'Tár', Cate Blanchett desciende a los abismos del abuso de poder
- La película de Todd Field está nominada a seis oscar, incluyendo mejor película
- Cate Banchett luce como una célebre directora de orquesta déspota
En la heterogénea lista de las películas nominadas al Oscar a mejor película, ninguna es tan adulta y compleja como Tár, de Todd Field, en la que Cate Blanchett brilla interpretando a una directora de orquesta genial que controla su entorno a su antojo hasta que se convierte en víctima de su propia personalidad dominante.
¿Quién es Lydia Tár? Durante más de dos horas la película se asoma a un personaje tan complejo y bien construido que la primera reacción es buscar si se trata de un personaje real o, al menos, buscar referencias de su origen. Lydia Tár no existe, pero es un compendio de una realidad denunciada a veces en el mundo de la música clásica, un entorno donde la disciplina y la exigencia son la base para acceder y escalar peldaños. En la cúspide de la pirámide, el talento se combina a veces con personalidades intransigentes con poder total sobre la carrera de los demás, como las denunciantes de Plácido Domingo o los de James Levine han detallado.
Field tenía tan claro que quería a Cate Blanchett que no se atrevía a pedírselo por el miedo al rechazo, sobre todo porque consideraba que Tár era un personaje peligroso que lindaba con lo políticamente incorrectoal retratar el abuso de poder desde lo estadísticamente menos frecuente: una mujer homosexual.
Lydia Tár impone su visión a sus alumnos, juega fríamente con las expectativas de los músicos de su orquesta, es infiel a su pareja (Nina Hoss), busca la sumisión de sus colaborada más estrecha (Noémi Merlant) y el sexo es a menudo un peaje para medrar en su orquesta.
Representación del abuso y feminismo
La película tampoco se ha quedado fuera de polémicas. La directora de orquesta Marin Alsop comparte con la ficticia Tár ser discípula de Leonard Bernstein, sexualidad, pareja música de orquesta con la que tiene un hijo, y ser la única directora de una de las grandes orquestas (la de Baltimore en el caso de Alsop, la Filarmónica de Berlín en el caso de Tár).
Alsop no se vio retratada (salvo los paralelismos biográficos) tras ver la película, pero planteó si era necesario representar a una abusadora existiendo tantos referentes masculinos y afirmó sentirse ofendida como “mujer, directora de orquesta y lesbiana”, en una entrevista en The Sunday Times: “Asumir que las mujeres se comportarán de manera idéntica a los hombres o se volverán histéricas, es perpetuar algo que ya hemos visto en películas muchas veces antes”.
Tár puede verse sin embargo sin las gafas de las guerras culturales (los que denuncian que Hollywood está escorado a lo woke se han quedado además este año sin argumentos con la ausencia en la nominación a mejor dirección de Sarah Polley por Ellas hablan) y tomarla como un profundo estudio psicológico de un personaje.
Porque la película no subraya, se muestra ambigua y está destinada a abrir debates. En una escena, Tár defiende ante un alumno que es absurdo juzgar a Bach por su vida, pero su propia vida refuta la idea. El ambiente malsano y elitista de las relaciones de poder, de la sumisión y la dominancia, se combina con la belleza de la música, a la que Field no renuncia.
Tár es solo la tercera película de Field, que ya aspiró a todo en los Oscar con su contundente debut, En la habitación (2001). ¿Dónde ha estado Field desde su segunda película de 2006? La respuesta corta es trabajando en publicidad. Dice que grabar anuncios le ha permitido profundizar (y mucho) en el aspecto técnico, pero que el primer día que filmó a Nina Hoss, Noémi Merlant y Cate Blanchett también recordó que no es lo mismo grabar coches que actrices de primer nivel.
Un entusiasta Martin Scorsese ha alabado la película hasta el punto de describir que “el cielo se abrió” tras su visionado. Todd Field opina que “no hay forma incorrecta ni incorrecta” de interpretar la película y ese quizá sea el mejor consejo: disfrutar de su misterio.