencia que algo queda
“Cada vez que un campo del saber gana valor en el mundo social, se masculiniza“
Isabelle Collet fue informática. Era una de ese 30% de mujeres que, en los años 80, en Francia, escogía convertirse en ingeniera computacional. Tiene claro que "cada vez que un campo del saber gana valor en el mundo social, se masculiniza".
Por eso, como referencia indiscutible que es hoy, sobre las cuestiones de género en la ciencia, está empeñada en dar a las mujeres informáticas la importancia que se merecen.
“En mitad del siglo XIX, Ada Lovelace fue la primera persona en escribir un programa informático“
Se debe saber que, "en mitad del siglo XIX, Ada Lovelace fue la primera persona en escribir un programa informático", revela Collet. El ENIAC, una máquina que hacía cálculos balísticos durante la II GM, fue programada por seis mujeres.
Grace Hopper inventó la compilación y le otorgaron premio al Hombre del Año en Ciencias de la Computación a finales de los 60 cuando Margaret Hamilton hizo también posible el alunizaje del Apolo.
Todas ellas y muchas más han sido silenciadas y sus aportaciones al mundo, invisibilizadas. Los referentes femeninos brillan por su ausencia.
La educación, primordial en el cambio
Afortunadamente, aunque a paso lento, cada día aparecen más voces críticas contra la desigualdad de las mujeres en la ciencia. En París, un hombre ha puesto el grito en el cielo. Se trata del prestigioso galardonado francés con la medalla Fields, el equivalente al Nobel de Matemáticas, Cédric Villani. Advierte que "en el mundo actual, en el que faltan científicos, no podemos permitirnos el lujo de olvidarnos de la mitad de la humanidad".
Los expertos apuntan a la educación como el ariete que puede derribar estereotipos y sesgos de género desde edades tempranas.
La Universidad de Ciencias y Tecnología de Noruega ya ha implantado iniciativas que promueven la presencia de las mujeres en la ciencia con resultados envidiables. En las asignaturas tradicionalmente más masculinas, los porcentajes desafían la gravedad: el 30% de los estudiantes de informática o hasta el 53% de los de tecnologías de la comunicación son chicas.