Los fijos discontinuos se disparan tras la reforma laboral: "Ha pasado de ser marginal a más del 10% de la contratación"
- Uno de cada tres contratos fijos discontinuos en diciembre de 2022 se encontraba en periodo de inactividad
- Los expertos coinciden en que es necesario revisar las estadísticas con el fin de mejorar la transparencia
Tras más de un año desde la entrada en vigor de la reforma laboral, se ha conocido esta semana el número de personas con contrato fijo discontinuo que se encontraban inactivos a cierre de 2022. En total, 443.078 personas que, pese a tener un contrato indefinido, no se encontraban trabajando en esos momentos.
La cifra, adelantada por El Mundo, se ha desvelado a raíz de una pregunta parlamentaria de dos senadoras del Grupo Popular, quienes tras la repuesta ya han reclamado a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, su comparecencia para dar explicaciones sobre su uso.
Y es que esos 443.078 trabajadores inactivos suponen un tercio del total de personas con un contrato fijo discontinuo en España. O lo que es lo mismo: de los casi 1,28 millones de trabajadores que se encontraban bajo el paraguas de esta modalidad en diciembre, un 34,7% no trabajaba, pero tampoco estaba inscrito en las listas de desempleo. Lo hacen, en cambio, en una categoría distinta a la de parado registrado y que se denomina demandantes de empleo no parados (conocidos en el argot estadístico como Denos).
Esto para el PP supone "maquillar" los datos de paro efectivo, ya que si a los 2.837.653 parados registrados a cierre de 2022 se sumaran los 443.078 trabajadores inactivos, la cifra de desempleados se situaría en niveles de febrero de 2019 (sin contar la pandemia), tal como ha denunciado este jueves en una entrevista en TVE el presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva. Pero, ¿realmente esto es así?
Los contratos fijos discontinuos se multiplican por diez
Cabe recordar que el fijo discontinuo es el contrato estrella de la reforma laboral, una norma que se acordó entre el Gobierno, la patronal y los sindicatos con el objetivo de reducir la elevada temporalidad en el mercado de trabajo -anómala en el contexto europeo- a través de dos vías fundamentales: por un lado, la derogación del contrato por obra y servicio, que era el contrato temporal más utilizado por las empresas; y, por el otro, su sustitución por el contrato fijo discontinuo, un contrato indefinido que se adapta a los periodos de actividad de las empresas.
“Cuando entra en vigor la reforma laboral, se contabilizaban en España entre 4,5 y 5 millones de contratos por obra y servicio, los cuales estaban obligados a reconducirse: o bien convertirse en contratos indefinidos o bien hacerlo en alguna de las nuevas modalidades temporales que se aprobaron”, apunta a RTVE.es la Catedrática de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Icíar Alzaga.
Muchos de ellos se decantaron por la primera opción: convertirse en indefinidos y, dentro de este abanico, hacerlo en fijos discontinuos. Esta modalidad permite a las empresas suspender la relación laboral en los meses de menor actividad y otorga, al mismo tiempo, al trabajador de mayor seguridad jurídica, sobre todo en tiempos de recesión y de crisis, donde los temporales eran los primeros afectados por los ajustes de plantilla.
Tal ha sido su acogida que, según datos del Ministerio de Trabajo, durante 2022 se firmaron 2,3 millones de contratos fijos discontinuos, una cifra que multiplica por diez los 262.911 de 2021. “Ha pasado de ser un contrato marginal que suponía el 1% de la contratación en nuestro país, a suponer más de un 10%. El cambio es enorme”, recalca la profesora. Además, del total de contratos indefinidos firmados en el anterior ejercicio -7 millones-, estos supusieron el 33%.
Producen “ruido en las estadísticas”
Así, la reforma laboral en tan solo un año ha multiplicado por tres los contratos indefinidos en España, mientras los temporales se han reducido un 43%. Sin embargo, está generando al mismo tiempo lo que los economistas llaman “ruido en las estadísticas”: pueden trabajar solo una semana o un mes al año, pero no se les considera desempleados el resto del tiempo.
“Cuando el contrato fijo discontinuo era un contrato marginal que suponía el 1% de la contratación, ese ruido era pequeño; pero cuando hablamos de un contrato por tiempo indefinido que en realidad supone que la persona trabaja durante un periodo muy reducido y el resto del año no tienen ingresos y están de baja en la Seguridad Social, produce una alteración en las estadísticas que hay que revisar”, explica la profesora de la UNED.
En la misma línea, el Catedrático de Derecho del Trabajo y Seguridad Social en la Universidad Complutense de Madrid y miembro de FEDEA, Jesús Lahera, señala en una entrevista en el Canal 24 Horas de TVE que “es necesaria una adecuación estadística al nuevo modelo de contratación laboral”, si bien le consta que desde el Ministerio de Trabajo “hay intención de hacerlo”.
En todo caso, destaca que todo depende del periodo de actividad que contemple el contrato, pues los fijos discontinuos de contrata “normalmente trabajan todo el año porque son plurianuales” y los de empresas de trabajo temporal “continuamente están prestando servicios en empresas usuarias”. No obstante, reconoce que el tipo intermitente es el que tiene “periodos de actividad más breves y más discontinuos”, por lo que “quizá es ahí donde hay que actuar”.
Desde el Ministerio de Trabajo aseguran que se sigue trabajando para dar esos datos desglosados de forma precisa y depurada. Si bien, sobre la clasificación de los inactivos, critican que se trata de “un falso debate del PP” puesto que la contabilidad estadística de estos contratos es la misma desde 1985, por lo que -argumentan- este supuesto maquillaje también habría existido cuando gobernaba el PP.
Compensación económica o mayor coste para las empresas
Con todo, los expertos consultados advierten de que, pese a las mejoras, los fijos discontinuos representan “el eslabón más débil” del mercado de trabajo. “Se les ofrecen más garantías, pero son los antiguos temporales en muchos casos”, afirma la catedrática de la UNED, pues incluso "pueden compararse con los llamados minijobs de Alemania, "que son trabajos especialmente precarios en los que se trabaja pocas horas o pocos días al año y, por tanto, los ingresos no son continuos”.
Para corregirlo, desde la propia FEDEA proponen que se ofrezca a estos trabajadores una compensación económica desde la empresa en los periodos de inactividad, como ocurre en el caso francés. Asimismo, creen conveniente que las empresas asuman cierto coste por sus fijos discontinuos cuando estén inactivos.
En su opinión, hay margen para mejorar este tipo de contrato, cuya regulación -indican- deja muchos aspectos en manos de los agentes sociales a través de los convenios colectivos. "Todo está muy vinculado a nuestro sistema productivo. Somos un país de servicios, volcado en el turismo y con unas temporadas de actividad en verano muy marcadas, al que la legislación laboral lo único que hace es intentar dar respuesta", concluye Alzaga.